Desde el vientre del monstruo: el imperio al desnudo
Saul Landau.*
En los diez años del nuevo siglo la disfunción sistémica de Estados Unidos se ha vuelto más dramática. El gobierno respondió retrocediendo por el antiguo río egipcio. Millones de norteamericanos beben agua insalubre, los suicidios entre militares aumentan; las escuelas decaen y los programas de salud se derrumban".
(The New York Times).
El senado aprobó sin discusión un presupuesto de “defensa” de $626.000 millones de dólares. Desde 1947, cuando el Departamento de Guerra se convirtió en el Departamento de Defensa, el congreso ha asignado millones de dólares, pero todos para ofender y con resultados dudosos: Corea (1950-1953), Viet Nam (1964-1974), Iraq y Afganistán. Ninguno de esos países nos atacó o amenazó.
En Copenhague Obama reflejó la actitud negativa del congreso, bancos y corporaciones y ofreció lugares comunes para reducir el calentamiento global, aunque admitió los peligros del creciente calentamiento global. El planteo de desagradables situaciones futuras significa un pesimismo político inaceptable. Como era de esperar, la prensa renunció a todos los temas que no estuvieran relacionados con los escándalos protagonizados por figuras famosas.
En septiembre pasado dijo que el mensaje principal de los medios modernos era “Compren esto, compren lo otro”. Después de ver a CNN, una cadena cuyo fundador Ted Turner atribuyó a Fidel la idea de conformar una cadena global de noticias, calificó a tal tipo de “noticias” como suministrador de “desorientación universal”.
La confusión masiva también proviene de las prioridades. A medida que crecía el desempleo y se prolongaba la guerra, los titulares de los periódicos y de las noticias de TV mostraban las mujeres de Tiger Woods. Ni siquiera George Orwell imaginó cómo las incesantes imágenes y audio chocantes podían combinarse con lo borroso de la letra impresa para ahogar al público en un gran desorden.
Los mal encauzados residentes de EEUU también entraron a la segunda década del siglo como víctimas, debido a estafas y engaños perpetrados por los directores generales de empresas. Las trampas perpetradas por los más altos ejecutivos del país provocaron que los militares redujeran a ruinas partes de Iraq y Afganistán, con gran número de muertos y heridos.
El siglo comenzó con elecciones falsas. La capacidad presidencial de Bush se equiparó a la mía como pintor de iconos religiosos. No importa. El Tribunal Supremo decidió que la democracia no incluía el conteo de los votos en La Florida.
Poco después de que el compinche y contribuyente a la campaña de Bush, el jefe de ENRON “Kenny-Boy” Lay quedó al desnudo cuando su compañía estafó al público –pérdidas de millones de dólares ocultadas por una contabilidad fraudulenta– supimos del nuevo significado de la palabra “innovadora”. Durante seis años consecutivos la revista Fortune calificó a ENRON como la “compañía más innovadora”.
Algunos ejecutivos de ENRON ganaron miles de millones ayudando a provocar el desastre y luego aprovechándose de la carencia de energía en California; otros orientaron a creativos contadores en cursos de amañado de contabilidad a fin de crear la imagen de rentabilidad. Otras corporaciones de proporciones monstruosas muy bien consideradas también ccayeron (Adelphia y WorldCom) gracias a ganancias dudosas y la especulación de altos ejecutivos.
A pesar de las señales de advertencia de que la “prosperidad” incluía la falsa contabilidad, los presidentes de la Reserva Federal ofrecieron predicciones color de rosa acerca de un "boom" eterno de las viviendas. La economía estadounidense se desenvolvería en un ascenso perpetuo.
El venerable Bernie Madoff garantizaba a los clientes –con falsas declaraciones de fondos– que disfrutarían fortunas aún mayores si invertían en fondos de pensiones de donación en su modelo de estafa de $64.000 millones. Los buenos tiempos de Bernie funcionaron por más de una década.
Bush no había hecho nada digno de crédito hasta que la pandilla de Osama atacó. Los neoconservadores de la Seguridad Nacional de Bush impusieron entonces sus planes agresivos a un congreso aterrorizado y a medios sin escepticismo. De alguna manera, la invasión a Afganistán sería una respuesta a la indignación del 11/9, eliminaría del país al odiado talibán y, lo más importante, capturaría al malvado Osama ben Laden.
Sin temor ni pruebas, los ideólogos neoconservadores manipularon al público en EEUU y en Inglaterra. En un tiempo récord obtuvimos una nueva guerra y una Ley Patriota rápidamente redactada para limitar nuestras libertades con el propósito de detener a Ben Laden, el cual deseaba limitar nuestras libertades.
Después de que no surgiera oposición a la guerra con Afganistán, el vicepresidente Dick Cheney y el secretario de Defensa Donald Rumsfeld “engañaron” a los medios y al Congreso, con la complicidad de británica, para llevar la guerra a Iraq (vea el filme In the loop) Durante más de seis años y cientos de miles han muerto. La integridad de Iraq ha sido destruida. No se encontraron armas de destrucción masiva ni vínculos de Saddam con Al-Qaeda, Bush y Blair se encogieron de hombros: “El mundo está mejor sin Saddam”.
Los familiares de los muertos no deben quejarse porque sus seres queridos murieron en aras de “un mundo mejor”.
El escándalo también golpeó a la religión. Al ultra religioso predicador Ted Haggard le gustaba que le introdujeran drogas en su fondillito deseoso de estimulantes, –según el masajista usted sabe qué en orificio drogado de Ted–. Al igual que el ficticio Elmer Gantry, Ted predicaba a favor de la fidelidad mientras imaginaba situaciones pervertidas. Después de ser descubierto, Ted se curó de su “homoerotismo” pasando dos semanas en rehabilitación cristiana. Ahora, felizmente junto de nuevo con su esposa e hijos, Ted sirve de consejero a otros con “problemas” similares.
En noviembre de 2008 los norteamericanos, aún en proceso de recuperación de la pesadilla bushista, votaron a favor de la “esperanza” y el “cambio”. Obama entonces nombra a los mismos antiguos perpetradores en los máximos cargos de la economía (Gethener como secretario del Tesoro y Summers como asesor económico principal) y continuó la guerra afgana aumentado las tropas.
Nuestra podrida infraestructura algún día se curará sola y los desempleados arruinados por la liquidación de hipotecas deberán tener fe.
¡Feliz Año Nuevo y salgan a las calles!
* Cineasta, miembro del Instituto para Estudios de Política.
En http://progresosemanal.com