ECUADOR: INCURSIÓN ARMADA / 28 MESES EN HUELGA
PARA QUÉ CARAJO SIRVE
LA BASE MILITAR ESTADOUNIDENSE
INSTALADA EN MANTA
María Augusta Calle*
(Altercom, Quito, Febrero 2006). «Más vale tarde que nunca», reza el viejo refrán que perfectamente se aplica a la actitud que el ministro de Defensa del Ecuador, General Oswaldo Jarrín, ha mantenido en estos últimos días y solamente en esta última y demasiado obvia violación de la soberanía nacional por parte de las fuerzas armadas de Colombia.
La contundencia de las pruebas recogidas por los moradores de la franja fronteriza y de los propios elementos de inteligencia militar, al decir del ministro Jarrín, no les permitieron a nuestras autoridades, por esta vez, atentar contra el idioma y decir que lo único que hubo fue un sobrepasamiento.
Ahora se trata, simplemente y como en las ocasiones anteriores, de una flagrante violación a la soberanía ecuatoriana. Sin embargo, en este «escenario» de protestas, nada se dice sobre el rol, papel o desempeño que ha tenido la base de Manta en este incidente.
Supuestamente debía haber informado que aviones extraños invadían el territorio nacional, pues el radar de la citada base no distingue –supuestamente- el origen de las naves. O puede que no sea tan efectivo el sistema de seguimiento para aeronaves extrañas como lo es para los barcos cargados de compatriotas cuando en éxodo se lanzan al mar soñando con mejores días.
El silencio de la base de Manta y la falta de curiosidad de nuestras autoridades para pedir explicaciones sobre esta ineficiencia, llevan a mal pensar: o desde ese enclave estadounidense se coordinaba la violación de soberanía o el avión fantasma, tal vez, despegó desde ese mismo aeropuerto –que averigüe el ministro si el avión estaba piloteado, como se dice, por pilotos estadounidenses, lo que significaría extender la protesta a la Casa Blanca–, y el radar lo tenía plenamente identificado, o en el Ecuador pueden entrar y salir aviones cargados de cualquier cosa sin que el famoso FOL sirva para un carajo.
Los pilotos del avión fantasma: ¿son colombianos o de EEUU? Así las cosas, y como casi siempre pasa, los informes, desmentidos, burlas, silencios o insultos, se dan entre cancillerías y jefes militares de las dos naciones tercermundistas dejando impoluta la eficiencia y responsabilidad de los Estados Unidos que –desde las alturas de su omnímodo poder– se regodean de la bronca, cuando en realidad son los autores intelectuales y de pronto materiales, de esa aleve agresión a la soberanía y dignidad del Ecuador, en esta ocasión y en muchas otras.
¿Qué fue si no el Protocolo de Río de Janeiro y el acuerdo de paz de 1999?
(* Periodista y socióloga. Directora de ALTERCOM, Agencia de Prensa de Ecuador. Comunicación para la Libertad –www.altercom.org–).
LAS FLORES DEL MAL
Son 52 –trabajadoras en su mayoría– las personas que prestan servicios a la plantación Rosas del Ecuador obligadas a permanecer en huelga ya durante 28 meses.
Redacción Piel de Leopardo*
El total de quienes se ganan, apenas y duramente, la vida trabajando para Rosas del Ecuador lo constituyen 252 obreras, obreros y personal administrativo. La empresa produce flores para la exportación; el negocio florece –las flores ecuatorianas gozan de fama internacional–, pero el entorno natural y la salud de los laburantes están en serio riesgo.
Una de las razones por la que el movimiento se ha extendido –pavorosamente por sus consecuencias sociales– por tanto tiempo es la lenidad del aparato judicial asociado a la sospechosa ineficiencia de las autoridades del Trabajo. Las quejas por las condiciones inhumanas en que se presta servicios en la «industria verde» vienen de antiguo, pero evidentemente el gobierno no tiene apuro y acaso no piensa escuchar a los afectados.
