Cuba. – TRAS LA RENUNCIA DE FIDEL CASTRO

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

El 18-19 de febrero del 2008 Fidel Castro anunció dejar los cargos de Presidente y Comandante en jefe. Ningún otro presidente en el mundo se mantuvo tanto tiempo en el poder. Cuba aún es el único país occidental del difunto Bloque Soviético en el cual el Partido Comunista mantiene el monopolio del poder. Castro, además, no ha sido nunca cuestionado por un levantamiento popular. ¿Cómo ha ido forjando a Cuba Fidel y qué puede pasar con esta isla tras la salida de Castro?

Cuando el 31 de Julio del 2006 la prensa oficial anunció que Fidel Castro dejaba temporalmente el poder para reponerse a una operación, miles de cubano-«americanos» festejaban en Miami lo que pensaban sería el fin del castrismo.

En su cumpleaños número 80 Fidel mostró fotos donde aparecía recuperándose. Durante 19 meses fue “transitoriamente” remplazado por su menor hermano Raúl, pero, en vez de volver él al puesto Catsro ha decidido seguir el camino del chino Deng Xiaoping de pasar los últimos días de su vida como el poder bajo la sombra, garantizando que haya una transición ordenada de mandatario sin que se modifique el sistema y el control del partido comunista que él estableció.

La particularidad de Castro

La forma por la que Castro llegó al poder fue muy distinta a la de las otras revoluciones comunistas del mundo. Los bolcheviques tomaron el poder en medio de una cruenta guerra mundial (1917) y se consolidaron en el poder tras una guerra civil que duró hasta 1921. En China, Corea, Indochina, Yugoslavia y Corea los comunistas libraron prolongadas guerras de guerrillas. En los casos del Asia se consolidaron en el poder chocando militarmente con enemigos internos o potencias extranjeras. En Europa oriental las democracias populares fueron impuestas por el avance del ejército soviético confrontando al nazismo.

Mientras que en todos esos casos hubo guerras largas y muy sangrientas, el alzamiento de Castro se dio con relativa poca carga de muertos. Castro no se consolidó en palacio ejecutando a cientos de miles. Otra particularidad es que la revolución cubana no fue liderada por un Partido Comunista, sino por un grupo de disidentes del nacionalismo «ortodoxo», que no contó con la inicial simpatía del partido comunista oficial.

Cuando Castró celebró su 32 aniversario era uno de los latinoamericanos más jóvenes que llegaba al poder. Entonces se declaraba anticomunista y partidario de una democracia tipo EEUU. Sin embargo su revolución se fue radicalizando. Después de que EEUU fijara una cuota para la adquisición de azúcar cubana, Castro se lanza a expropiar US$ 850 millones de propiedades norteamericanas. Tras la derrota de la invasión organizada por la CIA en Bahía Cochinos, Castro se convierte en ‘marxista-leninista’.

En Febrero 1962 la OEA liderada por Wáshington declara el bloqueo comercial contra Cuba y luego estalla la crisis de los misiles que casi detona la III guerra mundial.

El giro a la izquierda de Castro fue alentado por la presión de sus bases y de la escena internacional, por la actitud dura de EEUU y por el expreso interés que tuvo la URSS de crear una base a pocos kilómetros de distancia de EEUU a fin de neutralizar los campamentos militares que el Pentágono tenía regados en varios países limítrofes con ella.

Cuando en 1966 Fidel cumplía la mitad de su actual vida, había hecho un cambio fundamental. El guerrillero democratizador se había convertido en el arquitecto de la única economía planificada y estatizada que ha habido en las Américas. Castro hizo algo que nunca más se ha atrevido a hacer un gobernante latinoamericano –y que no es posible que hoy puedan hacer Chávez o Morales–: expropiar a los empresarios privados y establecer una economía estatizada sujeta a un plan quinquenal. En esta economía se vetaba la generación de capital y el dinero adquiría un valor de cambio o de contabilidad pero no servía para adquirir propiedades, tierras o fábricas.

