Ecuador, la lucha – EL LUGAR MÁS CALIENTE DE AMÉRICA

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Lo que sucede en el Ecuador no tiene la cobertura noticiosa que tuvieron los movimientos sociales en Bolivia, no despiertan el interés de las elecciones presidenciales peruanas, no atraen como el impasse venezolano ni se le asigna la importancia del nudo gordiano argentino. Quizá porque este país andino amazónico es pequeño, quizá porque no conviene dar «luz al gas».

Lo cierto es que Ecuador está inmerso en una guerra civil de baja intensidad que ha derrocado presidentes y puesto la institucionalidad contra el filo de la navaja que esgrimen cada vez más actores sociales. Todo ello en un marco que insiste en incluirlo en la guerra colombiana –base militar estadounidense de por medio– y convertirlo en otra comparsa del esfuerzo por un área de libre comercio continental.

Desazón, desprecio, decepción

El gobierno de Alfredo Palacio, que se esperaba comenzara un rumbo hacia la pacificación de la convivencia ecuatoriana, custodiara las riquezas naturales, iniciara una política de respeto estatal por las naciones originarias y los pobres en general, cautelara la independencia del país y democratizara la vida pública, involucionó con velocidad y muestra un sesgo tan sordo de las necesidades de la mayor parte de la población como despótico a la hora de recibir sus demandas.

Motorizado por la poderosa Confederacion de nacionalidades indígenas (CONAIE) y trabajadores –en la actualidad muchos cesantes– de distintas regiones, con gran predicamento en la capital, Quito, el pueblo ecuatoriano es unánime a la hora de rechazar el tratado de libre comercio con EEUU. Y esgrime razones convincentes para ello, que contrastan con el secreto del gobierno en el manejo de las negociaciones. Pero además se exige control sobre las trasnacionales del petróleo, sustraer al país de los efectos del Plan Colombia y llamar a una Asamblea Constituyente para darse una nueva institucionalidad.

Varios muertos en los últimos meses abonan su actuar. El último cayó en Cuenca, la capital cultural del sur: un estudiante baleado por la policía. Horas antes la CONAIE, que no se ha dejado amedrentar por la violencia del Estado, exigió el cese de la represión y señaló que si se aprueba el TLC el levantamiento popular sería inevitable.

Habla la CONAIE

Los representantes de las naciones originarias de hecho rodean Quito y, pese a la brutalidad policial, ingresan a la ciudad para vender sus productos contando con el apoyo solidario de gran parte de los quiteños –los mismos que el gobierno anterior llamó «forajidos», término del que se apoderaron orgullosamente para indicar que no retrocederán en sus demandas–.

Lo cierto es que la posibilidad de la radicalización del movimiento indígena y campesino –con fuerte participación urbana– para impedir el TLC y logar se convoque a la Constituyente es cada vez más real y está cada día más próxima.

Luis Macas, presidente de la Confederación de Nacionalidades Indígenas (CONAIE), condenó la forma brutal con que fueron reprimidos campesinos llegados a esta capital para expresar de forma pacífica su rechazo al Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos. Dijo que no dialogará con un régimen, «transitorio y xenófobo». Macas resaltó que «el gobierno neoliberal de Alfredo Palacio no es el dueño legítimo del país».

A media mañana del viernes siete de abril no se tenía la nómina completa de los detenidos en Quito ni de los heridos –y también apresados– en Cuenca. Se estima que la mayoría en ambas ciudades son estudiantes universitarios. La CONAIE –de proponérselo– puede paralizar indefinidamente el sistema de transporte terrestre en casi todo Ecuador.

Lluvias, epidemia, más muertes

Mientras, el Ministerio de Salud reconoció que en lo que va del año más de tres mil personas –3.159 hasta el jueves por la tarde– han sucumbido víctimas de la epidemia de dengue. La enfermedad afecta en especial áreas del Pacífico y Amazonia, donde se ha presentado en la variedad hemorrágica, la más peligrosa de todas.

Las intensas lluvias caídas durante los últimas seis semanas en distintas regiones costeras contribuyen a la expansión del mal, pero aun sin el dengue causaron ya alrededor de una veintena de muertes mientras unas 28.000 familias lamentaban la pérdidas de sus enseres y hogares. Esmeraldas, Manabí, Guayas, El Oro y Los Ríos son las provincias más perjudicadas.

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En medio de este panorama abrumador, resulta risible que las autoridades abran fuego –por ahora simbólicamente– contra Caracas, acusando al gobierno bolivariano de ingerencia en sus asuntos internos y de pagar a revoltosos y activistas a los que habría invitado especialmente a Venezuela. Lo cierto es que los portavoces de Palacio, y él mismo, se referían a los ecuatorianos que participaron –como miles de otros latinoamericanos– en el reciente Foro Social que tuvo lugar en Venezuela.

El proceso social y político ecuatoriano es también, y de sobremanera, un cambio cultural. Pueblos distintos se han levantado. No quieren ser más objeto de otros –que así se lee con facilidad en la imagen (der.)– sino responsables de su propio destino. Han redescubierto su dignidad.

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