A los bajísimos salarios, inversamente proporcionales a las utilidades de las empresas exportadoras de flores, se suma el trato con frecuencia degradante y la nula protección de las obreras y obreros frente al uso de agentes químicos diversos empleados en la etapa de cultivo y luego para prolongar el tiempo antes de que las plantas se marchiten.
El uso de estos productos compromete de manera grave la sanidad ambiental; los informes existen, pero nadie parece leerlos en las esferas gubernamentales. Algunos estudios podrían indicar que las flores tratadas producen efectos no deseables en la piel y probablemente vías respitatorias superiores de quienes entran en contacto con ellas, como los compradores en el extranjero.
Ecuador es el segundo exportador de flores suramericano, detrás de Colombia; el negocio manifiesta desde la década de 1981/90 un crecimiento sostenido. Los mayores centros de producción –especialmente de rosas– están ubicados en las cercanías de la capital a una altura de alrededor de 2.000 metros sobre el nivel del mar, lugares caracterizados por la luminosidad y la temperatura estable durante todo el año.
La exportación de flores moverá unos US$ 200 millones en 2006, según las estimaciones; los principales mercados están en EEUU, Canadá, Holanda, Alemania, Rusia e Italia, seguidos de Francia, Suiza, España y la Argentina. Las empresas dedicadas a la producciñón de flores suman alrededor de 450 –aproximadamente la mitad de ellas dedicadas únicamente a la exportación–.
Mal aroma, peor realidad. The International Labor Rights Fund, una organización no-gubernamental con sede en Washington DC, se ha empeñado en una campaña por los derechos laborales en la floricultura. La situación laboral y los problemas de salud en la industria de flores en Ecuador y Colombia son graves.
En Colombia un estudioo demostró que las trabajadoras y trabajadores en Colombia tienen contacto constante con 127 plaguicidas distintos. Para la Organización Mundial de Salud tres de ellos son «extremadamente tóxicos», al extremo que unos 25 están prohibidss en EEUU y Canadá, entre otras razones por por ser cancerígenos.
Nada importa en estos tiempos de brutal y salvaje mundialización de la economía: las y los trabajadores están forzadas/os a permanecer en los invernaderos cuando se fumiga. Un estudio de la Organización Internacional del Trabajo advierte que sólo poco más de un quinto de las empresas ecuatorianas de floricultura capacitan a sus empleados en el manejo de agroquímicos o les brindan ropa y mascarillas de protección.
Un 66% de los trabajadores y trabajadoras ecuatorianos (y colombianos) de la floricultura padecen serios problemas de salud, que incluyen: dolores de cabeza, nauseas, pérdida de capacidad visual, conjuntivitis, sarpullidos, asma, abortos espontáneos, malformaciones congénitas, problemas respiratorios y neurológicos y es frecuente que los procesos de gestación llevados a términos produzcan la muerte del recién nacido.
Las empresas no brindan cobertura médica adecuada –solucionan el asunto echando a quien se enferme o se accidente–; un buen número de obreros y obreras carece de contrato de trabajo –y en consecuencia acceso a los sistemas de medicina laboral y cualquier tipo de seguridad social– y el acoso sexual a las muchachas es moneda corriente. No se ha informado, empero, que se las encadene a sus puestos de trabajo, como sí ocurre en Chile también en el agrocomercio –Chile es uno de los principales exportadores de frutas latinoamericanos para el consumo minorista–.
Si el próximo y ultracomercializado 14 de este mes de febrero –»Día de los enamorados»– piensa adornar a su amado/o con flores ecuatorianas o colombianas piénselo dos veces. Y si vive el un país que transita en estas semanas la estación invernal y quiere regalarse o regalar las exquisitas frutas y verduras chilenas, pues ya sabe que junto con ellas obsequia hambre, sufrimiento e injusticia.
* Informe de Magalí Silveyra.br>
Fuentes:
– ALTERCOM
– www.laborrights.org
– www.accionecologica.org
– news.bbc.co.uk
– Prensa del Ecuador.