Desafíos del periodismo, entre amenazas y retos futuros, vistos por los propios actores

 

Mundo cambiante, la revolución digital en marcha, medios de comunicación tradicionales en crisis, profesión amenazada, periodistas en búsqueda de nuevos paradigmas. Temas comunes vitales para los informadores del mundo entero.

La segunda semana de junio del año en cuso Túnez congregó a 300 representantes de más de un centenar de sindicatos y asociaciones de prensa de un número similar de naciones de los cinco continentes.

“El futuro del periodismo en la era digital” definió el marco temático referencial del 30mo Congreso de la Federación Internacional de Periodistas (FIP), *voz* de unos 600 mil comunicadores de todo el planeta –de los cuales casi 450 mil son afiliados a ésta, la mayor central de la rama.

Sin embargo, el debate de los delegados presentes entre el 11 y el 14 de junio en la capital tunecina desbordó cualquier “chaleco de fuerza” conceptual. Y se expresó con pasión en las discusiones de 63 mociones ordinarias y una docena de propuestas urgentes. Pretextos legítimos para que cada continente acudiera a este encuentro trianual con sus propias preocupaciones y prioridades.

Realidades diferentes, prioridades comunes

Reflexiones que, sin embargo, en la tierra globalizada, no distan demasiado entre una y otra región.

Aparecen así, hoy, en la gran agenda única del periodismo, las consecuencias nefastas que sobre la profesión produce la concentración monopólica de los medios. El desmantelamiento de redacciones enteras. La pérdida de empleos y la fragilidad de muchísimos informadores que trabajan para sitios de Internet “on line”. La primacía que toma la noticia-mercancía sobre la información-bien público. Los ataques contra la libertad de prensa y de los medios.

La importancia de las convenciones colectivas de trabajo; la defensa de los medios independientes y del servicio público de información. Los riesgos crecientes de incontables mujeres y hombres de prensa que trabajan cotidianamente en zonas de guerra o en situaciones políticas complejas, desde Honduras y México, hasta India, pasando por Palestina, Italia, Polonia, Hungría, por citar apenas algunos ejemplos emblemáticos.

Un congreso mundial cada tres años no puede aportar soluciones mágicas a desafíos tan existenciales como los que se confrontan los constructores de la información. Pero aporta señales, propuestas e iniciativas valiosas para unificar conductas y comportamientos presentes y de futuro.

Seguridad y ética

En este caso, en Túnez, se aprobaron dos instrumentos que tendrán una importancia estratégica para el periodismo.

El primero, la Convención sobre Seguridad e Independencia de los periodistas. Un documento que desde hace más de un año recorre el camino del cabildeo internacional para encontrar adhesiones entre instituciones y gobiernos. Y que será presentado en octubre del corriente año a la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York a la espera de un espaldarazo definitivo del sistema onusiano. Dicho convenio busca reforzar la protección de los actores de la profesión que trabajan tanto en realidades conflictivas como en situaciones de paz, por ejemplo, en la cobertura de procesos electorales. Y asegurar la fuerza obligatoria de aplicación por parte de los Estados que decidieran, en el futuro, asociarse y firmarlo.

El segundo, es una nueva Carta Ética Mundial para Periodistas, que los delegados presentes en Túnez ratificaron, con la convicción que en el planeta Tierra siglo XXI, es fundamental clarificar valores y actitudes deontológicas que enmarquen el ejercicio de la profesión.

De acuerdo con el deber primordial del comunicador, enfatiza la Carta, “el o la periodista defenderá, en todo momento, el doble principio de la libertad de investigar y de publicar con honestidad la información, la libertad de comentario y crítica, así como el derecho a comentar equitativamente y a criticar con lealtad. El/ella se asegurará de distinguir claramente la información de la opinión”.

El plagio, la distorsión mal intencionada, la calumnia, la difamación y las acusaciones sin fundamento serán consideradas faltas profesionales graves, señala el nuevo código ético. Recordando que el periodista se abstendrá de actuar como ayudante de la policía u otros cuerpos de seguridad.

La rapidez/inmediatez de la noticia, no debe impedir la verificación de las fuentes y el ofrecimiento de una respuesta a las personas implicadas, sostiene el documento aprobado en Túnez quien le asegura al comunicador el derecho de guardar el secreto profesional sobre las fuentes de información.

Solidaridad de género, activa

Representando a los tres sindicatos y asociaciones de periodistas que existen en Suiza, la delegación de syndicom llevó al congreso de la FIP una temática de extrema actualidad en el sector: la desigualdad salarial entre mujeres y hombres periodistas. En la jornada de la clausura del Congreso los delegados presentes en Túnez votaron una moción de solidaridad con la huelga de las mujeres helvéticas -que se realizaba ese mismo viernes 14 de junio- subrayando en especial las reivindicaciones de las periodistas suizas. (https://syndicom.ch/it/attualita/articolo/sostegno-allo-sciopero-delle-donne-anche-da-tunisi/).

Más de 1.200 profesionales de la información (mujeres y hombres) habían suscrito un documento en línea (www.journalistinnen.ch) que señalaba “las discriminaciones sistemáticas que golpean a las mujeres en los medios”.

Tres de cada 4 puestos de dirección, explican las comunicadoras, están ocupados por hombres. El personal de las redacciones políticas, económicas y de opinión -claves en la formación de conciencia y por lo tanto de poder- es en un 70% masculino. En las empresas suizas de prensa, a pesar de la igualdad de experiencia profesional, las mujeres ganan actualmente un promedio de 700 dólares mensuales menos que los hombres. Diferencia que, a nivel de puestos jerárquicos, puede llegar incluso a los 1.400 dólares.

Para la mayoría de las mujeres periodistas, insiste el documento, “la maternidad se convierte un obstáculo para la carrera”. Por lo cual exigen, entre otras reivindicaciones, formas de trabajo que permitan compatibilizar las responsabilidades profesionales y las necesidades familiares. A lo que se adjunta la exigencia esencial de la paridad salarial; la lucha contra el “sexismo en el periodismo” y contra toda forma de acoso, fenómeno que impacta redacciones y centros de trabajo según el documento helvético ratificado en el 30mo Congreso de la FIP.

Evento que marcó un hito en la defensa de la profesión. No solo por reiterar las reivindicaciones salariales-sociales esenciales para los comunicadores. Sino también por avanzar piezas en el complejo tablero de una profesión amenazada tanto por los poderes económicos monopólicos, como por las nuevas formas de autoritarismos institucionalizados así como por los mecanismos deconstructivos crecientes de las “fake news”.

*Sergio Ferrari en colaboración con swissinfo.ch

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