Ecuador / Irán: hegemonía y contrahegemonía
Guillermo Navarro Jiménez*
Todo proceso de transformación, para viabilizarse, requiere erigirse en fuerza hegemónica, entendida como la construcción de un consenso social a favor de sus tesis. En circunstancias en que la hegemonía de las clases dominantes aún persiste, y trata de consolidarse sobre la base de reiterar posiciones aceptadas como verdades absolutas, por más necias que estas sean, es indispensable, ineludible, que las fuerzas que apoyan la transformación, el cambio se pronuncien, combatan esas tesis y descubran su carga ideológica (entendida como la capacidad de crear opacidades para ocultar la realidad concreta).
En suma, que asuman su rol de fuerzas contra hegemónicas, para así y con ello tener la posibilidad de convertir su actual condición de fuerzas contra en fuerzas hegemónicas.
El viaje del presidente Correa a Irán, ha sido propicio para que la derecha política, desaten una gran embestida ideológica, con tesis tan peregrinas y extremas, como la de Fausto Cobos, quien en entrevista televisiva con Andrés Carrión, expresó que cómo es posible que el presidente Correa visite un país que amenaza con atacar “a los hijos de dios”.
O las de Jorge Ortiz, que arguye que Irán ha sido condenado por supuestos esfuerzos para desarrollar armas nucleares, con lo que sugiere que debe ser objeto incluso de nuestro repudio.
O las de Albornoz, el experto de la CORDES demócrata cristiana, quien en aparentemente sesudo análisis compara los actuales rubros de intercambio comercial Ecuador-Irán, como si fuese la única variable a considerar, una realidad objetiva inmodificable.
Posiciones todas endebles, insostenibles, afiebradas, ante las cuales las fuerzas de la transformación se han mantenido casi en silencio, abdicando de la tarea que obligatoriamente deben cumplir como fuerzas contra hegemónicas. Silencio que es indispensable revertir.
El planteamiento de Fausto Cobos, pretende desconocer que es el sionismo el que agrede a los pueblos árabes y persas, especialmente, al pueblo palestino. Agresión que se inició con la creación del Estado Israelí, para lo cual se usurparon territorios del pueblo palestino. Cobos, por cierto, igual y vanamente oculta que Israel como Estado es una creación que data de mediados del siglo pasado, de finales de la segunda guerra mundial, fecha luego de la cual las acciones ominosas del gobierno Israelí contra los pueblos árabes no han cesado nunca.
En el caso de Cobos, por cierto, es inútil considerar la posibilidad de que conozca preguntas como las que se plantea Sonja Karkar, Presidenta de las Mujeres por Palestina. Preguntas referidas al gobierno de Israel entre las cuales vale citar:
“¿Qué clase de gobierno en el siglo XXI puede negar a los demás pueblos los derechos humanos básicos, es decir, el derecho a la alimentación, al agua, a la vivienda, a la seguridad y a la dignidad?
"¿Qué clase de gobierno impone sanciones draconianas a otros pueblos por elegir democráticamente un gobierno que no es de su agrado?
"¿Qué clase de gobierno valla un territorio densamente poblado, de 1,5 millones de habitantes, de forma que nadie puede entrar ni salir sin permiso, los pescadores no pueden pescar en sus propias aguas y la ayuda alimentaria mundial no puede entregarse a su población que se está muriendo de hambre?
"¿Qué clase de gobierno cierra el suministro de combustible, agua y electricidad y luego lanza bombas y fuego de artillería sobre la población?”.
Jorge Ortiz, sumiso portavoz del poder económico interno y externo, por su parte, pretende hundir en la sima del olvido, que la condena a Irán, por parte de los Estados Unidos, tiene como trasfondo el mantenimiento de su poder nuclear, conjuntamente con otros países desarrollados. En otros términos, Ortiz defiende con sus argumento uno de los elementos en que se sustenta la dominación a escala mundial, por lo que y en consecuencia, defiende su permanencia. Seguramente Jorge Ortiz se ha preguntado:
¿Por qué razón, los Estados Unidos se arrogan el derecho definir para quienes deben y quienes no poseer y desarrollar armas nucleares?
¿Quién le ha otorgado a los Estados Unidos el derecho a juzgar quienes si, Israel por ejemplo, y quienes no, Irán por ejemplo, tienen derecho a desarrollar tecnologías nucleares?
Las respuestas, por obvias razones las escamotea.
