Daniel Divinsky, editor. – EL HUMOR GRÁFICO TIENE EL SENTIDO DE UNA SÍNTESIS

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Ediciones De la flor, que cumplió 40 años, en 1967 publicó su primer libro: Buenos Aires, de la fundación a la angustia (con cuentos inéditos de Julio Cortázar, Rodolfo Walsh y David Viñas). Daniel Divinsky y su esposa Kuki Miller (cofundadora De la flor) pasaron por Guadalajara, y junto a otros colegas consiguieron hacerle un homenaje al mítico editor francés Christian Bourgois.

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Divinsky puede contar entre sus amistades y representados en exclusiva para la Argentina a Quino (abajo, izq.) –y Mafalda–; al crítico italiano Umberto Eco y hasta el mes de julio de 2007 al escritor y monero Roberto Fontanarrosa )izq.) –y Boogie el aceitoso–.Sus maravillosos logros van desde llevar a Buenos Aires el Paradiso de José Lezama Lima; publicar un prólogo inédito de Borges y otro de Sábato. No es raro que la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara ya lo hubiera condecorado en 1997.

Es una entrevista exclusiva para El Clarín de Chile, que venimos preparando desde abril en la Feria bonaerense, Daniel me reprochó que una vez –en Guadalajara– le pedí me tomara una foto junto al escritor Carlos Fuentes (recién llegado del homenaje a Gonzalo Rojas): «Mirá vos, de editor pasé a fotógrafo».

Mi réplica fue: «Dale che, al director de Lom le paso al revés, de fotógrafo se hizo editor». Nos une la amistad con Paulo Slachevsky (el aludido director de Lom) y el recuerdo del Negro Fontanarrosa, que tantos años dibujó en el semanario Proceso de México.

–Bienvenido a Guadalajara, dado que De la flor publica títulos de «moneros» –como les decimos en México a los caricaturistas en el sentido del overol azul que traía el obrero exiliado de España– ¿qué frágiles mecanismos tiene la memoria, el humor gráfico y la palabra escrita?

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–El humor gráfico tiene el sentido de la síntesis, es una forma de transmitir un mensaje a través de una combinación de palabras y dibujos, que a veces equivale a una cantidad grande de páginas; el aspecto práctico tiene que ver que el consumidor contemporáneo –para usar una palabra que no me cae simpática– siente que lee un libro en mucho menos tiempo, de su escaso tiempo disponible para la formación y entretenimiento, que el requerido para leer una novela, un libro de cuentos o textos corridos.

–Ahora resulta fácil pensar, gracias a internet administrar una editorial a distancia, pero en dictadura y ustedes exiliados, en la praxis ¿cómo se las arreglaron para no abandonar su sueño?

–La editorial no estaba en Venezuela seguía en Buenos Aires, mi mujer y yo después de 4 meses en prisión por disposición del poder ejecutivo sin juicio alguno, fuimos liberados por la presión de los colegas y decidimos establecernos en Venezuela; allí trabajábamos para terceros, mi laburo estaba en la biblioteca Ayacucho, mi mujer cofundó la editorial del Banco del libro infantil en Caracas.

«La editorial De la flor quedó en manos de la mamá de mi mujer, una señora mayor, que colaboraba con nosotros en cosas muy elementales, se hizo cargo del manejo general de acuerdo a nuestras instrucciones. Como bien decís, las instrucciones no podían llegar por correo electrónico, ni siquiera por fax, dependía de las cartas llevadas por viajeros o por correo no siempre eficaz y las llamadas telefónicas, con todo eso y la fidelidad de los autores como Quino y Fontanarrosa que no se fueron de la editorial a pesar de que pudieron suponer que sus intereses estaban bajo riesgo, la editorial sobrevivió los seis años de exilio».

–¿Pero cómo libraron la censura?

–Con prudencia enorme; en realidad nosotros somos detenidos después de la prohibición de un libro absolutamente inocente…

–¿Cuál?

–Un libro de título Cinco dedos cuyos derechos yo había comprado en la Feria de Frankfurt en 1973. Era una versión modernizada de la fábula según la cual la unión hace la fuerza, pero a la mirada, no muy sutil, de la censura militar cualquier libro podía ser prohibido, entonces por más que se extremara la prudencia, no había garantía alguna de que un libro pudiera dejar de caer de la mirada del censor, lo que se hizo en la época del exilio, fue publicar solamente lo que ya se había reeditado y en las novedades tener una prudencia enorme.

–¿Por qué cierras el homenaje por los 40 años De la flor en Guadalajara? ¿Qué te representa la FIL?

