Desde Lima: Carta abierta a Evelyn Mathei

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Usted afirmó que la violencia aparece en Chile con los socialistas. Eso  es
falso de falsedad absoluta.

El general Ramón Freire, exterminador de mapuches, allá por 1818, no era socialista.

Los militares pagados por la corona británica que hicieron la revolución contra la Constitución y el contra el Presidente constitucional de Chile en 1891, y asesinaron y
descuartizaron a militares constitucionalistas (como el general Orozimbo Barbosa), no eran socialistas.

El general Silva Renard, que asesino a 3.600 obreros indefensos en la escuela Domingo Santa María de Iquique, en 1907, no  era socialista.

Los militares que en 1925 asesinaron obreros en el norte de Chile, desde la oficina Morusia hasta San Enrique, no eran socialistas (en  la Coruña asesinaron a 2.500 obreros; los que quedaron vivos, unos 300 , fueron exterminados al día siguiente en San  Enrique).

El general  Gamboa, vencedor de la masacre que el mismo denominó, y así lo publicó El  Mercurio, «la Batalla de Santiago» el 2 de abril de 1957, no era socialista.

  

El general Carlos Ibáñez del Campo, dictador de Chile en 1925 y el primero  en usar la técnica de los desaparecidos y echar los cuerpos al mar, no era socialista.

Si usted se refiere a la violencia ocurrida en el último cuarto del siglo XX  debo aclararle que los asesinos del Comandante en Jefe del Ejército, general  Schneider, eran de Patria y Libertad, organización terrorista creada y dirigida por Pablo Rodríguez Grez, abogado de conocidos genocidas, como Marcos de Filipinas o Pinochet de Chile.

Esos asesinos estaban asesorados y  pertrechados por altos mandos de las Fuerzas Armadas y el planeado secuestro contaba con la autorización del presidente Eduardo Frei Montalva. No me lo estoy inventando. Me lo dijo
personalmente, pocos días después de los  hechos, en Castelldefels, Jorge Inostroza, el mismo del 7º de Línea.

Usted alega que no hay aviadores inculpados en casos de violación de Derechos Humanos, pero estuvieron metidos desde el comienzo en la DINA y en todos los organismos de represión. Recuerde, honorable Senadora, que fueron
aviadores los que bombardearon blancos indefensos como La Moneda y la casa de los presidentes de Chile (que no era propiedad del Dr. Allende).

Los cuerpos de los defensores de La Moneda, asesinados en el regimiento Tacna, fueron primero enterrados en terrenos de la Fuerza Aérea. Cuatro días antes del golpe trasladaron a Santiago a un coronel desde Punta Arenas, porque había sido el mejor instructor de tiro y bombardeo en ‘Los Condores’ de Iquique. Adivine en que blanco pensaban.

Hay que ser muy buena hija para pretender que su padre no participó en violaciones a los Derechos Humanos. Es posible -y le concedo el beneficio de la duda- que su señor padre no haya torturado ni asesinado directa y personalmente a nadie. Pero es imposible que no supiera lo que estaba ocurriendo en Chile. ¡Si lo sabía yo, con detalles y desde los primeros días, viviendo en España y sin ir a Chile desde 1969 hasta agosto de 1977!

Y  créame que no hablo por boca de ganso. Estuve en todos lados y conversé con mucha gente. En mi primer viaje a Chile llevé documentos secretos al General Leigh que le enviaba el Cónsul de Barcelona y conversé con sus ayudantes,  coroneles de la Fuerza Aérea, que me invitaron a un bingo -al que asistió el  general Leigh- y conversé con varios coroneles más y le puedo jurar que todos sabían exactamente lo que estaba ocurriendo en Chile. ¿Cómo podía  ignorarlo su padre? Y si sabía lo que ocurría, era como mínimo cómplice y encubridor de las violaciones a los Derechos Humanos.

Si alega ignorancia, entonces usted está afirmando que su padre era un imbécil, porque sólo un  retardado mental podría haber ignorado, estando en la cima del Poder, lo que estaba ocurriendo.

Honorable Senadora, para su buen gobierno, está probado y comprobado -por documentos oficiales de EEUU- que el desabastecimiento y la violencia fueron planeadas en el Despacho Oval de la Casa Blanca, por Nixon y Kissinger, con ayuda de malos chilenos, traidores a la patria, como Agustín Edwards, con mucha anterioridad al golpe de Estado.

Este mismo golpe fue  planificado en los Estados Unidos de América por el presidente de esa nación y sus ayudantes, y fue ejecutado por generales traidores y rastreros, en beneficio de los intereses de civiles que ahora «se están corriendo» (*) y de intereses de compañías transnacionales y de los Estados Unidos. El móvil fue el robo del área de propiedad social: unos cien mil millones de dólares.

La Fuerza Aérea participó de este botín y sus aviadores cobraron, bajo pretexto de una guerra inexistente, doble sueldo durante 17 años. No contentos con ello se quedaron con miles de kilómetros de territorios de propiedad de  todos los chilenos y todavía no los devuelven.

Lamento informarla de que su padre, si no fue actor de esos delitos, fue cómplice y encubridor.

Muy atentamente,

Máximo Kinast

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(*) Correrse, en Chile significa esquivar responsabilidades.

Las imágenes e la senadora Mathei se tomaron de la edición digital de la revista Qué pasa (www.quepasa.cl/revista/2002/ 09/13/t-13.09.QP.NAC.PERSONAJES.html).

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