Una manifestación para exigir “menos migración», un «reparto justo de viviendas» (están en contra de los centros de acogida de refugiados) y «políticas transparentes”. Que derivó en fuertes disturbios, el ataque a la sede del partido de centroizquierda D66 —considerado por la extrema derecha como un partido pro-migración al servicio de las “élites progresistas”— e incluso un intento de asalto al Parlamento.
Estos disturbios han sacudido a la opinión pública holandesa a un mes de la celebración de elecciones generales, el próximo 29 de octubre. La migración, y en particular la legislación relativa a los solicitantes de asilo, está en el centro del debate electoral.
El partido de Geert Wilders ganó holgadamente las últimas elecciones de 2023 con el 23% de los apoyos, convirtiéndose en el partido más votado de los Países Bajos. Sin embargo, no logró conseguir suficientes escaños para gobernar en solitario y tuvo que llegar a un acuerdo con otros tres grupos parlamentarios de la derecha para poder formar gobierno. A pesar de haber sido la fuerza más votada, los partidos de la coalición acordaron que Wilders no solo no sería el primer ministro, sino que ni tan siquiera formaría parte del gabinete. A cambio, el PVV obtuvo cinco importantes carteras ministeriales.
La exclusión del líder ultraderechista no impidió que manejara a sus ministros desde fuera, siendo el mismo Wilders el que anunció en su perfil de la red social X la salida del gobierno. El cálculo de Wilders era forzar una repetición electoral en un marco ventajoso para sus intereses, haciendo del endurecimiento de la política migratoria, el cierre de las instalaciones de acogida y la devolución de los solicitantes de asilo en la frontera, los ejes del debate político. Y, a pesar del liderazgo del PVV en las encuestas, su margen con la izquierda del GroenLinks-PvDA se ha reducido sensiblemente, a menos de cuatro puntos.

Una situación que, por desgracia, no es ni mucho menos una particularidad de los Países Bajos, sino más bien una realidad generalizada en toda Europa. Este mismo verano lo hemos sufrido con especial virulencia en Torre Pacheco, Alcalá de Henares, en Irlanda del Norte o en el Reino Unido el año pasado. Donde hay un común denominador: el odio al migrante pobre, especialmente musulmán; y un mismo patrón de actuación: una campaña previa de desinformación y odio.
Aunque quizás lo más novedoso de este fenómeno es cómo estos brotes racistas están saltando de la esfera virtual de las redes sociales a la vida real, a las movilizaciones sociales en la calle. Esto ocurre gracias a la aparición de nuevos movimientos de ultraderecha canalizados a través de influencers del odio, con un importante impacto entre la juventud, poco estructurados, descentralizados y con una propensión a la acción violenta.

Tommy Robinson
El ejemplo más paradigmático ha sido el del activista neonazi Tommy Robinson (alias de Stephen Yaxley-Lennon), fundador de la Liga de Defensa Inglesa (EDL, por sus siglas en inglés), y principal influencer del odio en los pogromos del Reino Unido en el verano de 2024. Robinson ha conseguido trasladar la agitación en redes sociales a la movilización en la calle: primero con los pogromos de hace un año contra los migrantes y, hace dos semanas, con una movilización en Londres que reunió a unas 110.000 personas.
Esta movilización, titulada Unir el Reino (Unite the Kingdom), un juego de palabras con el nombre del país en inglés (United Kingdom), ha sido todo un hito para el movimiento neonazi inglés: nunca antes en su historia habían conseguido una convocatoria tan masiva. La movilización contó con Elon Musk, quien entró por videoconferencia como invitado sorpresa. De hecho, el propio Robinson —y este movimiento— le deben mucho a Musk: sin él, es muy probable que no hubiera sido posible la movilización en Londres.
No podemos olvidar que Musk restauró la cuenta de Robinson, cancelada por incitación a la violencia; amplificó sus mensajes en su red social X durante los pogromos, llegando a ser vistos más de 434 millones de veces, un volumen que quintuplicaba la media que registraba antes del estallido de la violencia. Incluso, el multimillonario y dueño de X se sumó a los ultraderechistas ingleses, atacando a la comunidad musulmana del Reino Unido y al gobierno laborista, amplificando los mensajes racistas en medio de los disturbios.
Las movilizaciones en el Reino Unido se han dado en el contexto de un crecimiento vertiginoso en las encuestas de la ultraderecha antiinmigración de Reform UK, que ya se sitúa como primera fuerza, a un paso de una hipotética mayoría absoluta. Donde ya no solo asistimos a un peligroso crecimiento electoral de la ultraderecha parlamentaria, sino que también se combina con una creciente movilización de sectores extraparlamentarios aún más radicalizados, que están dando el salto de las redes sociales a nuestras calles.
Así, mientras Geert Wilders y su partido del PVV parecen ser la única formación del anterior gabinete de coalición que mantiene sus resultados electorales en las encuestas, situándose nuevamente como primera fuerza, la convocante de la movilización que derivó en los disturbios de La Haya el pasado sábado, Els Rechts, se sitúa como una de los actores prominentes de la ultraderecha, especialmente entre los más jóvenes.
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