Díaz Eterovic, escritor. Charla con un escriba sobre los tiempos que corren (I)

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Marcos Bravo / Lagos Nilsson

Heredia es el gran aporte de la literatura urbana de los últimos años para la comprensión del desenvolvimiento social de Chile. Heredia no tiene nombre, del mismo modo que los chilenos a veces parecen carecer de referentes contemporáneos válidos. Pero de lo que se trata es de conversar. Ramón Díaz Eterovic, empero, pone límites al reconocerse "el escriba que de tarde en tarde se junta con Heredia, y le saca información para luego escribir sus novelas. Un cronista de sus andanzas". Habrá que saber quién es, después de todo, Heredia. Y en una segunda vuelta espiar al autor.

"Heredia se autodefine como un testigo, y cómo surge, no se; muchos creen hice un estudio de mercado, lo que no es así. De pronto estaba ahí. Y tampoco había leído gran cantidad de novela policial, era un principiante en ese vicio, conocía lo básico. Pero de pronto pensé en todo lo que se había vivido durante la dictadura, el tema de la represión, el poder político, la poca claridad de la justicia, etc., y por dónde tomarlo, para que no fuera lo habitual, un testimonio o una novela marcadamente política…

"Entonces pensé que los códigos de la novela negra, se prestaban para hablar de lo que pasaba en Chile, en lo político y en lo social. Ahí surge Heredia, cómo testigo y justiciero. Por ejemplo, en la primera novela quería que quedara como un justiciero de nuestro lado… de mi lado, de la izquierda, que fuera alguien capaz y se metiera en los temas de violaciones a los DD.HH, que enfrentara, como en esa novela, a la gente de la DINA –lo que es poco creíble, pero era eso: crear a alguien que fuera capaz de hablar de lo que estaba pasando".

Ramón Díaz Eterovic (Punta Arenas, 1956) antes de iniciar los relatos y andanzas de Heredia, detective privado que prefiere olvidar su primer nombre, publicó dos libros de poesía, dos series de relatos breves y producción para niños. Es probablemente el más destacado exponente del género policial en Chile. Su obra ha sido traducida a varias lenguas europeas. En 1987 aparece La ciudad está triste, el primer Heredia. El último, por ahora, La oscura memoria de la armas, es de 2009. Entre otros, obtuvo en 1996 el Premio Municipal de Novela de Santiago.

Con Heredia irrumpen una serie de personajes, como el gato Simenon, su único interlocutor válido –algo que quizá sólo comprendan quienes también comparten la vida con uno–, Anselmo, el del puesto de diarios y revistas que lo saca de apuros, mujeres que nunca se quedan –o que mueren–, borrachines, policías honestos y simplemente policías, magistrados, periodistas y asesinos.

Lo estable en la vida y los afectos de Heredia, fuera del gato, es un rincón de Santiago cuyas fronteras inmediatas son la vieja estación Mapocho, algunos bares de la calle Bandera, un puente sobre el río, el Parque Forestal y allá lejos la Plaza de Armas y el bar del hotel City; barrio en acelerado proceso de modernización (léase demolición) cuyos espectros de un ayer olvidado permearon la siquis del investigador: escéptico, melancólico, recio, solitario, consecuente consigo mismo en un universo que olvidó el sentido del término.

–¿Que has visto cambiar –o crees ha cambiado– en la sociedad chilena en estos 22 o 23 años de andar dando vueltas con Heedia?

–Desde 1990 a la fecha hay algo más de democracia y tolerancia, pero aun estamos lejos de lo que uno quisiera. Por otro lado, me abruma el individualismo y el anhelo de poseer, que nos ha convertido en meros consumidores, y de paso, deudores. Falta solidaridad y deseo de participar, lo que determina que las organizaciones sociales sean débiles y desarticuladas, y que cada cual piense desde su parcela.

"Me molesta el exitismo y el faranduleo, el chaqueteo y la envidia como normas de conductas. Me apena la poca presencia de la cultura en la vida de los chilenos, lo que nos hace más superfluos. En fin, tantas cosas, pero es nuestro país y en el tratamos de hacer lo que nos parece necesario".

–Por qué el sector Bandera, Puente, Mapocho? ¿Acaso una voluntad de marginación, marginalidad o mero ejercicio de nostalgia?

–Es un barrio popular que siempre me gustó, colorido, vital. Tiene cierta marginalidad a pesar de estar en el centro de Santiago y aun conserva rincones de una ciudad que va desapareciendo. Viví algunos años en los alrededores del barrio y cuando pensé en una ubicación física de Heredia de inmediato me saltó la imagen de la calle Aillavilú.

"Además es un asunto de la memoria, de preservar en la memoria social lugares que nombro en las novelas y que ya no existen. De hecho es un barrio que lo están echando abajo casi todos los días".

–Cómo bien dices, a través de tu novela quieres ir dejando una huella de los barrios y de hechos que hasta el momento han quedado plasmados solo en los relatos oficiales, en los tribunales, en la prensa, hechos reales que tamizas con ficción. ¿Cuánto de lo que escribes es ficción o hay también de tras ella investigación?

–Hay en algunas novelas investigación, pero rudimentaria. Por ejemplo en Ángeles y Solitarios, que trata el tráfico de armas, tuve que averiguar un poco, ya que no tenía idea del tema. También en otros casos, como en la última novela (La oscura memoria de las armas), donde los milicos están metidos en el tráfico de armas… Y resulta que en la realidad dos oficiales fueron condenados por estar involucrados en ese asunto.