Para los liberales su régimen destruyó las libertades y la posibilidad de que Cuba se convierta en un magneto para inversiones extranjeras. Castro retruca que con su igualitarismo se eliminó el desempleo y se garantizó a toda la población salud y educación gratuitas y de alta calidad. Los críticos de Fidel afirman que el creó una nueva oligarquía y la revista Forbes le acusa de tener una fortuna de US$ 900 millones, cosa que él desafía que se lo prueben.

Cómo Fidel evitó un levantamiento anticomunista tipo entre 1989-91

Si bien a Castro se le acusa de haber liquidado a algunos de sus colaboradores que buscaban socavarle (como Ochoa), lo cierto es que Cuba se libró de masivas purgas y matanzas tipo Stalin o de una revolución cultural. Tampoco ha tenido ninguna revolución que buscase ‘democratizar’ o ‘mejorar’ al ‘socialismo’ (tipo Hungría 1956, Praga 1968, Polonia 1980 o Beijing 1989) y menos aún un levantamiento popular pro-occidental como los que sacudieron a Europa oriental en 1989-91 y que aún siguen tumbando gobiernos pro-rusos como en Ucrania y Georgia.

De todos los países que formaron el Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME o COMECON) solo Cuba y Vietnam se libraron de ver en 1991 como colapsaba el Partido Comunista dominante. En la URSS, Bulgaria, Rumania, Checoslovaquia, Hungría, Polonia y la República Democrática Alemana (RDA) una serie de protestas populares fueron socavando al régimen del partido único. Gran parte de las marchas fueron lideradas por sectores que eran pro-EEUU y en los noventas todos esos Estados fueron desarticulando la economía estatizada y planificada dando paso a privatizaciones y a la libre empresa, así como proclamando nuevas democracias multipartidarias.

Cuba y Vietnam se salvaron de tal evolución por tener una historia distinta y estar en un continente muy distante. Mientras que en Europa Oriental EEUU era vista como un aliado contra los ‘duros’ y un símbolo de progreso y libertad, en Cuba e Indochina había una fuerte resistencia popular a Wáshington a quien habían repelido militarmente o confrontaban un bloqueo. Mientras que en Europa los orientales veían como la parte occidental del continente tenía mejores niveles de vida y bienes de consumo, en Cuba y Vietnam sus poblaciones veían que sus vecinos tenían altas tasas de desempleo y pobreza, por lo que sus modelos económicos no le concitaban la atracción que sí la tuvo la Comunidad Europea para los euro-orientales.

Mientras las «revoluciones liberales» de Europa del este supieron sacar ventaja de resentimientos de minorías nacionales (como los armenios de Karabaj, los bálticos, los eslovenos y croatas, etc.), Cuba, si bien es un crisol de razas, es nacionalmente homogénea.

A la semana de que Fidel cumpliera 65 años se produjo el golpe de Yanayev en Moscú (19/21 de agosto de 1991) que, al fracasar, produjo una contra-reacción. Esos años deben haber sido terribles para Fidel pues vio como su padrino soviético se desintegraba. Éste era su principal comprador de azúcar y de otros productos y también su proveedor de hidrocarburos, maquinarias y demás bienes. En 1990 su camarada Daniel Ortega pierde el poder y desde entonces los sandinistas no han vuelto a gobernar Nicaragua (Recientemente recuperó electoralmente la presidencia de la república).

Pese a su aislamiento, Castro evitó un levantamiento tipo Europa Oriental debido a que sus principales opositores estaban fuera de la isla y a que la mayoría de la población comparaba su nivel de vida con el del resto de América Latina que se encontraba bajo fuertes ajustes. Si bien los monetaristas sostienen que esas ‘reformas’ fueron esenciales para garantizar crecimientos tipo Chile, lo cierto es que entonces éstos inicialmente producían en muchas partes cierres de empresas y desocupación, panorama que Fidel mostraba como un mal ejemplo al pueblo cubano.

El giro de Castro

Durante 30 años (de 1961 a 1991) el gran mentor de Castro fue el Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS). Castró apoyó al Kremlin cuando éste invadió Praga, en 1968, Polonia, en 1981 y Afganistán en 1989, y también cuando chocó con Mao.

