ECOLOGISTAS Y POBRES AVES

940

Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Podrá parecer políticamente incorrecto, pero ¡me tienen hinchado los ecologistas! Siempre encontrándole «peros» a cualquier iniciativa de industrialización o progreso material, en defensa de dos o tres familias, por ejemplo, que disfrutan de un determinado paisaje, mientras no se construye allí una central hidroeléctrica que podría dotar de energía a millones de personas en las grandes ciudades.

La piedra de toque de estos «ecolobbistas» perpetuos es, precisamente, el tema de la energía. Con razón protestan contra el uso del «petcoke» en las centrales termoeléctricas, que envenena el entorno, pero se equivocan burdamente cuando las emprenden contra formas limpias de generación, como el agua en cataratas, o el simple aire, es decir, el viento, que además es gratis.

Veamos, si no, lo que sucede en México. El gobierno azteca proyecta instalar en las ventosas costas del Golfo de Tehuantepec, al sureste del país, más de 3 mil molinos generadores de electricidad. Dotados de aspas de 27 metros de diámetro, paulatinamente irán reemplazando a parte del petróleo como fuente de luz, hasta llegar a producir en 2030 –tras nuevas instalaciones–, 6% de la demanda nacional. (Actualmente la energía eólica aporta sólo 0,005%).

Pero a los ecolateros –iguales en todas partes– nada les parece bien. «¿Y qué va a pasar con los pajaritos?» le preguntan ahora a las autoridades. Por el Istmo de Tehuantepec, que se interna en el Golfo de México, transitan cada año seis millones de aves, «y los molinos de viento repercutiría en su desplazamiento, en sus apareos, la nidificación y la cría».

Lo mismo podría decirse de las autopistas a tajo abierto que atraviesan el sur de Chile, de las fábricas textiles, metalúrgicas, madereras, agropecuarias, cementeras, las vulcanizaciones y los restaurantes. ¿Qué quieren, que volvamos a la Edad de Piedra, o a la era de los dinosaurios, bichos que terminaron por desaparecer, como se sabe, porque los ecologistas de entonces no fueron los suficientemente eficientes para defender esa especie en extinción?

Chistes aparte, el mundo de hoy necesita más energía, y la va a tomar –sí o sí– de cualquiera fuente que tenga a mano, limpia o sucia, nuclear, petrolera, carbonífera o solar. Los ecologistas tienen la obligación de ayudar a elegir cuál emplear, pensando en primer lugar, no en los pajaritos –¡pobres aves!–, sino en los seres humanos en su conjunto.

Pero a la par de darles una oportunidad, hay que considerar las acciones de estos «ecoadictos» una a una. A veces aciertan. En Aysén, por ejemplo, lograron paralizar la instalación de una top contaminante, enorme, planta reductora de aluminio, esgrimiendo argumentos aceptables. No tiene la misma fuerza, sin embargo, su alegato contra la construcción allí de centrales hidroeléctricas, que tanta falta le hacen al país, sin discriminar entre uno u otro proyecto específico.

Y conste que, en cualquier caso, la puesta en marcha de estas centrales derivará en la instalación de cables transportadores de electricidad a lo largo de cientos y cientos de kilómetros, donde podrán posarse, entre vuelo y vuelo, un incontable número de pajaritos.

———————————

* Periodista. Artículo originalmente publicado en La Nación de Santiago de Chile.

También podría gustarte
Deja una respuesta

Su dirección de correo electrónico no será publicada.


El periodo de verificación de reCAPTCHA ha caducado. Por favor, recarga la página.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.