Ecuador: – PS FRACTURA UNIDAD DE LA IZQUIERDA

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Primera justificación

En una reunión realizada en procura de avanzar en el proceso unitario de la izquierda realizado el día martes 30 de mayo de 2006, en la cual inútilmente se trató de posicionar el nombre de Rafael Correa, el compañero Enrique Ayala Mora, para apuntalar la posición mencionada y la futura decisión de su partido, manifestó que no existe un “izquierdómetro” para definir quien es de izquierda o no lo es. Aseveración admisible en cualquier otro compañero, pero no en quien posee indudables méritos intelectuales y conocimientos históricos. Efectivamente, Enrique Ayala sabe bien que la denominación “izquierda” no es, en forma alguna, una etiqueta que puede aplicarse a cualquier partido u organización en forma indistinta, y, principalmente, fuera del momento histórico, puesto que es el rol que en él juegan los partidos u organizaciones el que define su ubicación a la izquierda o a la derecha del espectro político.

Pero ¿que determina la ubicación? El compañero Ayala bien sabe que en el decurso histórico, la ubicación objetiva depende de la posición asumida respecto al progreso y evolución social, esto es si las fuerzas políticas se suman al “carro de la historia” o se oponen al mismo. Ejemplificando, el partido Liberal, en la época del General Eloy Alfaro fue, sin reserva alguna, un partido de izquierda. Y lo fue, por su lucha por acabar con el dominio de los terratenientes feudales de la Sierra e iniciar el desarrollo del dominio de la burguesía comercial, bancaria e industrial a la que representaba.

Hoy, una vez que se consolidó el poder del capital, el partido Liberal dejó de constituir una fuerza de izquierda y se ubica a la derecha del espectro político por su acerada defensa del capital, principalmente del capital transnacional. Este breve y esquemático ejemplo es igualmente aplicable a la Izquierda Democrática si se compara su accionar inicial y el actual. El caso de la ID, por otra parte, permite reconocer que la sola denominación de izquierda no basta para ubicarla actualmente en ese andarivel.

En consecuencia con lo antes dicho, hemos de insistir en una división conceptual que permite diferenciar entre los movimientos y partidos políticos que sólo hacen uso de la denominación de aquellas que realmente se ubican en la perspectiva del progreso social. Este concepto es el de “izquierda sistémica” e “izquierda asistémica”.

En tanto en la primera se ubican quienes defienden la permanencia del capitalismo, por más que se adornen de una serie de propuestas para “humanizarlo”, en el segundo, nos ubicamos quienes pretendemos transformar el capitalismo, terminar con el capital, como fue el objetivo del Partido Socialista chileno de la época del presidente Salvador Allende.

En conclusión compañero Enrique Ayala y compañeros socialistas, sí existe un “izquierdómetro”, el cual permite determinar que la candidatura de Rafael Correa no puede, estrictamente, ubicarse en la izquierda del espectro político ecuatoriano. En el mejor de los casos, y de acuerdo a su visión, se limita a ser parte de la izquierda sistémica, defensora del statu quo, como lo demuestran una serie de indicios que hemos ya demostrado en varios escritos anteriores o el programa de gobierno que propone.

Segunda justificación

Quienes van a proclamar su adhesión a la candidatura de Rafael Correa, desestimando la del compañero Luís Macas, acuden a una segunda justificación, igualmente insostenible. Plantean como elemento que supuestamente sustenta su posición, su rechazo a la “dictadura del proletariado”, y su correspondiente decisión de apoyar a una candidatura que opta por la “democracia”. Planteamiento que presenta dos inconsistencias que lo vuelven insostenible.

No procede ni se sostiene, por cuanto nace de un error teórico inicial de magnitud, la convicción errónea de que cuando se plantea la “dictadura del proletariado” se hace referencia a una “forma de gobierno”. De ahí que lo contrapongan con “democracia”. Estos compañeros no han logrado entender que el concepto “dictadura del proletariado” se refiere a un estado, al proceso de transición entre el poder del capital, de las clases dominantes hacia el poder de las clases dominadas. No se puede entonces contraponerse “democracia” con “dictadura del proletariado”, puesto que se trata de conceptos cualitativamente distintos, en tanto el primero es una “forma de gobierno”, el segundo califica una “forma de transición”.