"Hay otra novela, en la que  toco ese tema a propósito del asesinato del coronel Hubber. Pero si bien investigo algo, son investigaciones de leer cosas, no he entrevistado a nadie. De pronto sí se necesita hablar con alguien para que te entreguen algunas pistas. En general es un trabajo de leer la prensa y otros escritos sobre la materia".

–¿Dónde encaja Heredia –qué representa, si algo representa– en la sociedad chilena?

–Heredia representa un anhelo de justicia y verdad en una sociedad donde eso no siempre se da. También es el guardian de una utopía solidaria que aun late en nuestra sociedad. Es un testigo de lo que somos y hemos sido. Y seguirá en las mismas, metiéndose en el tema de las carencias que puedan haber en la democracia actual que hay, en las injusticias que se siguen cometiendo.

"En la última novela se vuelve a los primeros temas, de los milicos, la represión, pero entremedio hay otras que tocan otras temáticas, por ejemplo en El Color de la Piel, se toca el tema del racismo chileno, la discriminación con los peruanos, etc., hay otra que tiene que ver con el tráfico de armas, con el narcotráfico, temas del modelo neoliberal que van influyendo en lo literario, entonces he ido tocando otros asuntos que pasan en la sociedad chilena, la injusticia, la transparencia, cosas que están mal".

–Heredia rara vez tiene la opción de elegir, el destino o la suerte parece hacerlo por él, condenarlo a la soledad. En caso extremo ¿entre una mujer y Simenon?

–Pienso que optaría por Simenon, porque en definitiva el gato representa a Heredia dialogando con su conciencia.

Primera aproximación al autor

–¿Cuál es la relación, si existe alguna, entre Heredia y D.E? ¿Será el personaje una suerte de "venganza" del autor?

–Hay algunas cosas que compartimos. El gusto por el tango y el jazz, la afición por el fútbol y el Magallanes; la cercanía con las carreras de caballos, cierto humor negro y desencantado; la visión sobre las cosas que pasan en la sociedad chilena. Pero en lo demás somos distintos. Heredia hace muchas cosas que yo no sería capaz de hacer. El maneja armas y autos, cosa que yo no sé, y tiene una manera de enfrentar los peligros que no es la mía.

"Heredia es una suerte de amigo interior con el que suelo reunirme a menudo a conversar de la vida y de las cosas que él investiga. Es también un personaje que me ha dado muchas de las satisfacciones que un escritor puede aspirar a través de su obra, especialmente en lo que se refiere a los lectores que siguen sus historias, que se identifican con sus cosas y a veces hasta creen que puede ser un personaje real al que pueden encontrar en algún lugar del Barrio Mapocho".

–Alguien afirmó que ningún escritor debe (o puede) escribir más de 10 novelas policiales. Heredia está sobre ese límite de la decena. ¿Una opinión?

–No comparto esa afirmación. Me gusta la tradición que hay en la novela policial de autores que han desarrollado largas sagas con sus personajes. He publicado doce novelas, tengo inédita la número trece y escribo la que sigue. A veces pienso que la existencia de Heredia puede llegar a la veintena de novelas. Pero tampoco es una meta, escribo mis novelas porque me nacen y las siento necesarias, al menos para mí, y no para llegar a una cantidad determinada o publicar una novela cada cierto tiempo.

–En términos políticos y sociales, ¿cómo se define Heredia?

–Un hombre de izquierda, no de la izquierda concertacionista.

–Díaz Eterovic es un escritor que llaman de éxito, es un hecho concreto, no peyorativo; es un tipo que está llegando a la plena productividad… ¿qué piensa él, no Heredia, de la política cultural que se ha mantenido en el país en los últimos 20 años?

–No sé si exista una política muy clara, muy definida; yo creo, para ser justo, que algo se ha hecho en generar alguna infraestructura: bibliotecas, cosas así ,y algún apoyo a los creadores que son cuestionados; pero, salvo eso, siento que no hay políticas fuertes, claras, desarrolladas, como para enriquecer culturalmente a la gente, al pueblo.

"No hay una política que le haga contrapeso al bombardeo de estupideces que la gente tiene a diario en la TV, de los diarios. Entonces cosas como la literatura, la poesía, las novelas están alejadas del interés de mucha gente. Por ello se ha promovido un consumo cultural de cosas muy básicas, superficiales. Es muy insuficiente lo que se ha hecho. Y se han abandonado, terrenos que deberían ocuparse en cosas interesantes, la propia televisión, hoy es un asco, sencillamente banal".

–Así como tú dices, que no hay una política cultural desarrollada, ¿qué opinas de la afirmación de que la intelectualidad chilena, de alguna manera, se acomoda a esta institucionalidad cultural existente, en vez de generar o demandar una política más potente?

–Creo que es cierto, antes los escritores hablaban de compromisos, hoy hablan de ventas.

"Hoy existe un exceso de individualismo, mucha gente que produce en términos artísticos o culturales sólo piensa en lo suyo, se ha desmovilizado toda esa colectiva más solidaria, que había por ejemplo en los años ochentas, cuando se trataba de luchar contra la dictadura desde lo cultural y se formaban grupos, colectivos, se hacían revistas… La gente se interesaba por juntarse y hacer algo.

"Mi generación… creo que hicimos hartas cosas en ese tiempo contra la dictadura, pero después nos replegamos, un repliegue bastante notorio. Hoy cuesta juntar a un grupo de personas y formar algo, una revista, lo que sea. Hoy me relaciono con escritores jóvenes que están intentando hacer cosas colectivas y reflejan lo que actualmente está pasando, generando nuevamente una literatura con contenido social.

"Pienso que eso debería ser estimulado, pero no lo es en términos generales".
 
(La segund parte de la conversación se publicará el domingo nueve de agosto).

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