De 1 a 0,7

Los muchachos de “Ocupar Wall Street” tendrán que revisar consignas: ya no es el 1 sino el 0,7 por ciento de los acaudalados quienes controlan el 41 por ciento de la riqueza mundial. Así lo afirma Jason Bellini en el Wall Street Journal precisamente (2013 Wealth Report//line.wsj.com, 15/10/13).
El periodista se basa en un informe reciente del poderoso Credit Suisse según el cual ese 0,7 por ciento está formado por personas cuyos “bienes tienen un valor neto de más de un millón de dólares” (www.credit suisse.com, 10/9/13). Son unos 32 millones de los 7000 millones de habitantes del planeta y su riqueza reunida asciende 99 billones de dólares.

El informe del Credit Suisse divide al 0,7 por ciento en dos grupos: a) el que tiene de 1 millón a 50 millones; b) los de 50 millones para arriba, que en EE.UU. son 45.000. La vasta mayoría de millonarios en el mundo, 28 millones de personas, posee entre 1 y 5 millones, otros 2,2 millones de 5 a 10 millones de dólares y más de otro millón de 10 a 50 millones de billetes verdes. “Dos millones de nuevo millonarios aparecieron en todo el mundo el año pasado.” El 91,6 por ciento de la humanidad se reparte un 17 por ciento de lo que queda.

Se asiste a una crisis económica muy particular. La recuperación estadounidense fue muy, pero muy, benéfica para los multimillonarios por quinto año consecutivo, es decir desde la recesión del 2008. Pero lejos están los tiempos en que los estadounidenses del rubro constituían el 40 por ciento del total mundial y casi todo el resto era de Europa occidental y Japón. Una investigación compartida por Forbes (www.forbes.com/billio naires, 4/3/13) y el Instituto de Estudios Políticos de Washington mostró que la multimillonariez se desplazó de manera notable hacia la región Asia/Pacífico.

Ahora EE.UU. (442 multimillonarios) viene escoltado por China (122, cero en 1995) y Rusia (110). En cuarto lugar se encuentra Alemania (58), seguida de India (55), Brasil (46), Turquía (43), Hong Kong (39) y el Reino Unido (38). Resulta que hay más en Turquía que en cualquier otro país europeo, salvo Alemania.

Claro que no hay winners sin losers. “El desempleo mundial ha subido tras registrar una disminución durante dos años consecutivos y podría aumentar aún más en 2013”, advierte un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) (www.ilo.org, 22/1/13). El número de sin trabajo aumentó 4,2 millones en 2012 y el organismo de la ONU estima que llegará a 202 millones este año, superando el record de 199 millones del año 2009 registrado en el momento más brutal de la crisis. En el 2014 habría 3 millones más. Un cuarto del incremento en el 2012 se produjo en las economías desarrolladas y repercutió en otras regiones, en especial en Asia Oriental y Meridional y el Africa Subsahariana.

Todo periodista sabe que la acumulación de cifras aburre a cualquier lector y quien esto escribe pide las disculpas del caso. Pero la que asoma detrás de la frialdad de los números redondos es un espectáculo nada primoroso. La presentación cuantitativa de la OIT es alarmante y más aún lo es el desacoplamiento de sus partes. Unos 73,4 millones de jóvenes serán desocupados en el 2013, según estimaciones de la OIT, un incremento de 3,5 millones respecto del período 2007-2013: se da “una proliferación de los empleos temporales y un creciente desaliento entre los jóvenes de las economías avanzadas: y empleos de baja calidad, informales y de subsistencia en los países en desarrollo”. Cuando se consiguen.

No es todo, claro. A más edad, más posibilidades de perder el empleo. La alternativa es mantenerlo con salarios a la baja y padecer la inestabilidad de los contratos, la no jubilación, el trabajo en negro, la pregunta de si será posible mantener a la familia en adelante, una sensación de inseguridad que afecta a millones de hogares en todo el mundo, sin duda más que el terrorismo de Al Qaida. Tal vez por eso hay que vigilarlos a todos. Saber qué indignación cultivan y cómo pudiera estallar algún día.

El informe mundial sobre salarios 2012/13 de la OIT subraya que “las diferencias entre el aumento salarial y la productividad laboral, y entre las personas con más ingresos y las que menos perciben, son cada vez mayores”. En su informe 2010/11, que analiza datos de 115 países o el equivalente al 94 por ciento de los 1400 millones de asalariados en el mundo, la OIT revela que “el crecimiento promedio de los salarios mensuales cayó del 2,8 por ciento en 2007 (antes el estallido de la crisis) a 1,5 por ciento en 2008 y 1,6 por ciento en 2009. Si se excluye a China, el crecimiento de los salarios bajó a 0,8 por ciento en 2008 y 0,7 en 2009”. La torta es grande para algunos, chiquita para casi todos los demás.

Juan Gelman

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