Cuarto Mundo: – IDEALISMO CONTRA LA MISERIA

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Se diría que no faltan soldados para acabar la extrema pobreza. Veinte años después, del llamado del cura Joseph Wresinski , se intenta marcar un momento crucial en la lucha contra la miseria. Una llave para llevarlo a cabo es el encuentro y el diálogo duradero entre los que viven la miseria y la exclusión y los demás.

Los resultados concretos de estas acciones son cuando menos dudosas; la miseria no se convierte en mera pobreza, estrechez –ni mucho menos en sobrio bienestar– por el deseo de algunos, no importa su número. Los misearbles no lo son por elección ni por falta de capacidades innatas. La pobreza sin horizontes existe por razones políticas que dicen relación con la organización de las sociedades y el ordenamiento –o desorden– de sus economías.

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De cualquier modo ATD Cuarto Mundo (www.atd-quartmonde.org) lanzo, con numerosos socios, una campaña titulada Acabar con la pobreza extrema: un camino para alcanzar la paz, cuyo el punto culminante será el 17 de octubre de 2007. En ella se intenta valorizar la corriente de los que quieren eliminar las separaciones levantadas por la ignorancia y la exclusión. Se trata de mostrar que que no es una corriente marginal.

La idea es, al descubrirse numerosos, armarse de coraje para sumar más buenas voluntades y entre todos impulsar a los responsables de las decisiones políticas para acabar con la miseria.

Eugene Brand, delegado general del Movimiento internacional ATD Cuarto Mundo explica por qué el Movimiento inició esta campaña. Señala que los estragos causados por la miseria y la exclusión son cada vez más violentos y destructores, pero que, sin embargo, el progreso de la técnica y el aumento de las riquezas proporcionan a los hombres, hoy más que nunca, los medios para hacerles frente.

Brand advierte que actuar sólo en el plano económico no basta. Es evidente que un mundo dirigido únicamente por los poderes económicos aumenta el abismo entre los que tienen mucho de todo y los que no tienen absolutamente nada. ¡Tenemos que compartir más!, dice.

Actuar sobre el terreno de los derechos humanos es imprescindible, porque mientras haya personas condenadas a vivir en la pobreza extrema, sus derechos están siendo despreciados. ¡Necesitamos más justicia!

Es lo que claman quienes salen a las calles de las ciudades de América Latina –o de Mynamar o de Francia–, sin ser oídos y, al contrario, habitualmente víctimas de la represión, cuyos largos bastones no los dirigen, precisamente, los pobres.

Según el pensamiento generoso de Cuarto Mundo la solidaridad y la justicia no lograrán sus objetivos si las acciones que se emprenden no están basadas en el encuentro duradero entre los que viven la miseria y la exclusión y los que quieren actuar con ellos. No podemos –asegura Eugene Brand– emprender acciones “para ellos”, hay que actuar “con ellos”, y para eso es necesario el encuentro.

Muchos hombres, mujeres, jóvenes y niños, pobres o no, ya lo han comprendido y se han puesto en marcha, afirman. Forman una corriente de personas que se unen para reflexionar y actuar juntos y para apoyarse. Allí donde estos encuentros perduran, dan lugar a una nueva inteligencia, capaz de aportar luz a la lucha por un mundo sin miseria, capaz de cuestionar nuestros ideales y fortalecer las responsabilidades de cada uno, capaz de suscitar nuevos compromisos en un mundo en profundo cambio. Estos encuentros crean algo nuevo.

Tenemos –afirman– la oportunidad de aprovechar todas estas nuevas experiencias e ideas para transformar nuestras sociedades y contribuir al “advenimiento de un mundo en que los seres humanos, liberados del temor y de la miseria, disfruten de la libertad de palabra y de la libertad de creencias”, como lo estipula la Declaración universal de los derechos del hombre.

Cabe preguntarse ¿cuál podría ser el resultado de esta campaña en los campamentos de Palestina, en las favelas de Río de Janeiro, en Oaxaca, entre los agobiados chilenos de Santiago, en los cerros de Caracas, entre las mujeres golpeadas, forzadas a prostituirse, entre los niños explotados de mil maneras…?

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Un hecho enseña la historia de los movimientos sociales: ninguna mejoría de las condiciones objetivas de la calidad de vida de los pobres se ha obtenido por la buena voluntad de los poderosos y de quienes administran la brutal extracción de la plusvalía del trabajo; cada mínimo progreso en el terreno social, político, económico o cultural lo encontramos al final de un sendero jalonado de mujeres, hombres y niños muertos.

Es muy triste anotarlo, pero campañas como la de Cuarto Mundo si bien pueden concienciar al que tiene no le hará meterse la mano en el bolsillo a los que acaparan y más bien funcionan como elemento distractivo sobre la masa que sufre y pena. Lo cierto es que el Crucificado no nos salva dentro de Su creación –se diría que nos obliga a seguirlo a la cruz–, pero no todo está perdido: tenemos cerebro y manos. Y las mujeres –se lo ve más claro que entre los hombres– hijos por los que luchar. Y debemos hacerlo confiando sólo en nuestra propia fuerza.

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