Dispersa el ejército marcha de apoyo a Zelaya; dos muertos en domingo

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Arturo Cano, desde Tegucigalpa*
 
El anciano tiene las manos tintas de sangre, rabia en los ojos y cuatro dientes. Hace cinco minutos un muchachito cayó a su lado, herido de muerte. “Yo lo levanté, yo lo levanté y está muerto”, repite a todos Juan Angel Antúnez Antúnez, cuya ropa toda es una mancha de sangre. Y lo dice ahí, detrás de la malla ciclónica de la base de la fuerza aérea Hondureña, con los soldados que acaban de disparar a unos pasos: “¡Tengo 73 años, pero los güevos bien puestos!”
Quince minutos antes de las cuatro de la tarde, hora anunciada para el arribo del presidente José Manuel Zelaya Rosales, varias decenas de miles de sus partidarios lo esperan, repartidos en todo el perímetro del aeropuerto internacional de Toncontín, concentrados sobre todo en las entradas.
 
Cae un jovencito
La policía nacional les ha permitido llegar hasta ahí. Una parte de los manifestantes se pega a la malla ciclónica y comienza a zarandearla. De pronto, un tiro. Y comienzan a volar latas de gas lacrimógeno que los zelayistas devuelven, acompañadas de piedras y botellas. Más tiros, primero espaciados y luego continuos, de fusiles M-16. La gente corre para alejarse de la valla, con excepción de jóvenes osados que se parapetan en la barda del mirador para seguir lanzando piedras a los soldados. Juan Ángel Antúnez está en un mirador donde, en días normales, los hondureños miran despegar y aterrizar las aeronaves. Ahí cae el jovencito a su lado, con un tiro en la cabeza.
 
Desde el aire y antes de llegar al espacio aéreo hondureño, José Manuel Zelaya habla con la cadena Telesur: “Están impidiendo al aterrizaje, están amenazando con enviar aviones de la fuerza aérea”.
 
El avión, donde también viaja el presidente de la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas, Miguel D’Escoto, se va rumbo a Managua. “Si tuviera un paracaídas…”, dice Zelaya antes de despedirse en la entrevista desde el aire.
 
Acto seguido, el gobierno de Micheletti encadena nuevamente radio y televisión, primero con imágenes bucólicas de Honduras, acompañadas de música garífuna. Luego, con la bandera de fondo, una voz grave informa que el gobierno ha decidido adelantar el toque de queda para las seis y media de la tarde. La cadena ocurre al filo de las seis, lo cual deja escasa media hora a los manifestantes para abandonar las inmediaciones del aeropuerto y encerrase en sus casas.
 
“No nos vamos, el hombre tiene que regresar en las próximas 48 horas”, dice uno de los dirigentes de la resistencia quien define a los zelayistas, como “expertos” en la toma de carreteras y afirma que no les dejan otra salida que intensificar sus acciones.
 
Las televisoras y las radios encadenadas repiten la rueda de prensa del gobierno de facto, y también la ofrecida ayer por los obispos hondureños, en apoyo a los golpistas.
 
Terminada la repetición, en el 8 de televisión, gubernamental, se da paso a un programa de una organización venezolana llamada Fuerza Solidaria, que no sólo destroza a Hugo Chávez, sino también a su oposición, a la que acusa de hacerle el juego “electorero” al presidente venezolano: “No ha habido ni habrá salida electoral mientras Chávez siga en el poder… ¡El comunismo jamás triunfará en Venezuela!”
 
Hacia las ocho de la noche, cuando la ciudad se vacía y la cadena CNN informa en vivo desde esta ciudad, su señal se esfuma nuevamente. Se da paso a una nueva cadena, esta vez a cargo de Héctor Iván Mejía, vocero de la policía nacional: dice que las manifestaciones de apoyo a Zelaya “se volvieron agresivas” y derivaron en un “enfrentamiento con resultados no constatados”. También hace un “enérgico llamado, a nacionales y extranjeros, de abstenerse de promover el desorden”. Finaliza el comisionado de policía: “Dios bendiga a Honduras”.

 

*Enviado especial de La Joirnada de México

 

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