Desalojos anunciados en EEUU: el 99% contra el 1%
Hay otra razón por la cual el pueblo –»el 99 por ciento»–, que supuestamente es representado por sus legisladores, no confía en el Congreso: casi 50 por ciento de sus integrantes pertenecen al 1 por ciento. De acuerdo con una nueva investigación del Center for Responsive Politics en Washington, 250 legisladores (47 por ciento del total de senadores y representantes) pertenecen al exclusivo club según el valor medio de sus bienes y deudas reportados. Dos tercios del Senado y casi la mitad de la Cámara de Representantes son millonarios. El valor medio neto de un senador en 2010 fue de un promedio de 2.63 millones, mientras el valor medio neto de un representante promedio fue de 756 mil 765 dólares. Tampoco hay discriminación por partido: 37 demócratas y 30 republicanos del Senado reportaron un valor neto superior de un millón de dólares en 2010 (los datos oficiales más recientes). En la cámara, 110 republicanos y 73 demócratas son millonarios.
Mientras «nada funciona» en Washington, un grupo de multimillonarios, unos conservadores, otros liberales, ha ocupado el vacío para promover con sus acciones «filantrópicas» una serie de «reformas» e iniciativas para influir en las políticas públicas en varios rubros, desde educación y salud hasta el desmantelamiento de la legislación laboral y ambiental. Por un lado están los hermanos Koch, de Koch Industries, que financian el Tea Party, y legisladores que buscan anular derechos laborales y ambientales. Por otro lado están Bill Gates y señora (Microsoft), Eli Broad y Mark Zuckerberg (Facebook) que, junto con millonarios de fondos de especulación, han promovido reformas en educación pública a su gusto, incluyendo esfuerzos para semiprivatizarla y lucrar con ella. Otros como Howard Schultz, ejecutivo en jefe de Starbucks, y William Conway, de Carlylye Group, también buscan «incentivar» políticas de generación de empleo y desarrollo económico.
Diane Ravitch, tal vez la crítica de políticas de educación más importante del país, ha denominado a los promotores de estas políticas de educación «club de multimillonarios», que ejerce influencia masiva con casi nula rendición de cuentas al público. Otro crítico, Richard Brodsky, de la organización de investigaciones Demos y ex legislador estatal, comentó al New York Times que todo esto es una especie de «compra de influencias» a gran escala, y afirmó que «la noción de que una sociedad es mejor servida por los súper ricos ejerciendo sus instintos caritativos es, al final, antidemocrático».
El misterio sobre la esencia antidemocrática, tanto económica como política, de la visión neoliberal está revelado en los hechos. No sorprende que, justo cuando culmina esta ocupación de todo por los más ricos y sus cómplices políticos, reaparezca el 99 por ciento en el panorama anunciando su intención de desalojar al 1 por ciento.
*Corresponsal de La Jornada de México en EEUU