DAVOS: LA ÉLITE DEL MUNDO MIRA ¿EL FUTURO?
Davos -la ciudad suiza situada a más altura en Europa- es uno de los lugares donde los poderosos y el jet set del mundo usan para mostrarse practicando esquí. Durante siglos fue un sitio donde se atendía a los enfermos de tuberculosis, hasta que la penicilina permitió controlar ese mal. Ese lugar fue -en estos días- la capital real del planeta tierra. En ese paradisíaco lugar se realizó el Foro Económico Mundial número 50.
Por allí transitó la élite mundial, unas 3 mil personas entre invitados (reyes, presidentes, empresarios, referentes mundiales) y participantes, los cuales desembolsaron unos 625 mil dólares para intervenir. Las mujeres fueron apenas un 25% del total de intervinientes. Su objetivo inicial “mejorar el estado del mundo” está lejos de haberse alcanzado.
Si bien se pueden escuchar experiencias y concepciones de diferente naturaleza, lo cierto es que se trata de un Foro donde se perfilan los lineamientos que permitan un mejor funcionamiento del actual sistema del capitalismo occidental.
Por ello es interesante observar como los poderosos de ese mundo están preocupados. Actuando como lo hacían muchos españoles que decían “piensa mal y acertarás” podemos suponer que este temor radica más en su propio futuro que en el drama de la humanidad, que las propias élites dueñas del mundo han provocado.
Algunos hechos de los últimos tiempos, originados en causas diversas, los han puesto en guardia sobre el futuro del actual sistema en el que unos pocos se enriquecen sobre la miseria y el dolor de las mayorías.
Podemos decir, sin temor a cometer groseros errores, que los problemas principales de la dirigencia mundial giran en torno a: el riesgo -nunca totalmente eliminado- de una guerra nuclear, cuyo destino final es impredecible; el cambio climático, cuyos efectos van siendo cada día más rotundos; los avances tecnológicos, particularmente de la inteligencia artificial que han llevado a que varios científicos teman un desmadre de esta tendencia y las rebeldías sociales ante la desigualdad del sistema imperante.
Pero… ¿cuáles son los hechos recientes que alimentan algunos de esos temores del poder? Podemos sintetizar esos hechos en dos cuestiones de estos días. Una es la majestuosidad del incendio australiano, que coloca en el escenario –de un modo dramático- la cuestión ambiental; el otro tema es la implosión de la sociedad chilena, que en los últimos 50 años había sido transformada en el “modelo universal” a seguir.
Ahora el protagonismo de jóvenes –casi niños- traen novedades que no por ocultadas dejan de ser impactantes y que –cualquiera sea su suerte definitiva- dejarán su huella en el origen de otro modelo de sociedad. Todas estas cuestiones aparecieron en el Foro de Davos, al igual que los temores por los riesgos que encierra el actual despliegue tecnológico.
En el tema ambiental, la falta de respuestas efectivas de quienes tienen el poder, las compensaron con simbologías de todo tipo. Trataron que los aviones, que traían a los dueños del mundo, fueran reemplazados por trenes; la multiplicidad de coches procuraron que fueran sustituidos por largas caminatas; en las comidas la carne vacuna fue suplantada por proteínas alternativas o directamente comida vegana; la energía utilizada fue 100% renovable; así se podría seguir con variadas alegorías tendientes a demostrar la falsa preocupación de la dirigencia mundial por este tema.
El discurso más sincero aunque disonante estuvo a cargo de Donald Trump quien denominó a los defensores de estos temas como “alarmistas ambientales”. Mientras que la mayor atracción del encuentro fue la joven activista ambiental Greta Thunberg.
La cuestión tecnológica, cuyos avances -en las ediciones anteriores- habían sido la “niña bonita” de Davos, este año tuvo un tratamiento distinto. El docente Yuval Noah Harari de la Universidad Hebrea de Jerusalem, uno de los intelectuales actualmente más leídos, advirtió –al iniciarse el Foro- que deberíamos preocuparnos más por la invasión tecnológica que por los riesgos de las guerras convencionales.
Lo hizo en función que la inteligencia artificial está creando las condiciones para que la mente esté en peligro, por la influencia de las tecnologías. Una de sus manifestaciones es el riesgo del control o colonialismo de datos que podrían moldear el futuro de la humanidad.
Por último, la implosión chilena trajo al escenario el tema de la inclusión y sostenibilidad del actual modelo social. Todos se llenaron la boca con la necesidad de contar con políticas más inclusivas que hagan sostenible al actual sistema y hubo varias referencias a las propuestas de millonarios norteamericanos de aumentar los impuestos que pagan.
Los dueños del mundo y privilegiados por este capitalismo temen por su futuro. Cada día les cuesta más “cambiar algo para que nada cambie”. Davos fue una muestra de cómo intentan hacerlo a través de un capitalismo menos cruel que el actual.
Juan Guahán