DILMA EXPULSADA POR UNA CONSPIRACIÓN LEGAL E ILEGÍTIMA
El progresismo suramericano sufrió su golpe más duro. Si bien era previsible y se lo veía venir, la destitución de Dilma Roussef consolida la idea de “cambio de ciclo”, en toda la región. Ahora viene el debate por la duración de lo que ya está entre nosotros y –para los más jóvenes- lo que vendrá después.
La audiencia definitiva fue unan cuestión formal. Nada podía cambiar lo que hace tiempo se había resuelto en otros lugares. Los legisladores, encargados de ejecutar la sentencia -que otros habían decidido- estaban allí cumpliendo su rol.
Desde un palco el trovador Chico Buarque masticaba su repugnancia. Escuchó toda la defensa, hecha para la historia, de su amiga Dilma. Muchos de aquellos siniestros personajes le recordaban su canción “Malandro” (tramposo), la misma que grabara premonitoriamente hace más de 30 años: “malandro con el aparato oficial // malandro, candidato para malandro federal // malandro, con contrato, con corbata y capital”. Allí estaba Chico Buarque asistiendo al entierro de cuerpo presente de sus propios sueños y los de millones y millones de sus compatriotas.
La inconsecuencia gubernamental con aquellos sueños permitió que, a quienes se suponía desplazados para siempre, hayan vuelto a la pirámide del poder. Una vez más se ha probado que gobernar haciendo concesiones a los requerimientos del poder económico, en lugar de calmarlos, lo que hace es incentivar su voracidad.
En este caso actuaron cumpliendo con todos los ritos de esta democracia. Ahora ya estamos notificados que no hacen falta los golpes de estado para restablecer los poderes oligárquicos.
El pueblo salió y sigue saliendo, en dosis no muy significativas, a defender a Dilma. Tampoco fueron masivas las movilizaciones para defender al nuevo gobierno. Para la inmensa mayoría de los brasileños lo que prima es el temor al futuro.
Respecto a ese futuro el candidato con mayor intención de voto, para las elecciones presidenciales del 2018, es Inácio “Lula” da Silva. Pero desde el poder económico esperan que estos dos años le permitan dejarlo fuera de carrera o construir alguna candidatura que lo supere. El PMDB del cual forma parte el nuevo Presidente, fue un aliado del Partido de los Trabajadores, durante todos estos años. Su futuro es una incógnita por tratarse de un conglomerado de intereses regionales, atados nacionalmente con un hilo muy delgado.
Desde el punto de vista de nuestra política interna esta nueva situación es una buena noticia para Macri. Lo es por dos razones. Por los vínculos personales con los sectores que ahora gobiernan Brasil. También lo es porque, en términos económicos, Brasil comienza a levantar cabeza, después de algunos años de crisis que son los que fueron usados como excusa para esta destitución de Dilma, junto a una red de corrupción que facilitó o permitió su gobierno y el de Lula.
Juan Guahán