Crisis económica e infancia

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Gisela Ortega.*

La historia ha demostrado que los niños y las mujeres son especialmente vulnerables a las crisis económicas. En los países en desarrollo, los trastornos financieros de 2008-2009, elevaron las tasas de mortalidad entre los niños menores de cinco años, redujeron la matriculación escolar, aumentaron la inseguridad y forzaron a los pequeños a trabajar en condiciones peligrosas.

La disminución del gasto público en salud y educación llevó a que los menores y sus familias cayeran en la trampa de la pobreza, de la cual no es fácil salir una vez se superan las crisis. Preocupa que las dificultades financieras de 2008-2009, agravada por la reciente inestabilidad de los precios de los alimentos y los combustibles, pueda agudizar la pobreza y la desnutrición en los países en desarrollo.

Las repercusiones de este conflicto sobre los derechos de los niños no se manifestaran en su totalidad durante algún tiempo, y solo serán evidentes a medida que se den a conocer nuevas estimaciones sobre la pobreza, el desarrollo infantil y la nutrición a nivel mundial. Se requieren respuestas normativas apropiadas para proteger a los niños y a las familias contra las consecuencias de los problemas mercantiles.

Los alimentos

A pesar de que los precios internacionales de los alimentos, han bajado, desde que llegaron a su punto máximo en 2008, continúan siendo altos. En muchos países en vías de desarrollo, los importes de los víveres están por encima de los niveles históricos.

Entre las medidas para salvaguardar la situación nutricional de las familias en épocas de estrechez económica están la administración directa de suplementos –por ejemplo, los alimentos terapéuticos para los niños pequeños-, el acceso a micronutrientes esenciales, el mejoramiento de las instalaciones básicas de salud ambiental, la vigilancia de la salud de buena calidad, y la promoción de mejores practicas de higiene, almacenamiento y preparación de comida. A la atención alimentaria también se debe incluir una evaluación de los factores directos y subyacentes que determinan el crecimiento de los niños y su manutención.

Un componente integral de las respuestas de los países a las crisis debe ser proteger, e incluso aumentar, los presupuestos sociales. Dejar pasar la oportunidad para invertir en los niños tiene innegables consecuencias negativas para su supervivencia y desarrollo, además de que puede limitar el potencial de crecimiento de los países.

Estudios realizados en 120 naciones en desarrollo para el periodo 1975-2000 señalan que incrementar la inversión en educación un 1% como proporción del producto interno bruto durante un periodo de 15 años podría traducirse en la matriculación universal en la escuela primaria, y disminuir, al mismo tiempo, los índices de recuento de la pobreza en un 17%, aproximadamente.

Protección social

Los programas de protección social efectivos y amplios pueden mitigar el impacto negativo de los problemas económicos sobre las familias pobres.

En repuesta al problema financiera de Asia en 1997, que se desencadeno luego de una grave sequía en la región los gobiernos de Filipinas, Indonesia y Tailandia pusieron en marcha programas de nutrición destinados a los niños, y apoyaron el acceso a la educación mediante becas, asignaciones de recursos y campañas comunitarias de sensibilización.

En 2002, durante su conflicto de la deuda, Argentina hizo lo posible para proteger a las familias pobres contra los peores efectos, mediante planes de apoyo a los ingresos para las personas que habían perdido sus empleos. Se estima que esta iniciativa evito que un 10% adicional de hogares beneficiarios de ese plan cayeran por debajo de la línea de escasez alimentaria, y redujo la incidencia de carestía extrema en todo le país. Gracias a reconocidas iniciativas de protección social en México y Brasil, las tasas de mortalidad infantil han bajado al igual que las tasas de pobreza.

Pese a las reconocidas ventajas de los programas de protección social, muchos países carecen de ellos. De acuerdo a una investigación que se efectúo recientemente para conocer la situación de 144 naciones en vías de desarrollo, 19 de 49 de bajos ingresos y 45 de 95 de medianos ingresos no cuentan con sistemas de redes de seguridad social, solamente la tercera parte de todos los países estudiados tienen técnicas de transferencias de efectivo.

Autonomía

Promover la autonomía de las mujeres para que tomen decisiones importantes relacionadas con sus familias, y garantizar el acceso a las niñas y las jóvenes a la enseñanza y a los servicios de salud es fundamental para que la protección social sea una realidad.

La disminución del gasto público en educación y salud que se asocia con las crisis económicas puede imponer nuevas responsabilidades a las familias y las comunidades, haciendo aun más duras las condiciones de vidas de las mujeres y las niñas, que tienen que hacer ingentes esfuerzos para gastar lo menos posible en servicios y bienes esenciales como alimentos, combustible, educación y salud. También suelen verse obligadas a dedicar cada vez más tiempo a actividades que o bien ayudan a ahorrar dinero, o bien generan ingresos adicionales.

Garantizar los derechos de los niños durante la crisis económica actual y el periodo de recuperación posterior exige tomar decisiones difíciles, pero trascendentales. A fin de que las dificultades no deje un legado de privaciones a las próximas generaciones se debe tomar la decisión de salvaguardar, apoyar, y en lo posible, ampliar los servicios esenciales, la protección y la participación que constituyen derechos de los cuales deben gozar los chiquillos, sin excepción, en todo momento.

Dificultades

Las dificultades humanitarias, incluyendo los desastres naturales y las situaciones complejas de emergencia, ponen en peligro los derechos de los niños a la supervivencia, el desarrollo, la protección y la participación.

Los sistemas de atención primaria de la salud y la infraestructura física pueden resultar gravemente deteriorados durante los períodos de catástrofes complejas, comprometiendo la nutrición y la salud de los niños.

La educación también se sacrifica: de hecho, se calcula que de los 101 millones de niños en edad de asistir a la escuela primaria que no están estudiando, casi 60 millones viven en los 33 países que actualmente padecen conflictos armados.

La alteración de orden social que ocasionan las situaciones de emergencia eleva las probabilidades de que las mujeres y los niños sean victimas de explotación con fines económicos y sexuales.

La violencia sexual puede tener su origen en el debilitamiento de las estructuras sociales, o puede servir de arma de guerra, dejando a los sobrevivientes con traumas graves o irreversibles, enfermedades de transmisión sexual y embarazos no deseados. Estudios efectuados recientemente en la República Democrática del Congo y en el norte de Uganda revelaron que los niños que nacen como resultado de la violación a menudo son victimas de discriminación o abandono, pues se les identifica con los responsables.

* Periodista.

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