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–La Feria significó para nosotros el primer reconocimiento internacional importante; cuando hace 10 años, en 1997, nos dieron el Premio a la trayectoria editorial que se ha seguido dando a editores con una carrera que los que disciernen el premio consideraron meritoria. Estamos muy agradecidos con la FIL.

–En la edición de 2007 el Premio de trayectoria editorial fue para el francés Christian Bourgois…

–Se le entregó a la esposa, ya que Christian no pudo viajar a México; antes se le había entregado a prestigiadísimos editores como Jorge Herralde de Anagrama, Beatriz de Moura directora de Tusquets y otros que no recuerdo ahora.

–Siguiendo el ejemplo de Paulo Slachevsky, director de Lom y su asociación con Era (México); Trilce (Uruguay) y Txalaparta (País Vasco) ¿por qué De la flor no trata de coeditar para Latinoamérica más allá de su convenio con Tusquets en España?

–Lo que sucede con ese grupo de editores unidos, es que son más jóvenes y están en una etapa diferente de su evolución como editorial; en el caso de Era –su propietaria Neus Espresate también fue homenajeada en la FIL– son personas que están en una etapa de crecimiento, nosotros estamos en una etapa de estabilidad que tiene que ver con la edad y el paso del tiempo, entonces el entusiasmo es menor, en todo caso no nos hemos negado a coeditar con otros colegas, en países donde no podíamos distribuir nuestros libros, como pasa en España, por ejemplo con Lumen también hemos trabajado en conjunto.

–¿Cómo lidia De la flor con la piratería?

–La piratería es un flagelo general, el principal problema que encontramos en la Argentina es que los mismos funcionarios policiales de la sección que debiera ocuparse de este delito no tenían muy claro en que consistía el delito, al punto que la cámara argentina del libro dictó cursos para la secciones que se llaman defraudaciones y estafas, para que entendieran dónde estaba realmente el delito, hemos tenidos diversos casos, hemos hecho denuncias policiales que por primera vez han tenido una condena para el responsable de piratear libros nuestros –dosdaños de prisión–.

«Lo que hicimos fue reconstituir pruebas, hubo que mandar a un comprador con una cámara oculta que tenía una cinta de video certificada por notario, que documentó dónde se habían comprado los ejemplares piratas; a partir de esa prueba se detuvo al responsable, después de un juicio de cinco años, ejemplifica que se puede conseguir resultados. La trágica y repentina muerte de Fontanarrosa en julio de este año desencadenó la piratería de sus libros de cuentos escalofriantes, la denuncia la tenemos ante servicios tributarios, ya que el estado argentino tiene urgencia por recaudar impuestos».

–¿Qué puede hacer la imaginación y la creatividad de Ediciones De la flor contra la mercadotecnia de las trasnacionales?

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–Hace bastante tiempo, un alto ejecutivo de Random House Mondadori dijo: «las grandes editoriales son como pelotas en una caja, que entre ellas dejaban espacios pequeños que podían ser ocupados, en tanto que las pelotas que ocuparan esos espacios no crecieran como para molestar». Creo que el secreto está en mantener esos espacios y defenderlos, conservar la lealtad de los autores cosa que no siempre es posible.

–En la pasada Feria del Libro porteña te escuché decir: «un editor nunca queda bien con sus escritores», pero para vos trabajar con Quino y Roberto Fontanarrosa fue la excepción de la regla ¿Cómo vivís la muerte de tu amigo El negro Fontanarrosa? ¿Alguna reedición De la flor con sus colaboraciones en Proceso México?

–Publicamos 20 años con Inodoro Pereyra que son los primeros desde la aparición de este personaje, hay 11 años posteriores y todavía habrá un volumen que saldrá en abril próximo, con los dibujos hechos por un colaborador, al que Fontanarrosa le enviaba los guiones, el dibujante que copiaba su estilo y lo hacía.

En lo personal lo viví como una tragedia al punto de que no pude hacer declaraciones, aunque muchos me lo pidieron en su momento, porque la tristeza superaba la posibilidad de actuación que significa una declaración ante los medios. Fontanarrosa padecía –como se le vio el año pasado en Guadalajara-–una esclerosis lateral, una enfermedad incurable y progresiva, estaba inmóvil y su creatividad seguía intacta, realmente dicen los expertos que es una suerte que haya fallecido de un infarto y no con la evolución de la enfermedad.

