Dudas occidentales ante cambios en Medio Oriente

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Juan Guahán*

Mientras Medio Oriente se sacude, Occidente duda. Lo que empezó siendo una revuelta en un país de relativa importancia (Túnez) se está transformando en una rebelión regional y en importantes perspectivas de cambio en la situación internacional.

Egipto el país más poblado de Medio Oriente (83 millones de habitantes) vive una auténtica rebelión popular. La mayor importancia de lo que sucede en Egipto no está en el volumen de su población, el peso de su historia o desarrollo alcanzado, sino en su ubicación estratégica y en el rol internacional que viene asumiendo en las últimas décadas. Israel, socio principal de la política norteamericana en el mundo, ha logrado mantener cierto equilibrio interno a partir de haber doblegado e impuesto sus criterios a Egipto, después de la “Guerra de los 6 días” (1967).

Desde allí en adelante, particularmente después del envenenamiento del Presidente, Coronel Gamal Abdel Nasser, Egipto ha sido “el aliado árabe” para las políticas del sionismo y sus intentos de dominar la región y someter a sus pueblos, comenzando por la tragedia que aún padece el pueblo palestino. El desarrollo de los acontecimientos que están aconteciendo en Egipto puede condicionar o modificar esa situación. De todas maneras el “sueño americano”, de contar con Egipto como su gran aliado en Medio Oriente, parece estar desmoronándose.

Es posible que tarden semanas o meses en percibirse con claridad el rumbo que tomará Egipto después de estos acontecimientos y el fin de Hosni Mubarak. Cuando todavía no está claro cuántas víctimas y dolores todavía falta atravesar para terminar con el actual Régimen pareciera que el destino de esta rebeldía está vinculado al modo que evolucione la situación en dos grandes actores de este proceso. Se trata de las fuerzas armadas egipcias y el componente religioso.

Con todas las combinaciones y espacios grises posibles se pueden resumir  las diferentes posibilidades en los siguientes términos.

Respecto a las fuerzas armadas, el Ejército -su componente principal- oscila entre dos grades perspectivas. Su oficialidad superior, profundamente vinculada a los negocios, acuerdos y decisiones de los grandes países occidentales y su alianza con Israel, trata que la salida del actual Régimen introduzca la menor cantidad de cambios posibles. En la oficialidad joven y tropa aún mantiene cierto prestigio la tradición “nasserista”. Estas corrientes aspiran que el poder militar de Egipto esté al servicio de un sistema más nacionalista y menos comprometido con norteamericanos e isrelíes.

El espíritu antiimperialista -laico y socialista- propuesto por Nasser fue larga y profundamente traicionado en las últimas décadas. Ese espacio, vinculado a su identidad nacional, lo han ido ocupando algunas expresiones del islamismo, que no ha parado de crecer en los últimos años. Los “hermanos musulmanes”, de ambiguas posiciones, se han constituido en la principal expresión de esta corriente de pensamiento.
La mayor parte de los dirigentes que pueden tener una influencia importante en los próximos años se revindican como creyentes.

A título de ejemplo se puede señalar que Mohammed El Baradei, ex Premio Nobel de La Paz y que estuviera al frente de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AEIA), al regresar a El Cairo para presentarse como uno de los principales candidatos para el futuro, tuvo como primera actividad pública participar de una ceremonia religiosa. Algunos sectores religiosos se inscriben en esta tendencia de un “islamismo moderado” que los países centrales quieren tener como interlocutor del mundo islámico. Existen, en cambio, otros sectores próximos a planteos más radicalizados que tienen en las autoridades iraníes su punto de referencia.

Por otro lado los países centrales saben que la mayor parte de las cartas no están de su lado. Es muy difícil, por no decir imposible, que logren mantener la influencia actual. De todas maneras procuran que las salidas” sean lo menos traumáticas que se pueda, para sus intereses.

Por último, el gran protagonista: el pueblo, con su rebeldía a cuestas, está logrando el objetivo de sacarse encima al actual Régien, sin que sepa con claridad el futuro de este inmenso sacrificio.

*Analista de Question Internacional

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