En este mismo ámbito de reflexión, vale advertir una segunda inconsistencia: la indefinición de “democracia”. Indefinición que no permite reconocer si se refieren a la “democracia burguesa” o a la “democracia proletaria”, para utilizar los términos de Marx. Si lo hiciesen se darían cuenta que lo que en esencia están defendiendo es la “democracia actual”, no sólo por la indefinición, sino y principalmente por su respaldo a una candidatura sistémica. Esta indefinición conceptual, por otra parte, les entrampa cuando tratan de justificar su adhesión por lo establecido en las normas legales electorales respecto a las minorías y mayorías, y la consecuente necesidad de lograr los porcentajes mínimos, aspecto sobre el cual volveremos más adelante.

Tercera justificación

La tercera justificación esgrime el rechazo al “centralismo democrático”, y está íntimamente ligada con el concepto de “democracia” antes acotado. Adicionalmente, responde a la condición pequeño burguesa de quienes lo defienden, estrato social al cual caracteriza un terror a la disciplina, a la sumisión a los mandatos colectivos, comunitarios, como lo ha demostrado la historia del comportamiento de todos quienes defienden estos puntos de vista, puesto que durante el ejercicio de funciones de elección popular, han asumido el carácter de representantes y no de voceros como corresponde a los luchadores populares.

Esta posición en procura de justificar su adhesión a la candidatura de Correa, tiene dos vertientes: una primera que trata de justificarse mediante el respeto de la posición de las minorías y el no reporte a centros de dirección que se guían por las decisiones mayoritarias; y, una segunda que trata de justificarse mediante el recurso del manido argumento del antistalinismo, en forma explícita o soterrada.

Respecto a la primera vertiente hemos de acotar que su posición procede del postmodernismo, el cual por cierto niega la utopía que defiende la izquierda por lo que la ubica en el andarivel de lo sistémico, y, en consecuencia, se suma al policlasismo que esta tendencia defiende. Policlasismo que siempre ha terminado por castrar los procesos revolucionarios. Argumentos a los que se suma el implícito abandono del proyecto transformador, en tanto y en cuanto este exige la disciplina de un ejército revolucionario que luche, denodada, constante y persistentemente por lograr sus objetivos.

La vertiente antistalinista, se sustenta en una crítica ladina contra la “democracia proletaria” y, consecuentemente una defensa implícita de la “democracia burguesa”.
(Esto por cierto no desconoce la existencia de excesos en contra de grupos sociales aliados, los cuales debían ser parte de quienes ejercían el poder revolucionario y no objetos del mismo).
Sobre esa base, quienes justifican su adhesión a la candidatura de Correa proclaman defender una “democracia anti stalinista”, sin reparar que, en esencia, defienden la “democracia burguesa” Posicionándose, con esa actitud, en el mismo ámbito de aquellos que tienen claro que, de esta forma, crean un elemento adicional para su lucha ideológica contra los procesos revolucionarios. Sería prudente que quienes asumen estas posiciones para justificar sus adhesiones, reflexionen si ello los ubica dentro o fuera del carril revolucionario.

Cuarta justificación

La cuarta justificación esgrimida no tiene las pretensiones teóricas de las tres primeras justificaciones. Es brutalmente pragmática. La necesidad de lograr los porcentajes mínimos establecidos en la Ley de Elecciones. Para ello todo es válido, cuanto más que todos los movimientos y partidos de izquierda se allanan a ello, en nuestro concepto, no por las razones planteadas sino por el abandono de su práctica revolucionaria que los ha alejado del trabajo social de base.

La inconsistencia en este caso, se deriva de una paradoja, se oponen a la unidad de la izquierda y, concomitantemente, reclaman que ello obedece a que los movimientos y partidos más fuertes de la izquierda no quieren exhibir listas únicas. ¿Acaso no es preocupante este razonamiento?. Lo es, puesto que bajo esta lógica los compañeros socialistas están sepultando por siempre su participación en un frente unitario de izquierda.

El argumento de hoy les servirá siempre cuando no se satisfagan sus aspiraciones electorales. El forjar una unidad exige ciertos sacrificios menores, como la renuncia a ser parte de listas electorales. Renunciar a los elevados sueldos percibidos por su condición de diputados, los cuales, como públicamente lo expresó el señor Segundo Serrano, no le alcanzaban para mantener su nivel de vida, por cierto, muy por encima de los trabajadores ecuatorianos a los cuales dice representar y defender.

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* Militante de La Comuna
Publicado por gentileza de su autor.

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