La destrucción del PCUS fue una tragedia para sus discípulos cubanos. Castro se negó a suavizar el monopolio del partido comunista. Ni si quiera dejó que algunos otros partidos cohabiten con el suyo, tipo China. Durante el Glasnot (apertura) y Perestroika (reestructuración) de Gorbachev, Castro se negó a liberalizar su régimen económico, aunque sí fue autorizando algunas inversiones privadas.

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Castro pudo haber seguido el modelo de Angola, Mozambique y Etiopía, quienes tuvieron partidos marxistas leninistas que se mantuvieron en el poder con el apoyo de sus tropas o funcionarios. Estos países africanos nunca llegaron a eliminar la economía de mercado para remplazarla por una planificada. En estos tres casos los ex-prosoviéticos decidieron legalizar a sus antiguos oponentes armados y competir en elecciones con ellos. El MPLA angoleño y el FRELIMO se convirtieron en partidos que se mantenían ininterrumpidamente en el poder pero al estilo del PRI mexicano permitiendo la creación de una nueva clase empresarial nativa y elecciones multipartidarias.

En Cuba Castro quiso que el monopolio del poder siga en manos del partido único y que la elite gobernante extrajera su poder de la administración de empresas públicas en vez de tener sus propias empresas privadas. Sin embargo, a medida que el régimen incentiva «joint ventures» e inversiones privadas deben estar surgiendo nuevos empresarios locales (como hoy los hay y con tanta fuerza en China).

Castro ha buscado diversificar su economía y dejar que empresas extranjeras adquieran propiedades o establezcan sociedades mixtas con su Estado. Uno de los sectores claves iníciales en ese giro ha sido turismo y hotelería, pero también se ha extendido a fábricas y a productos químico-farmacéuticos. Ha debido permitir que una parte de su economía quede dolarizada y que su plan quede alterado con fuertes elementos de mercado.

Castro quiso emular el giro de Vietnam y China que mantenían las dictaduras del Partido Comunista pero abriendo sus mercados. En esos casos los comunistas se comprometían a usar su influencia laboral para evitar huelgas, mientras que a sus poblaciones les decían que había que trabajar en torno a esas empresas para levantar la economía. Muchos inversionistas han sabido sacar gran ventaja de ello.

Sin embargo, mientras EEUU ha demostrado gran entusiasmo por invertir en China y Vietnam (pese a las decenas de norteamericanos que perecieron bajo sus balas), en Cuba (al igual que en el caso de Corea del Norte) Wáshington mantiene la hostilidad.

El bloqueo norteamericano no ha hundido a Castro. Más bien, le ha permitido aparecer como héroe de la soberanía nacional y buscar nuevos nexos. Ha entablado buenas relaciones con México y Canadá (socios de EEUU en el NAFTA), aunque queda pendiente ver si el nuevo gobierno conservador canadiense no decida alejarse de la anterior línea de acercamiento a Cuba impuesta por los liberales y prefiera pegarse a la posición de Bush.

De manera especial Castro ha buscado acercarse a la Unión Europea y a América Latina. España ha sido un puente clave. Desde 1991 Fidel y el rey de España (quienes deberían ser antípodas pues uno plantea el comunismo y el otro la monarquía hereditaria) han venido coordinando estrechamente impulsando las cumbres anuales iberoamericanas.

Estas se han dado de manera paralela a las de la OEA con la diferencia que no participaban EEUU y los países angloparlantes, pero donde siempre se planteaban resoluciones buscando cesar el bloqueo contra Cuba. En estas cumbres España lograba reconstruir su relación con sus ex colonias y avanzar como el gran inversor de la Unión Europea en la región, mientras que Cuba se reinsertaba en su continente y atraía capitales ibéricos y latinoamericanos.

De las armas a las urnas

Cuando en 1966 Castro cumplió 40 años Cuba auspiciaba a la Tricontinental y el establecimiento de focos guerrilleros en la mayor parte de América Latina. El Che Guevara estuvo en Congo y luego en 1968 murió en Bolivia.

