De Hegel a la IA y de la IA al Terminator

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“A medida que el esclavo crea productos cada vez más sofisticados gracias a su creatividad, comienza a verse reflejado en ellos. Se da cuenta de que el mundo que lo rodea ha sido creado por sus propias manos. Por lo tanto, ya no está alienado de su trabajo y alcanza la autoconciencia. Mientras tanto, el amo se vuelve completamente dependiente de lo producido por el esclavo. Así es como el amo termina esclavizado por el trabajo de su esclavo”.

Este fragmento remite a la Dialéctica del Amo y el Esclavo, presente en La Fenomenología del Espíritu (1807), escrita por el filósofo alemán Georg Wilhelm Friedrich Hegel.Inteligencia artificial: Hegel y el cerebro conectado

Esta idea me ha llevado a reflexionar sobre el devenir de las tecnologías digitales, en especial la inteligencia artificial (IA), a la cual estamos delegando cada vez más funciones. ¿No estaremos acaso en peligro de convertirnos en los esclavos de una tecnología de la que somos crecientemente dependientes, como sugiere la metáfora de Hegel?

Hegel, además de ser considerado uno de los pensadores más influyentes de la modernidad, fue contemporáneo de los procesos históricos que dieron lugar a la Revolución Francesa. Y si bien en su metáfora de la dialéctica del Amo y el Esclavo no toma como referente explícito dicha revolución, quizá puedan trazarse ciertas analogías entre su esquema teórico y el violento ascenso al poder de una clase social —la burguesía liberal— que, en los siglos previos, venía ocupando un lugar cada vez más preponderante en la administración del Estado absolutista de la aristocracia feudal.  Y cuyas auto conciencias, se expresaba en las proclamas de algunos de sus intelectuales orgánicos, como Voltaire, Rousseau, Montesquieu y Diderot.

En el transcurso del siglo XX, el cine de ciencia ficción —con películas como The Terminator (1984), dirigida por James Cameron, o Matrix (1999), escrita y dirigida por los hermanos Wachowski— describe futuros distópicos en los que las máquinas, al estilo de la revolución francesa, deciden tomar el control de la humanidad. No obstante, es la conciencia que deviene en autoconciencia es el elemento fundamental, para Hegel, de todo proceso histórico.

Esta conciencia sigue siendo, al menos por ahora, la principal característica que nos distingue a los humanos tanto del resto del reino animal como de las distintas herramientas y máquinas que hemos inventado. Cuando en el año 2000 el campeón de ajedrez Garry Kasparov fue derrotado por Deep Blue, entendió que había sido vencido por una máquina. Sin embargo, Deep Blue nunca supo que había vencido a Kasparov, ni pudo comprender la connotación histórica y filosófica de dicho acontecimiento.

Con el desarrollo actual de la IA, otras facultades cognitivas, como la conciencia, que antes se creían exclusivamente humanas —como el autoaprendizaje, la imaginación o la creatividad— también han sido puestas en cuestión.

Garry Kasparov | Biography, Facts, Deep Blue, Chess, & Games | Britannica
Garry Kasparov vs Deep Blue

La IA, a diferencia de los antiguos modelos lineales o secuenciales, funciona mediante redes de nodos neuronales interconectados, que simulan la estructura del cerebro humano y se tornan más eficientes al incorporar mayor cantidad de datos. Esto ha dado lugar al desarrollo de las denominadas redes neuronales profundas. Por cuya contribución a esta tecnología, en 2024 se otorgó el Premio Nobel de Física a John Hopfield y Geoffrey Hinton. Estas redes permiten a la IA desarrollar fórmulas algorítmicas capaces de generar procesos de autoaprendizaje, modelos predictivos cada vez más eficaces e incluso interpretar nociones y conceptos abstractos.

En los últimos años, hemos visto a distintas versiones de la IA componer canciones de los Beatles que los cuatro de Liverpool jamás escribieron, producir imágenes con estilos surrealistas o impresionistas, y generar o resolver hipótesis científicas. Más allá de los debates que estos fenómenos suscitan sobre lo que entendemos por aprendizaje, imaginación o creatividad, los nuevos atributos de la IA han llevado a intelectuales como Yuval Noah Harari —autor de Sapiens: De animales a dioses y Homo Deus: Breve historia del mañana— a sostener que la IA ya no puede considerarse simplemente una herramienta, como lo fueron en su momento el bronce, la electricidad o la energía atómica, sino como una entidad en sí misma.

Sapiens. De animales a dioses (Edición especial 10º aniversario). Breve ...Sin embargo, Harari no predice un futuro apocalíptico en el que la IA tome el poder desplazando a los humanos, pero sí advierte sobre el peligro de que una inteligencia artificial interconectada a nivel global pueda generar cambios sociales y culturales a una velocidad tan vertiginosa que la humanidad no esté en condiciones de asimilarlos. Este fenómeno, quizás, ya lo estemos comenzando a experimentar en forma embrionaria, a partir de imágenes, videos y otras narrativas que circulan por las redes y cuya veracidad resulta cada vez más difícil de verificar.

En lo que respecta al desarrollo potencial de una suerte de conciencia cibernética, predecirla como una reproducción literal de nuestra conciencia humana quizás implique caer en un sesgo antropocentrista. Además, hoy sabemos que la conciencia humana no se rige únicamente por un paradigma cartesiano o lógico-racional, sino también por un océano mucho más profundo de emociones, deseos y ambiciones de carácter pulsional e inconscientes.

Y que son aspectos no solo nos definen como especie, sino que también han influido, en determinados contextos históricos y culturales, en el surgimiento de fenómenos cíclicos como las guerras o las revoluciones, los cuales, no necesariamente tendrían que estar presentes en una versión digital de la conciencia. No obstante, hace unos días, tuve la oportunidad de volver a ver, a cuarenta años de su estreno, la primera versión de The Terminator, proyectada en 1984 en el contexto de la Guerra Fría, cuando todavía no había caído el Muro de Berlín, no existían los teléfonos celulares ni las redes sociales, e internet y las computadoras personales no eran de uso masivo.The Terminator HD Wallpaper: A Cyborg Legend

De hecho, en el film, el Terminator, interpretado por un joven Arnold Schwarzenegger, recurre a una guía telefónica de papel para localizar a su víctima, Sarah Connor.En el transcurso del metraje, hubo una escena que llamó especialmente mi atención: cuando Kyle Reese, el soldado que había viajado del futuro para proteger a Sarah Connor del Terminator, le cuenta que en su tiempo las máquinas, a las que la humanidad les había delegado los sistemas de defensa, se volvieron más inteligentes.

Dando lugar al surgimiento de un nuevo tipo de inteligencia —que en la secuela de 1991 se denomina Skynet—, la cual decidió que su enemigo no eran las computadoras del bando contrario, sino los propios humanos, a quienes intentó exterminar o esclavizar.¿Es posible que los guionistas del film, al estilo de Julio Verne, hayan predicho con cuarenta años de anticipación el surgimiento de lo que hoy conocemos como inteligencia artificial y sus posibles consecuencias apocalípticas? Sé que mi interpretación quizás peque de cierto sesgo paranoia, pero parafraseando la última frase de Imagine, de John Lennon: “sé que no soy el único”.

 

*Licenciado y Profesor en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA).

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