El portavoz de la democracia cristiana, Albornoz, analista de CORDES, con su análisis sobre los niveles y “potencialidades” del comercio con Irán, en el fondo defiende a su “socio mayor” y, con ello, la restricción de relaciones comerciales y políticas con otros países, principalmente con los contradictores del poder con el cual se alinea.
Su “inocente”, “neutro” y aparentemente “objetivo” análisis, compartido por Jorge Ortiz y otros portavoces del imperio, tiene, por cierto otro objetivo: evitar la conformación, el desarrollo y fortalecimiento de contradictores del poder de los Estados Unidos. Por ello, la campaña, en este caso, no se limita a Irán, se extiende a la presencia de Rusia en el hemisferio, la cual, igualmente aunque soterradamente, se combate a través de una gran difusión sesgada sobre los objetivos de esa presencia.
El servilismo con el imperio, en este caso, llega a extremos tales, que incluso contradicen las apreciaciones de los propios estrategas de los Estados Unidos. Que bien les haría estudiar un documento de reciente data del Consejo Nacional de Inteligencia de los Estados Unidos, en el que afirma que el mundo unipolar se acerca a su fin. Podría ser prudente aconsejarles que alisten sus maletas para el cambio de amo.
Cobos y Ortiz, por cierto, coinciden en otro manido argumento, la calificación de Irán como un país “terrorista”, por obra y decisión del gobierno de los Estados Unidos. Para sumarse al coro Ortiz y Cobos incluso desestiman, las últimas declaraciones de George Bush, quien acaba de declarar que su peor error es haber creído que Iraq poseía armas de destrucción masiva, excusa utilizada para la agredir a ese país. Declaración que no hace otra cosa que confirmar lo que siempre se supo: que se trataba de un infundio, utilizado como excusa para justificar la ofensiva del imperio en el Oriente Medio, en procura de apropiarse del petróleo de los países árabes.
Embestida que se inició en Afganistán, bajo la falsa excusa de combatir a su propia creación: Al Qaeda. En el caso de Irán, la excusa de calificarlo como país “terrorista”, encubre, al igual que en el caso de Iraq y Afganistán, el objetivo de manipular la opinión pública, para neutralizarla, e incluso inclinarla a favor de una futura agresión.
Ortíz y Albornoz seguramente con conocimiento de causa, y Cobos con la felonía que le es consubstancial, no hacen referencia alguna a una circunstancia que no es posible obviar, si se quiere juzgar objetivamente las razones que justifican la visita oficial del Presidente Correa a Irán: el desarrollo científico y tecnológico alcanzado, que podría, por ejemplo, posibilitarnos disponer del apoyo para el desarrollo de fábricas de producción de tractores, de automotores y petroquímicas, de igual forma como lo hicieron en Venezuela. Este ocultamiento, por cierto, nuevamente se inscribe en la defensa de la unipolaridad, del dominio de los Estados Unidos. Ello explica la cerrada ofensiva para tratar de impedir que el Ecuador acceda a tecnologías distintas de las de su amo del norte.
Tampoco los analistas que la derecha ponen sobre la palestra, advierten, que Irán es una buena fuente de financiamiento, en momentos en que las llaves de los bancos y financieras de los Estados Unidos y Europa se han cerrado, no por la decisión del presidente Correa de considerar el no pago de la deuda externa ilegítima, sino como producto de su ambición y sordidez desmedida. ¿Suponen acaso que los Estados Unidos nos va a apoyar financieramente, cuando sus recursos parecen agotarse, como lo señala la constante negativa a proporcionar fondos a las tres más grandes empresas automotrices estadounidenses: General Motors, Ford y Chrysler?
Desde otra perspectiva la derecha, transitoriamente hegemónica, pretende descalificar la procedencia del viaje del presidente Correa a Irán, no por las razones que esgrimen, sino por un hecho político de especial importancia, impedir que prospere una abierta posición antimperialista, que subyace en la decisión del presidente Correa.
Ante la embestida de la derecha, debemos, entonces, elevar la vigilancia, prender nuestras luces de alerta, para emprender una campaña que desvirtúe los falsos argumentos y, principalmente, que permita explicar la realidad objetiva y los objetivos reales de ese viaje en la forma más amplia y contundente, a los sectores más vastos de la sociedad ecuatoriana. Si así lo hacemos contribuiremos eficazmente al fortalecimiento del contrapoder de la transformación. A la construcción de una contrahegemonía, indispensable para avanzar en el cambio.
* Periodista, analista político.
Un despacho de www.argenpress.info