Cuando Castro festejó medio siglo de vida las tropas cubanas eran enviadas al Africa. Ellas fueron claves en apoyar a los regímenes pro-soviéticos de Angola y Etiopía. Al celebrar sus 55 años Castro había logrado tener en Nicaragua un socio donde también una revolución local apoyada en guerrilleros había depuesto a un dictador.

Sin embargo, Fidel ha ido dejando la diplomacia del fusil. Así como Khadaffi en Libia busca distanciarse de toda forma de terrorismo, Castro hoy quiere que sus partidarios vayan abandonando la vía armada. Fidel quiere exportar expertos cubanos pero en las áreas de salud y educación (tal como lo viene haciendo en Venezuela).

El Congreso Nacional Africano, el IRA irlandés y la ETA vasca se desarrollaron bajo la influencia de Castro, quien hoy alaba sus procesos de desarme e incorporación a la democracia multipartidaria.

Hoy antiguos guerrilleros están en los gobiernos de Bolivia y Uruguay, o colaborando con los de Brasil, Chile y Venezuela. La única guerrilla que queda con peso es la colombiana a quien Castro y Chávez quieren obligarla a sentarse con Uribe a negociar.

El presidente colombiano, pese a ser el más pro-Bush de la región, constantemente se vale de La Habana como mediador ante las FARC y el ELN. La otra guerrilla castrista de peso que quedaba (los zapatistas) ahora buscan operar en la legalidad electoral. En cuanto al senderismo, Granma saludó cuando su jefe Abimael Guzmán fue apresado por Fujimori en 1992.

La derecha puede ser muy hostil a Castro pero también debe reconocer que él ha jugado un rol importante en ir desmovilizando a las guerrillas y hacer que varios de sus líderes y movimientos se hayan integrado a las actuales democracias representatives, con lo que se ha ayudao a estabilizar una época inusual en América Latina. Por primera vez durante alrededor dos décadas donde casi toda la región ha tenido gobiernos electos en comicios multipartidarios.

A pesar que Castro ha empujado a sus camaradas de armas hacia ir a las urnas, él persiste en mantener la dictadura del partido oficial, sistema que él ve como más ‘democrático’ pues, según él, hay menos desigualdad social y más ‘participación popular’.

Si cuando Fidel celebró su 65 cumpleaños veía como se desintegraba su gran benefactor (la URSS), al llegar a las ocho décadas de vida puede ver que, si bien perdió al bloque socialista, las relaciones con el resto de América Latina y el Caribe pasan por su mejor momento.

Hugo Chávez aterrizó en La Habana en el 80 cumpleaños de Fidel. El presidente venezolano ha hecho bastante para ir rompiendo el cerco de EEUU a la isla. La Habana ha impulsado con La Paz, Managua y Caracas el Tratado de Comercio de los Pueblos, contrapuesto al ALCA de EEUU.

Fidel ha visto caer a varios presidentes amigos suyos en el continente (Brasil 1964, Bolivia 1971, Chile 1973, Perú 1975, Granada 1983, Nicaragua 1990) pero nunca antes se ha sentido rodeado por tantos gobiernos cercanos. Tiene por primera vez un bloque económico y político regional (con Venezuela, Nicaragua, Bolivia y en menor medida Ecuador) y buenas relaciones con Argentina y Brasil (las dos mayores economías suramericanas).

La «venezuelización» de Cuba

En diversos sectores conservadores existe el temor que los Castro estarían buscando expandirse y «cubanizar» a estos países. Mucho se habla, por ejemplo, de la eventual «castrificación» de Venezuela.

Ciertamente Chávez ha tomado muchos aspectos de Castro. Sus discursos son también muy largos y están llenos de frases contra EEUU, por el ‘socialismo’, citando a Marx o Lenin , planteando la defensa de las clases y etnias marginadas y ha encontrado en Bolívar a una figura nativa similar al cubano Martí que pueda simbolizar el anti-imperialismo.

Sin embargo entre ambos hay una gran diferencia. Fidel llegó al poder mediante una revolución armada que destruyó a las FFAA existentes, expropió a todas las grandes empresas privadas y estableció una economía centralmente planificada donde el eje de la producción es cumplir cuotas (y no generar una ganancia) y donde inicialmente la moneda dejó de ser un valor para comprar propiedades y generar capital, para ser, esencialmente, un medio de cambio o de contabilidad.

