Ecuador, el indio Chuzig y otros personajes que a veces duelen

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Aclaro, en primer lugar (para aquellos que no lo saben, o dicen que no lo saben) nuestro prócer independentista se llamó primero Luis Chuzig; pero en aquellos tiempos (segunda mitad del siglo 18) la madre patria “era tan generosa” que, para que un indio pueda estudiar, tenía que tener mucho dinero y cambiarse de nombre. Algo de eso hizo el indio Chuzig ya que llegó a ser el médico Eugenio Xavier de Santa Cruz y Espejo. | ALBERTO MALDONADO S.*

Como no podía negar su ascendencia (tenía toda la imagen de un Rumiñahui o un Daquilema) y era más que honrado consigo mismo y con su raza, figura entre los periodistas de antaño que gritaba el derecho a la libertad de la colonia española.

Conocido, en Ecuador, como Eugenio Espejo, cada 5 de enero, celebramos la circulación del primer número del periódico que se llamó Primicias de la Cultura de Quito de las siete que, a base de mucho esfuerzo y sacrifico, se había logrado planificar. En este primer número, Espejo expresaba sus afanes libertarios; afanes que “un tal” Simón Bolívar andaba pregonando por estas tierras americanas.

El médico Eugenio de Santa Cruz y Espejo, murió joven, en algún calabozo de alguna cárcel
quiteña. Pero quedó para la posteridad su ejemplo y su dedicación. Por ello, cada 5 de enero está dedicado a los periodistas; y los periodistas de verdad hemos tenido esa fecha como emblemática. Es el día del periodista ecuatoriano; y punto.

Este 5 de enero del 2012, sin embargo, fue muy especial. Los medios de comunicación (impresos, radiales, televisivos y del internet) le dieron amplia cobertura a los hechos que se programaron, con su venia. Así, unos “escuálidos” (como diría Hugo Chávez) le rindieron homenaje a Espejo, para lo cual debieron ir (muy pocos, no pasaban de 40) a la recién remodelada Avenida 24 de Mayo (otra fecha histórica). También hablaron vía Skype
con la bloguera cubana Yoani Sánchez, que se quejó, una vez más, que en su país no existe la tal libertad de expresión (según ellos) y recomendó que nosotros los ecuatorianos nos cuidemos de los enemigos de esa “sagrada libertad”.

¿Y quién es la «bloguera» Sánchez? Una señora que se harta diciendo que en su país no hay libertad de expresión —ella misma es un ejemplo de que sí—. Y por ello, gana mucho dinero (en dólares) vía premios, loterías y subvenciones del imperio y de los imperitos. Ya se quisieran los “plumíferos” ecuatorianos ganar la décima parte de que “gana” esta señora, que es mucho más popular fuera de Cuba que dentro de Cuba.

A propósito de remuneraciones, los “malos de siempre” le recordaron a la gran prensa ecuatoriana que explotaban sin miramientos y pagaban una miseria a sus periodistas. Mas bien, el gobierno del “malo” de Correa se acordó de esta “clase social” y les subió a 400 dólares su salario mínimo vital (el genérico bordea los 300). Desde luego, esa
subida (igual que otras) hizo poca gracia a los empresarios de la comunicación social y al presidente reelegido de la UNP, y dijeron: “pero si Espejo no aconseja que suban los salarios de los periodistas.”

Solo les faltó que digan que deben los periodistas morirse de hambre por el “caro honor” de serviles a ellos.

De todas maneras, no sabía que era tan popular Eugenio Espejo, entre los conservadores y duros de la gran prensa ecuatoriana. Como soy mal pensado, pregunto: ¿cuántos de ellos saben (o sabían) de quién estaban hablando cuando invocaron a un tal Eugenio de Santa Cruz y Espejo? Habrán tenido una mueca de desprecio cuando descubrieron (si descubrieron) que era descendiente directo de un indio en una mestiza.Habrán dicho —me imagino— “este indio arribista” que no supo enaltecer su raza.

La viña del Señor…

En este valle de lágrimas (como dice la Biblia cristiana) hay de todo. Así como está cundido de curuchupas (conservadores recalcitrantes) también hay libre pensadores, intelectuales, instruidos. A uno de ellos (Ramiro Diez) que mantiene las tardes un interesante programa radial y cultural (de los poquísimos que se pueden oír en Quito, en una radio “pelucona” desde luego) le escuché algo que a los sipianos debió haberles sonado a herejía: que, en primer lugar, no se
consideraba un periodista sino un libre pensador; y que, en Ecuador, podía citar tres nombres de periodistas que deben ser invocados cada año: el propio Eugenio Espejo, don Juan Montalvo y Carlos Bastidas Argüello.

De Eugenio Espejo, ya dijimos algo de lo mucho que se puede decir. Dijimos que no sabíamos que era tan popular en los medios de comunicación del sistema (sipianos; de la SIP-CIA) pero nadie pronunció siquiera el apellido Montalvo; peor, mucho peor, de Carlos Bastidas. Para mi criterio (y dejando muy en alto la figura del indio Chuzig) el mejor escritor-periodista que ha tenido el Ecuador, en todos los tiempos, se llama Juan Montalvo (buena parte del siglo 19), el escritor que se aproximó nada menos que a Miguel de Cervantes Saavedra y que escribió, entre otros libros y comentarios de tinte liberal, Las Catilinarias y los Capítulos que se le olvidaron a Cervantes. Y tampoco hay que olvidar que vivió la mayor parte de su vida, en el exilio y que murió en París, más pobre que un pepa de guaba.