–Dos creadores emblemáticos del barrio de San Telmo lo visitaron en las páginas De la flor: Borges, el inquilino de la Biblioteca Nacional en la calle México y Quino desde el empedrado de la calle Chile… ¿Cómo llega Mafalda a su catálogo?

–Quino llega a nosotros –primero– como cliente de mi estudio jurídico, él tenía conflictos para cobrar sus derechos de autor de la editorial que había comenzado a publicar a Mafalda y Mundo Quino –su primer libro de humor mudo–, y recurre a nosotros como amigo y abogado. De ahí se consigue cobrar en cuotas lo que se le debía, ya había aparecido Mafalda 5 (con su anterior editor Jorge Álvarez) y Quino me dice: «¿por qué no comenzamos a hacerlo con ediciones De la flor?»

–¿En qué año?

–En 1971 se concreta el acuerdo, con el Tomo 6 de Mafalda, y después todos los libros de él. Actualmente lo editamos en inglés, cuando ninguna editorial anglosajona se interesaba, De la flor lo está publicando con una excelente repercusión.

–¿y Borges?

–En los comienzos de la editorial, cuando todavía no había aparecido el primer libro, una colaboradora que nos asesoraba, Pirí Lugones, nos dijo: «nunca van a conseguir un libro de Borges o de Sábato, pero los escritores son tan vanidosos que si les piden que elijan su cuento favorito de la literatura universal y expliquen en un prólogo por qué, lo harán». Y tuvo razón, Borges eligió un cuento de Hawthorne: Wakefield; Sábato Bartleby de Melville; David Viñas también participó e hicimos el libro de los autores con los prólogos y los cuentos.

«Muchos años después, ya en el exilio en Venezuela, Borges va de visita al país y está firmando libros, lo fui a saludar, le recordé que yo era el pibe editor que en su momento le había pedido la elección de un cuento y me preguntó qué había elegido él, yo le dije: Wakefield y me preguntó que había elegido Sábato, le dije: Bartleby; reflexionó un momento y Borges dijo: «el mío era mejor».

–Debutaste con el libro Buenos Aires, de la fundación a la angustia. ¿Lo consideras tu proyecto más ambicioso? ¿Cómo lograste conseguir los inéditos de Cortázar, Walsh y Viñas?

–Hay una excelente novela de ciencia ficción Las cosmicómicas (Le Cosmicomiche) de Italo Calvino que comienza con el capítulo: Todo en un punto, donde alguien evoca un momento que el universo todo estaba reunido en un punto, y que un personaje de nombre impronunciable con consonantes, dice: «muchachos si tuviera un poco de espacio les amasaría unos espaguetis deliciosos»; todos los reunidos hacen mucha fuerza de voluntad y el universo estalla, es una explicación del Big bang resultante del amor.

«En esa época todo el mundo estaba muy junto, no en un punto, pero mandarle una carta a Julio Cortázar que te contestara y a vuelta de correo recibir un cuento inédito o encontrarte en un café a David Viñas y decirle: «¿cuánto me cobrarías por un cuento?»; es fácil si piensas que corría el año 1996, Viñas escribió Buenos Aires primera capital socialista de Sudamérica.»

–¿Y cuánto te cobraron?

–Cien pesos argentinos, que no sé cuánto sería ahora

–Este 2007 se cumplieron 30 años del asesinato de Rodolfo Walsh, De la flor reedita Operación masacre, su mejor libro; pero me gustaría que nos hablara de Ese hombre y el rescate de sus hojas sueltas e inéditas…

Ese hombre lo había publicado la editorial Planeta hace 10 años, cuando los herederos probaron suerte en uno de los grandes sellos, Patricia Walsh y la nieta –hija de María Victoria Walsh, asesinada por los militares–. Cuando ellas vuelven a nosotros con todos los libros, los únicos que nos faltaban publicar eran: Ese hombre, un cuento basado en Perón que sería la réplica de Esa mujer, el cuento clásico sobre Evita. El que nos queda por publicar y saldrá en 2008 es El violento oficio de escribir, que es una seria de ensayos periodísticos y la militancia política.

–Daniel ¿crees que nos toque ver en la casa londinense Sotheby’s una subasta con los documentos originales que se robaron los militares de la casa de Rodolfo Walsh?

–No practico la ciencia ficción, no tengo idea.<* –Finalmente ¿hay algún escritor por el que darías todo tu reino por un caballo para poder publicarlo?

–No ya a estas alturas no, pero me hubiera gustado mucho ser editor de los libros de George Steiner.

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* Periodista.

Artículo publicado originalmente en www.elclarin.cl. Se reproduce aquí por gentileza de su autor.

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