Chávez llegó a palacio mediante las urnas y ha buscado potenciar a las FFAA existentes. Caracas sigue llena de multinacionales norteamericanas y la empresa privada sigue desarrollándose, aunque varios de sus sectores muestren su desafecto con el izquierdismo oficial. También ha mantenido elecciones y una democracia representativa, pese a que sus oponentes indiquen que en ésta hay elementos autoritarios y populistas. En suma, en Venezuela no se ha producido un quiebre y ruptura de su economía y de su sistema, aunque Chávez haya hecho una nueva constitución.

La posibilidad que Chávez, Morales o Lula sigan un camino a la cubana (es decir de ir a confiscar a la empresa privada y socializar toda la producción) es algo imposible. Ya no existe la Unión Soviética, Cuba no desea ese cambio y todos esos gobiernos no quieren desequilibrar a sus respectivos Estados y economías.

Ciertamente que en Venezuela, Bolivia y algunas alcaldías izquierdistas de la región se verá un flujo de profesionales cubanos de la salud y de la educación, y que también se plantearán reformas agrarias y laborales, y algunas nacionalizaciones. Estas medidas no quieren eliminar a la economía de mercado y a la empresa privada sino desarrollarla en un marco donde haya una mayor intervención estatal. Los nuevos liberales cuestionarán a ese modelo como populista y como una traba para captar inversiones privadas y generar un desarrollo tipo Chile, sin embargo, ellos deben reconocer que los castristas ya han renunciado a querer exportar una economía planificada y que, más bien, están gradualmente minando a la que tienen en Cuba.

Mientras muchos ven a Chávez, Morales, Kirchner o Lula como aliados izquierdizantes de Cuba, lo cierto es que, en realidad, ellos están jugando un gran rol en transformar a la isla. Antes que una cubanización de Venezuela lo que tenemos es una venezuelización de Cuba.

Fidel gradualmente se ha ido distanciando de muchos de sus anteriores radicalismos y trata de acercarse ideológicamente a los gobiernos que giran en torno al Mercosur. El petróleo subvencionado venezolano ha levantado a la industria y el sistema de transporte y energía cubanos. A cambio, Cuba le ha dado a Venezuela medicinas, productos y personal cualificado en el área de salud, educación y militar. La alianza de los petrodólares venezolanos y de los servicios de salud y educación cubanos viene teniendo su impacto en la región. Han apuntalado a municipios izquierdistas en Centroamérica, han creado una amplia capa de becarios en el Caribe anglo-parlante (donde hay un creciente interés por la cultura y el medio hispanoamericano) y van a querer tener un impacto en Suramérica (especialmente en Bolivia).

Perspectivas para Cuba

La posibilidad que el sucesor de Castro caiga no es hoy realista debido a la popularidad interna de Fidel y de su movimiento y al contexto internacional. No puede descartarse que él, al igual que su antípoda caribeño Balaguer, llegue a los noventas en el poder (aunque ahora Castro lo haga sin tener sus principales cargos). Los castristas se ufanan que su líder ha resistido 638 intentos de la CIA para asesinarlo y que él también resistirá una década más en palacio.

Ciertamente que para EEUU el régimen de los Castro es un eterno dolor de cabeza. La estrategia republicana es la de la confrontación y eso ha implicado la aprobación de una nueva partida de fondos para gestar su caída.

Posiblemente una nueva administración demócrata (si se diese) pudiese buscar una reconciliación con Fidel. A fin de cuentas Wáshington permitió que el emperador japonés Hiro Hito se mantenga en el poder pese a haber liderado al imperio nipón atacando a millones de norteamericanos. Ciertamente, el monarca del Sol naciente aceptó una rendición incondicional y figurar como símbolo sin mayor poder que dejaba a los EEUU re-estructurar a su país, cosa que Fidel no aceptaría.

Obama ha planteado la posibilidad de reunirse directamente con los castro o incluso de cesar el bloqueo y restablecer embajadas aunque esto último dependería de concesiones de La Habana.