Montalvo fue un acérrimo enemigo político de García Moreno, un presidente conservador del siglo 19, pero que era considerado muy ilustrado. Cuando García Moreno fue asesinado en las gradas del Palacio Presidencial, a machetazos, dados por un marido ofendido (el colombiano Rayo). Montalvo dijo “mi pluma lo mató”. Y cuando en la vecina Ipiales (frontera con Colombia) alguien le criticó porque andaba con unos pantalones rotos, respondió: “lo remendado significa pobreza; lo roto, significa descuido”.

Juan Montalvo, sin embargo, no llegó a ateo y de él se cuentan muchas anécdotas. No me resisto a contar una que tiene que ver con un pelucón ambateño, que también fue escritor (Juan León Mera). Se encontraron los dos, de frente, caminando sobre una estrecha vereda de la ciudad. Los dos se pararon y se miraron iracundos. Juan León Mera, lleno de odio, le dijo: “Yo no doy paso a perros”. Montalvo se bajó de la vereda y le respondió “Yo si”

De Carlos Bastidas Argüello, en cambio, pocos saben que fue un joven ecuatoriano que estudiaba en Estados Unidos y, de allí, partió a entrevistar nada menos que a Fidel Castro, cuando hacía la revolución en la Sierra Maestra, al tirano Fulgencio Batista; Bastidas se incorporó como Atahualpa Recio, en la naciente radio revolucionaria de los barbudos cubanos. Bastidas fue asesinado en un club de La Habana (mayo 13/1958, pocos meses antes del triunfo revolucionario) por un matón de Batista, que huyó, junto con su amo, a Miami, y murió en esa ciudad, sin pagar por el crimen cometido.

Bastidas es desconocido por la mayor parte de periodistas ecuatorianos ya que fue asesinado muy joven (22 años). Razón más que suficiente para que los “pelucones” locales y sus soportes de derecha y de izquierda, no quieran saber nada de Carlos Bastidas. Peor reconocerle como un periodista ecuatoriano que ofrendó su vida por la Revolución de Cuba.

Y por si fuera esto poco, fue el último periodista asesinado en Cuba en el último medio siglo. Desde luego, esto no lo dice ni lo reconocen la SIP-CIA, o los DGA o la Relatora para la Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) de la OEA, etc.

A propósito de estos organismos “internacionales” Fundamedios (que algunos dicen que es fundamiedos) por el Día del periodista ecuatoriano, ha resuelto “hacer una rebaja” de los casos que supuestamente agrede a los periodistas el presidente (Rafael) Correa. De las cuentas que llevaba hasta diciembre/2011 y que ya iban por cerca de las 330, ha resuelto “dejar” en solamente 153.

Según el señor Ricaurte (que es todo en Fundamedios y que nadie sabe quién le ha
elegido y quién le paga, aunque se sospecha) estos 153 casos “son comprobados” (por él naturalmente) y se trata de agresiones de que han sido objeto los periodistas ecuatorianos. Y que se haya sabido, ninguno de estos 153 casos los hemos conocido. Es que estos pelucones ecuatorianos y extranjeros se reservan solo para ellos, estas novedades.

Por algo García Márquez (que los pelucones lo rechazan por ser amigo de Fidel Castro) escribió Macondo en sus Cien Años de Soledad. Ellos prefieren al peruano Vargas Llosa (a pesar de lo que escribió en Conversaciones en la Catedral y Pantaleón y las Visitadoras) ahora que está enrolado con la alta nobleza de España y de Inglaterra y es muy amigo de José María Aznar, con mayor razón, ahora que subió al poder el señor Mariano Rajoy y su PP.

Por lo dicho y lo que puede pasar en este 2012 que comienza, presumo que el gran imperio y los imperitos europeos y asiáticos, pondrán todo su empeño en desaparecer a “díscolos” (no sé si con algún tipo de cárncer) como Chávez, Ortega, Morales y Correa. Por alguna feliz circunstancia, la señora Fernández viuda de Kirchner, salió bien librada del cáncer que le pronosticaron, y se repone sin contratiempos. Como soy bien pensado, supongo que las oligarquías locales y el gran imperio quieren elevar sus oraciones por los malos, comenzando por Fidel, que sigue vivo a pesar de los 638 intentos de asesinatos que la CIA y otros sectores retardatarios han ensayado contra él; nunca nadie ha sobrevivido a tan persistente
acción. Chávez, apenas va por los siete intentos.

¿Y Correa? Acaso no intentaron el 30-S. Pero como esas siglas no puedo mencionarlas sin
permiso del señor doctor Alvarado, lo único que se me ocurre es recomendar: ¡Cuidado!

Post Scriptum
No creo que el imperio vaya a ser tan “generoso” y que suelte a los cinco cubanos que los mantiene detenidos y sentenciados a penas descomunales, solo por haber “espiado” para Cuba que los terroristas cubanos-norteamericanos, no les hagan tanto daño.
Pero supongo que donObama, una vez que sea reelegido y ya no tenga qué perder, a lo mejor, les pone en libertad, como debió haber hacho al principio de su reinado (perdón presidencia, quise decir…)
Es que en EEUU. reina, desde hace tiempos, un grupo multi, multi millonario; y si ellos no dan la bendición, la justicia norteamericana no dudó en decapitar a Sacco y Banzetti, a pesar de que los pobres italianos comprobaron que no habían cometido delito alguno (peor asesinatos) de los que se les acusaba. Décadas después, la misma justicia les pidió perdón por haberles quitado la vida. Y Santa Pascuas, todos felices.

* Periodista.

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