El cobre cumple un rol relevante en la transición energética. En América Latina, Perú representa 10 % de la producción mundial de cobre, siendo Cerro Verde la principal minera en este rubro. No obstante, este éxito coexiste con más de una década de conflictos socioambientales. Así, el futuro de la minería se ve envuelto entre malas prácticas operacionales que afectan a comunidades y territorios, gobernanzas desalineadas con metas climáticas y los impulsos de mineras por reducir su huella de carbono en tiempo limitado.
En el silencio madrugador de Tiabaya, antes de la primera aparición del sol, Rogelio Roel comienza su jornada. Previamente, prepara una bebida caliente para aliviar la tos seca que lo acompaña siempre al despertar y dirige sus pasos hacia su chacra, donde sus cultivos de cebolla, ajo, lechuga y apio lo esperan para la rutina de limpieza. Si no es ágil, el polvillo blanco que se posa sobre ellos se endurecerá pronto con los rayos del sol.
A 40 minutos del distrito arequipeño, el polvillo blanco encuentra su origen como subproducto de la actividad minera. Cerro Verde, la gigante operación del grupo económico Freeport-McMoRan Inc. (FCX), se destaca como una de las principales productoras de cobre en Perú, país que ocupa el segundo lugar a nivel mundial en la producción de este mineral.
De hecho, según la Agencia Internacional de Energía (AIE), Perú representa 10 % de la producción mundial de cobre. La actividad minera desempeña, por tanto, un papel crucial en la economía peruana al generar 65% de divisas del país a través de sus exportaciones a China, India, Estados Unidos, Canadá, entre otros.
Desde la ampliación de Cerro Verde en 2016, que aumentó su producción anual de cobre en 272.000 toneladas, la empresa se ha destacado en el primer lugar de la producción cuprífera, llegando incluso a representar 2,6% del PIB nacional y 34% del PIB de Arequipa. Solo entre enero y noviembre de 2023, la compañía produjo 432.184 TMF (tonelada métrica de contenido fino).