Algunos sectores en EEUU buscan un ala Gorbachov en el PC Cubano y creen que Raúl Castro podría abrir tal camino.
Sin embargo, la forma en la cual Fidel ha designado a su hermano como su primer sucesor es algo que nos recuerda a Corea del Norte donde Kim Il Sung fue el primer líder comunista en dejar el poder a alguien de su familia (a su hijo).

Para muchos estos parece una monarquía o «dinastía roja» y por ende una contradicción con el comunismo que pregona la desaparición de privilegios, herencias y clases. Para los liberales ello es una muestra de la hipocresía del comunismo y para los marxistas más ortodoxos ello es una muestra que el castrismo se ha burocratizado. Sin embargo, para la elite cubana esta continuidad familiar es la mejor garantía de mantener un régimen cercado por EEUU y evitar un fraccionamiento del partido y desbordes sociales.

Para los partidarios de que Cuba se convierta en otra democracia liberal como la del resto del continente quedan dos alternativas: una es buscar un levantamiento popular tal vez apoyado directa o indirectamente por EEUU; y la otra es presionar para una reforma gradual interna.

La posibilidad que en Cuba se repitan los levantamientos pro-occidentales de Europa del este 1989-91 no son hoy muy viables. EEUU ya no pasa por uno de sus mejores momentos de su historia (como fue en 1989-1991) y, más bien, se encuentra enlodado en Iraq, Afganistán y el Asia occidental, donde ve surgir gobiernos y movimientos contestatarios (Hamas en Palestina y Ahmadinejad en Irán quien presiona sobre Siria, Líbano e Iraq).

De otro lado, en América Latina el escenario es distinto al de 1989-91. El Consenso de Washington se ha roto y ya hay varios Estados que difieren del modelo monetarista de moda en los noventas. Allí viene creciendo una nueva izquierda moderada, que no es de corte insurgente sino democratizante. Acepta el mercado, la inversión privada y las estructuras de los Estados que ya han dejado de plantear buscar derrocar.

Un gobierno comunista puede ser depuesto ya sea por fuerzas que están a su derecha (como pasó en Europa oriental en 1989-91) o a su izquierda (como pudo pasar en Europa oriental en Hungría 1956, Praga 1968 o Polonia 1980). Esto último es algo que pudiesen promover algunos sectores marxistas descontentos con las nuevas desigualdades y el aumento de la prostitución, quienes propondrían una revolución dentro de la revolución planteando desprivatizar, reflotar democráticamente la economía planificada y retomando una política exterior militante.

Sin embargo la posibilidad de ir hacia un derrocamiento del régimen (ya sea mediante un levantamiento pro-EEUU o uno democratizador del socialismo) es algo que, si bien puede irrumpir en medio de un volcán comprimido, no se avizora en el futuro más inmediato.

Una isla que depende de la escena mundial

Por el momento la tendencia que más se percibe es la de que los castristas vayan reincorporándose a la región y creando alianzas comerciales que busquen contrarrestar a los Tratados de Libre Comercio con EEUU por un bloque proteccionista latinoamericano.

A medida que más Cuba estreche sus lazos con Venezuela y el Mercosur, se podrán generar dos fenómenos. Uno puede ser la emergencia de un ala de países que pretendan usar los hidrocarburos suramericanos y las economías relativamente menos dependientes de Argentina y Brasil para hacer una forma de bloque latino al estilo de la Unión Europea. El otro puede ser seguir presionando para que los Castro se vayan des-sovietizando y abriendo su régimen económico y político hacia uno más afín al que tienen Venezuela o Brasil.

Varios analistas coinciden en decir que mientras EEUU se viene distrayendo en Medio Oriente Catsro y Chávez han venido avanzando en su «patio trasero». Sin embargo, EEUU requiere «latinoamericanizar» el Asia Occidental (es decir, remplazar regímenes proteccionistas por unos que liberalicen a la economía y a la política). Si logra ese objetivo podrá consolidarse a nivel global y en las Américas. De allí que Chávez tanto intente apoyar a Irán y organizar con Rusia, Bielorrusia, Vietnam y China un contrapeso a Wáshington.

