Cuba, la boda de Ignacio & Wendy

1.302

Wendy Iriepa, la novia —37 años, transexual— llegó al bufete en un Ford Fairline de 1956; llevaba un ramo de flores con los colores de la bandera de los gays, lesbianas y transexuales. Haciendo gala de esa impuntualidad que crece en la isla, llegó 45 minutos después de la hora convocada y mientras cientos de personas aguardaban por tan peculiar enlace. ⎮AURELIO PEDROSO.*

Porque era la prima boda gay en Cuba, ninguna de las aspirantes a esposa que le antecedieron tuvo tantas expectativas en el mundo homosexual habanero. ¿El público? Gente común que pasaba por la avenida, familiares y prensa nacional y extranjera. Mucha pero que mucha prensa acudió al enlace.

En realidad, lo único que faltó para coronar por todo lo alto el singular episodio matrimonial ante la Ley, fue la ausencia de El gran combo frente por frente al Palacio de los Matrimonios del municipio capitalino de 10 de Octubre entonando a todo volumen la contagiosa música cuya letra dice: “la boda de ella tiene que ser la mejor…” porque, además, “siempre va a ser comentada”. La pertinaz llovizna de seguro fue la impedimenta para montar el escenario, cerrar la calle y armar la fiesta. Obviamente, con el beneplácito de las autoridades.

Si Teté, una de las más famosas cartománticas de la capital, me hubiese previsto hace unos diez años la tal boda, le hubiese soltado una delicada y respetuosa carcajada.

Nada menos que un flamante Ford descapotable modelo Fairlane de 1956 se trajo a Wendy Iriepa, a quien poco le importó la lluvia y sí el frenesí con que fue recibida y bendecida con no menos de diez libras del codiciado arroz sobre su cabeza. Diez minutos antes, lo había hecho su futuro esposo: gay, seropositivo y opositor al gobierno por más señas, Ignacio Estrada Cepero, quien arribó encima de un Mercedes Benz, color blanco y con matrícula estatal por su condición de taxi. En el bufete del municipio de 10 de Octubre aguardaban la madrina, Yoani Sánchez, y el padrino, Reynaldo Escobar, esposo de Yoani.

Si algún director decidiera llevar al cine algún día esta historia, nunca quedaría como la original. A mi lado le escuché decir con toda la claridad del mundo a una mujer de raza negra, que pasaba de los 50 años de edad, la siguiente expresión: “Será un hombre pero está bonita y él es un mangón (buen tipo)”.

Otro tanto sucedió cuando el Ford que traía a Wendy embotelló la viboreña avenida Mayía Rodríguez, y se cruzó con un camión que trasladaba obreros de la construcción. A uno de ellos, desconocedor del asunto sin duda alguna, le profirió un piropo a la novia gritándole el nombre de un culebrón brasileño de turno: ¡Niña moza! Ella lo agradeció y le lanzó un beso al hombre del ladrillo y el cemento.

Dada la condición opositora del novio no pocos de sus correligionarios y conocidos internacionalmente por sus posiciones políticas asistieron a la boda sin que se reportara el más mínimo incidente en la ceremonia y sus alrededores, que dicho sea de paso se vieron bien despejados de otro tipo de curiosos.

Aunque no había prensa del corazón, la pregunta era de rigor: La luna de miel. El novio prefirió comentar que “era secreto” para poder “estar tranquilos”. El amor entre ambos ha sonado raro para algunos, pues ambos se conocieron el pasado mayo, mientras Wendy laboraba el CENESEX, institución que dirige Mariela Castro Espín, hija del presidente de la República.

Una primera boda gay que no será la última y muestra fehaciente de que el país está cambiando. Como dice El gran combo en La boda de ella: “Din don din don son las cosas del amor”

* En
http://progreso-semanal.com
La imagen es del autor.

También podría gustarte
Deja una respuesta

Su dirección de correo electrónico no será publicada.


El periodo de verificación de reCAPTCHA ha caducado. Por favor, recarga la página.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.