Desigualdad: negro, como en la ruleta, viene el siglo 21

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

La desigualdad creciente que acarrea la concentración mundial de la riqueza en muy pocos países industrializados también se refleja al interior de Estados Unidos, donde la brecha entre ricos y pobres crece sin cesar a costa de la paulatina desaparición de la «clase media». Simultánea y paradójicamente la Casa Blanca liberó de sus responsabilidades tributarias a los ciudadanos de más altos ingresos cargando la mano de los impuestos a los trabajadores, tal como se lo enrostró John F. Kerry a George W. Bush en los recientes debates por TV.

fotoEsta contradicción crucial para la supervivencia del modelo económico neoconservador fue el tema más ignorado por la gran prensa de EE.UU. durante el último año, según el Proyecto Censurado de la Universidad de Sonoma, California -un listado anual de las noticias verdaderamente importantes proscritas de los grandes medios- que se realiza desde los tiempos de Watergate, hoy bajo la dirección del académico Peter Phillips.

Según la metodología de su investigación anual, Proyecto Censurado seleccionó esta historia periodística entre varios trabajos publicados en medios alternativos de habla inglesa, tales como «La abundancia se divide», entrevista con Edward Wolf escrita por Robert Weissman para Multinational Monitor de mayo de 2003 (Vol. 24, No. 5); entrevista del equipo de Buzzflash con David Cay Johnston publicada en dos partes (26 y 29 de marzo de 2004); «Una de cada tres personas será un habitante de los tugurios de aquí a 30 años, advierte agencia de la ONU» crónica de Juan Vidal publicada en el London Guardian el 4 de Octubre de 2003; y «Desigualdad grotesca», nota de Robert Weissman, para el Multinational Monitor de julio/agosto 2003.

La ubicación del tema estuvo a cargo de los académicos Greg Storino y Phil Beard, secundados por los estudiantes investigadores Caitlyn Pardue, David Sonnenberg y Sita Khalsa. Ésta es la traducción del reportaje importante más censurado en la gran prensa, según la última versión del anuario Censored Project 2005 lanzado el 23 de octubre en Berkeley.

La tendencia en EEUU

La igualdad y la imparcialidad fueron temas de gran discusión en el siglo XVII: la igualdad ante la ley, la igualdad de oportunidades, etcétera. Considerada por los redactores de la Constitución (de Estados Unidos) entre los aspectos más importantes de un sistema democrático, la palabra «igualdad» aparece prominentemente a través del documento. En los 200 años siguientes, la mayor parte de las naciones industrializadas tuvo algún éxito en disminuir la brecha entre ricos y pobres.

Sin embargo desde los años 70 la desigualdad de la riqueza aumentó aguda y dramáticamente en los Estados Unidos, mientras se estabilizó o aumentó levemente en otras naciones industrializadas. No es ningún secreto que esta tendencia está en curso, aunque es raro ver un programa de noticias de TV anunciando que el uno por ciento más rico de la población de EEUU posee en la actualidad alrededor de un tercio de la riqueza del país. Esta cuestión se discute pero, en gran parte, a puertas cerradas.

Durante el breve auge económico de los años 90, los analistas conservadores reconocieron que se ensanchaba el boquete entre ricos y pobres, pero afirmaron que los ingresos de los pobres todavía aumentarían considerablemente respecto de sus niveles anteriores. Hoy la mayoría de los economistas conviene en que los datos de los últimos 25 a 30 años son inequívocos, sin importar su orientación política. El cinco por ciento más alto está disfrutando una porción cada vez más mayor del pastel, mientras que el 95 por ciento inferior está perdiendo claramente y la «clase media» estadounidense está condenada a desaparecer con velocidad.

Según el periodista económico David Cay Johnston, autor de Perfectly legal (Perfectamente legal), esta tendencia no es el resultado de un proceso natural, o de un «darwinismo social» de «la supervivencia del más apto». Es el producto de las políticas sobre legislación conseguidas a dedo durante los últimos 25 años por el esmerado «lobby» de las corporaciones y de los super-ricos.

Las nuevas protecciones fiscales de los años 80 desviaron la carga de los impuestos al capital sobre el trabajo. Las protecciones fiscales hicieron disminuir el valor del ingreso federal que provenía de la tributación de las grandes corporaciones desde el 35 por ciento en los años de Eisenhower hasta el 10 por ciento en 2002. Durante la ola de desregulación de los 80 y los 90, el Congreso aprobó leyes -a menudo sin leerlas- que desregularon en gran medida a la actividad financiera.