El futuro de esta isla depende de la escena internacional. Fue el interés soviético quien jugó gran rol en transformar a Fidel de «rebelde democratizador a comunista expropiador». La desintegración soviética encontró a Fidel buscando un compromiso entre el ascenso de la globalización liberal y el poder mantener como China y Vietnam un monopolio del partido comunista que se vaya abriendo gradualmente al mercado.

Si la debilidad de EEUU en los sesentas empujó a Fidel hacia la izquierda y si el triunfo de los EEUU en los noventas hizo que Fidel se vaya distanciando de sus radicalismos y de promover insurgencias, hoy gran parte de su futuro depende de como quede EEUU en su guerra antiterrorista global y en su intento de aparecer como el superpolicía del planeta (algo que, por el momento, viene reculando y generando contrapesos por parte de la UE y Rusia).

El castrismo podría acentuar su evolución hacia querer combinar aspectos del viejo plan estatista con nuevas concesiones al mercado (y quizás hacia alguna forma de tolerancia interna) en la medida que vaya gestando un polo afín en su propia región.

La renuncia de Fidel a la Presidencia de Cuba y a la jefatura de sus FFAA no implica que él deja el poder, sino que él se mantiene como la figura central que va permitiendo que se vaya entrenando su sucesor, al tiempo que garantiza una estabilidad y continuidad.

Fidel Castro no solo sigue el ejemplo de Deng Xiaoping de pasar su ancianidad como el líder máximo que supervisa a quienes detentan los principales cargos públicos, sino que buscará hacer que su isla vaya recorriendo el mismo camino chino e indochino de ir hacia una economía que combine el estatismo con la empresa privada pero que imponga orden y crecimiento mediante el monopolio de un partido comunista único.

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* Periodista, analista internacinal. Trabaja en Londres.
www.bigio.org.

Texto íntegro de la carta de renuncia de Fidel Castro
publicada por el diario oficial Granma

Queridos compatriotas:
Les prometí el pasado viernes 15 de febrero que en la próxima reflexión abordaría un tema de interés para muchos compatriotas. La misma adquiere esta vez forma de mensaje.

Ha llegado el momento de postular y elegir al Consejo de Estado, su Presidente, Vicepresidentes y Secretario. Desempeñé el honroso cargo de Presidente a lo largo de muchos años.

El 15 de febrero de 1976 se aprobó la Constitución Socialista por voto libre, directo y secreto de más del 95% de los ciudadanos con derecho a votar. La primera Asamblea Nacional se constituyó el 2 de diciembre de ese año y eligió el Consejo de Estado y su Presidencia.

Antes había ejercido el cargo de Primer Ministro durante casi 18 años. Siempre dispuse de las prerrogativas necesarias para llevar adelante la obra revolucionaria con el apoyo de la inmensa mayoría del pueblo.

Conociendo mi estado crítico de salud, muchos en el exterior pensaban que la renuncia provisional al cargo de Presidente del Consejo de Estado el 31 de julio de 2006, que dejé en manos del Primer Vicepresidente, Raúl Castro Ruz, era definitiva.

El propio Raúl, quien adicionalmente ocupa el cargo de Ministro de las F.A.R. por méritos personales, y los demás compañeros de la dirección del Partido y el Estado, fueron renuentes a considerarme apartado de mis cargos a pesar de mi estado precario de salud.

Era incómoda mi posición frente a un adversario que hizo todo lo imaginable por deshacerse de mí y en nada me agradaba complacerlo. Más adelante pude alcanzar de nuevo el dominio total de mi mente, la posibilidad de leer y meditar mucho, obligado por el reposo.

Me acompañaban las fuerzas físicas suficientes para escribir largas horas, las que compartía con la rehabilitación y los programas pertinentes de recuperación. Un elemental sentido común me indicaba que esa actividad estaba a mi alcance.

Por otro lado me preocupó siempre, al hablar de mi salud, evitar ilusiones que en el caso de un desenlace adverso, traerían noticias traumáticas a nuestro pueblo en medio de la batalla. Prepararlo para mi ausencia, sicológica y políticamente, era mi primera obligación después de tantos años de lucha.

Nunca dejé de señalar que se trataba de una recuperación «no exenta de riesgos».

Mi deseo fue siempre cumplir el deber hasta el último aliento. Es lo que puedo ofrecer.

A mis entrañables compatriotas, que me hicieron el inmenso honor de elegirme en días recientes como miembro del Parlamento, en cuyo seno se deben adoptar acuerdos importantes para el destino de nuestra Revolución, les comunico que no aspiraré ni aceptaré –repito, no aspiraré ni aceptaré,–el cargo de Presidente del Consejo de Estado y Comandante en Jefe.

En breves cartas dirigidas a Randy Alonso, Director del programa Mesa Redonda de la Televisión Nacional, que a solicitud mía fueron divulgadas, se incluían discretamente elementos de este mensaje que hoy escribo, y ni siquiera el destinatario de las misivas conocía mi propósito.

Tenía confianza en Randy porque lo conocí bien cuando era estudiante universitario de Periodismo, y me reunía casi todas las semanas con los representantes principales de los estudiantes universitarios, de lo que ya era conocido como el interior del país, en la biblioteca de la amplia casa de Kohly, donde se albergaban.

Hoy todo el país es una inmensa universidad. Párrafos seleccionados de la carta enviada a Randy el 17 de diciembre de 2007:
«Mi más profunda convicción es que las respuestas a los problemas actuales de la sociedad cubana, que posee un promedio educacional cercano a 12 grados, casi un millón de graduados universitarios y la posibilidad real de estudio para sus ciudadanos sin discriminación alguna, requieren más variantes de respuesta para cada problema concreto que las contenidas en un tablero de ajedrez. Ni un solo detalle se puede ignorar, y no se trata de un camino fácil, si es que la inteligencia del ser humano en una sociedad revolucionaria ha de prevalecer sobre sus instintos. Mi deber elemental no es aferrarme a cargos, ni mucho menos obstruir el paso a personas más jóvenes, sino aportar experiencias e ideas cuyo modesto valor proviene de la época excepcional que me tocó vivir. Pienso como Niemeyer que hay que ser consecuente hasta el final.»

Carta del 8 de enero de 2008:
«…Soy decidido partidario del voto unido (un principio que preserva el mérito ignorado). Fue lo que nos permitió evitar las tendencias a copiar lo que venía de los países del antiguo campo socialista, entre ellas el retrato de un candidato único, tan solitario como a la vez tan solidario con Cuba. Respeto mucho aquel primer intento de construir el socialismo, gracias al cual pudimos continuar el camino escogido.»

«Tenía muy presente que toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz», reiteraba en aquella carta.

Traicionaría por tanto mi conciencia ocupar una responsabilidad que requiere movilidad y entrega total que no estoy en condiciones físicas de ofrecer. Lo explico sin dramatismo.

Afortunadamente nuestro proceso cuenta todavía con cuadros de la vieja guardia, junto a otros que eran muy jóvenes cuando se inició la primera etapa de la Revolución.

Algunos casi niños se incorporaron a los combatientes de las montañas y después, con su heroísmo y sus misiones internacionalistas, llenaron de gloria al país. Cuentan con la autoridad y la experiencia para garantizar el reemplazo.

Dispone igualmente nuestro proceso de la generación intermedia que aprendió junto a nosotros los elementos del complejo y casi inaccesible arte de organizar y dirigir una revolución. El camino siempre será difícil y requerirá el esfuerzo inteligente de todos.

Desconfío de las sendas aparentemente fáciles de la apologética, o la autoflagelación como antítesis. Prepararse siempre para la peor de las variantes. Ser tan prudentes en el éxito como firmes en la adversidad es un principio que no puede olvidarse. El adversario a derrotar es sumamente fuerte, pero lo hemos mantenido a raya durante medio siglo.

No me despido de ustedes. Deseo sólo combatir como un soldado de las ideas. Seguiré escribiendo bajo el título «Reflexiones del compañero Fidel». Será un arma más del arsenal con la cual se podrá contar. Tal vez mi voz se escuche. Seré cuidadoso.

Gracias,

Fidel Castro Ruz.

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