Estas leyes eliminaron, por ejemplo, los incentivos -que eran poderosos- para que los contables se comportaran con integridad o para que las compañías destinarán una cantidad razonable a los programas de jubilación de sus empleados, y desembocaron en los publicitados escándalos -demasiados, últimamente- que sacudieron a la Enron, a Global Crossing y a otras corporaciones.

El impacto global

Como siempre, las tendencias económicas de EE.UU. dejan una huella global que, esta vez, resulta un cráter. Los 400 estadounidenses más prominentes por sus ingresos generan actualmente tanto dinero en un año como la población entera de los 20 países más pobres de África -más de 300 millones de personas-. Pero en EEUU, los líderes nacionales y los grandes medios de comunicación nos dicen que la única salida de nuestro propio agujero económico está en el crecimiento de la economía y en poner fin al aprovisionamiento de recursos naturales desde otros países, como el petróleo.

Una serie de informes emitidos en 2003 por Naciones Unidas, y otros grupos de análisis de la economía global, advierten que el aumento futuro del desequilibrio de la riqueza a través del mundo tendrá efectos catastróficos si continúa el desenfreno. Un informe de Hábitat -Centro ONU para los Asentamientos Humanos- divulgó que un tercio de la población del planeta habitará en tugurios -villas miserias, pueblos jóvenes, poblaciones callampas- en un plazo de 30 años, a menos que los gobiernos trabajen para controlar la actual expansión sin precedentes del crecimiento urbano. Casi un sexto de la población mundial vive actualmente en esas condiciones.

La ONU advirtió que la falta de planificación y la situación sanitaria amenazarán la estabilidad política y fiscal de los países del Tercer Mundo, donde los tugurios urbanos crecen más rápidamente de lo esperado. El desequilibrio de la pobreza se está trasladando rápidamente desde las áreas rurales a las urbanas, mientras la población del mundo se desplaza desde el campo a la ciudad.

Como los países ricos despojan a los países más pobres de sus recursos naturales en un intento por estabilizar los suyos propios, los habitantes de éstos se encuentran en una situación cada vez más desesperada. Este proceso de deterioro ejerce presión sobre los países ricos para que permitan la creciente inmigración, a la vez que exacerba -a futuro- las tensiones políticas que ya son críticas y amenaza la seguridad política y económica global.

Los economistas de la ONU responzabilizan a las prácticas del «libre mercado» y a las políticas neo-liberales de las instituciones internacionales de crédito, como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Organización Mundial de Comercio (OMC) -así como a los países industrializados que las conducen- por gran parte del daño causado a los países del Tercer Mundo durante los últimos 20 años.

Muchas de estas políticas ahora se ponen en ejecución en EE.UU., a la par con la aceleración de la concentración de la riqueza. E incluso el FMI ha publicado un informe en que advierte a EE.UU. sobre las consecuencias de sus apetitos y gastos excesivos.

En los países en vías de desarrollo la concentración urbana de las industrias clave más rentables para los inversionistas extranjeros, requiere que las personas se trasladen a las ciudades, mientras que la privatización forzada de los servicios públicos les quitó a esos países la capacidad de llegar a ser estables o de lograr equilibrar alguna vez sus finanzas.

Mientras tanto los estrictos calendarios de «reembolso terminante» asignados por mandato de las instituciones globales, hacen virtualmente imposible que los países pobres puedan amortizar su carga de la deuda. «En una forma de colonización que probablemente sea más rigurosa que la original; muchos países en vías de desarrollo se han convertido en proveedores de recursos primarios del mundo y se atrasan cada vez más en sus pagos», dijo un analista de la ONU.

Los economistas del mundo concluyen que si demasiadas naciones del planeta alcanzaran un punto de derrumbe económico devendría una situación que haría colapsar a la economía global entera.

Otras fuentes de información

Los responsables del Proyecto Censurado proporcionan, además, algunas otras fuentes para profundizar la información sobre la inequidad y la concentración del poder económico a nivel planetario:

www.inequality.org

www.dollarsandsense.org
www.pbs.org/now/politics/income.html

www.guardian.co.uk/usa/story/0,12271,1118425,00.html

Entrevista a David Cay Johnston en la revista Democracy Now! (¡Democracia ahora!), del 17 de mayo de 2004.

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* Periodista y escritor. Su último trabajo de investigación, Los dueños de Venezuela, se publicó en Caracas por Fondo Editorial Questión en setiembre de 2004.
Este trabajo fue difundido también por el programa
Paralelo 21, de la Radio de la Universidad de Guadalajara, México (www.radio.udg.mx).

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