Edgardo Filloy / Tiempos de crisis, cuatro cartas a un amigo español

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En el año 2002, año terrible para Argentina, por motivaciones que van desde lo emocional hasta lo ideológico, escribí cuatro artículos titulados Cartas a un amigo español. Las ideas allí expresadas se referían al contexto de nuestro país y las consecuencias del consenso de Washington y sus políticas que nos habían puesto al borde de la desesperación y de la disolución como país casi.

Pasados estos años y visto el desarrollo de las políticas internacionales y fundamentalmente a la crisis originada en el sistema financiero y extendido a todos los ámbitos de las sociedades desarrolladas del mundo, encuentro en esas cartas ciertos valores que hacen que su contenido pueda extenderse a los fenómenos que hoy gravan a muchos países, sobre todo a aquellos cuyos nivel de desarrollo resulta dependiente de las grandes economías —me refiero a Europa Oriental, Grecia y, por qué no, la misma España, y a Portugal e Italia.

Vemos que el FMI ofrece soluciones de ajuste con pequeños maquillajes, pero que continúan repitiendo recetas que nada han cambiado. La conclusión es que definitivamente el capitalismo, cualquiera sea la versión o enfoque que quiera dársele, es siempre un sistema perverso de acumulación concentrada, de explotación, de apropiación del sistema de propiedad y que como se ha dicho toma para los grupos de poder las ganancias  y socializa las pérdidas.

En este contexto, como un “revival” que hoy golpea las puertas de quienes nos castigaban con sus juicios críticos y que hoy sufren las consecuencias de su propia medicina, creo que no será inútil volver a leer esas cartas…  Algunos conceptos no pierden vigencia, sin embargo hay circunstancias que han sido superadas por la historia del devenir político reciente en el país. Éste era mi estado de ánimo en el fatídico 2002.

Tiempo después de escribir estos textos leí en la Introducción del libro Imperio, de Michael Hardt y Antonio Negri, esta cita de William Morris. Me gustaría repetirla:
"Los hombres luchan y pierden la batalla, aquello por lo que pelearon se consigue, a pesar de la derrota, y entonces resulta no ser lo que ellos tenían intención de lograr, de modo que otros hombres tienen que luchar para obtener lo mismo que aquellos deseaban, aunque ahora lo llamen de otro modo."

Carta I
Buenos Aires, Enero 12 de 2002.

En estos días difíciles para nosotros los argentinos siento la necesidad de escribirle —¡es tanto lo que nos une!— Sin embargo, hoy, en ésta época de ganadores y perdedores, algunas cosas nos separan. De eso quiero hablarle.

Quiero tratar de explicarle los sentimientos de mi pueblo frente a fenómenos de orden socioeconómicos y políticos que intentan orientar su destino hacia los suburbios del mundo globalizado, ensayando apelaciones más ofensivas que técnicas, como: “país periférico o emergente”.

Usted dirá que somos responsables y es cierto. Pero ustedes también. Cuando España transitó el infierno, la gran mayoría de los argentinos, no se asoció con el demonio. Eso usted lo sabe. Aquella era una época también trágica. Las noticias provenían de largas y dolientes cartas y hacían que nuestra relación fuera más profunda y no tan efímera como los noticieros de TV de hoy por los que podemos saber que usted está preocupado por sus acciones en las empresas que sus dirigentes han "comprado" en nuestro país.

Me asombra que a usted no le preocupen las personas. Me asombra que usted, que conoce el hambre y que sabe cuanto nos dolió su sufrimiento y como hemos tratado de ayudarlo en el pasado, mande a sus funcionarios a advertirnos y amenazarnos si las cosas no siguen igual para usted.

Quién diría, hasta Felipe González, el mismo que escribió sobre la masacre de Sabra y Chatila, el líder socialista, haciendo el trabajo sucio de recaudador. ¿Usted sabe cuántos niños mueren por día en mi país por hambre y enfermedades? ¿Usted sabe cuantos campesinos no pueden comercializar su trabajo por los subsidios que su país otorga a sus productos y que por aquello del libre mercado llegan aquí a precio vil? ¿Se ha preguntado, cuánto paga un Argentino una llamada telefónica, el gas, el petróleo?

Si, es cierto, ha sido nuestra responsabilidad. También la de ustedes. Demasiada voracidad. Ustedes pactaron con la corrupción y la delincuencia. Tienen nuestro petróleo, nuestras comunicaciones, nuestro gas, nuestras compañías aéreas, nuestras autopistas, etc, etc… Ahora también tienen nuestro infierno. Nosotros somos un pueblo joven, muchas veces engañado, maltratado.

¿Cuántos Pizarro más tendremos que soportar? Pero créame, saldremos de esto y lo haremos por el camino de la dignidad. Una dignidad que nos viene de Unamuno, de León Felipe, de Miguel Hernández y de muchos otros españoles que tanto identificó nuestra amistad en el pasado. Cuando nos pongamos de pie, nuestra amistad no será ya la misma. "Nosotros los de entonces ya no somos los mismos".

En estos últimos años hemos aprendido muy rápidamente a reconocer a nuestros amigos y a los que no lo son y nuestra historia reciente nos compromete con la memoria. Decía Albert Camus en sus cartas a un amigo alemán "yo amo a mi país en la mejor imagen que tengo de él", podría repetirlo para el mío.

Esta carta está escrita con dolor. Dolor por mí y por usted. Dolor por que hemos perdido la posibilidad de mirarnos a los ojos y entendernos. Hasta siempre.

Carta II
Buenos Aires. 18 de enero de 2002.

Creí que usted no iba a responder. De hecho no lo ha hecho directamente, pero puedo advertir lo que piensa por las opiniones que con admirable constancia nos hace llegar día a día. Y es justamente sobre una de esas que quiero hablarle.

"Los argentinos deben respetar las reglas del juego" ha dicho usted.
¿Cuales reglas ? Veamos algunas a las cuales usted se refiere. El Plan de Cuatro Pasos del Banco Mundial, según J. Stieglitz Premio Nobel de Economía, donde después de ser analizada la economía del país se aplica comenzando por

1er. paso: La privatización, mediante el soborno de los líderes nacionales, de las empresas de electricidad, agua, petróleo y comunicaciones. Contracción de la producción industrial, depresión, desocupación y hambruna.

2º paso: Liberalización del mercado de capitales, desregulación que permite que la inversión entre y salga libremente, simplemente siempre sale. Tasas de interés más altas es la recomendación del FMI. Las arcas de los estados se vacían. Entra dinero en efectivo para la especulación, la moneda local se desvanece y las reservas de un país se agotan en cuestión de días.

3er. paso: El FMI recomienda Precios Basados en el Mercado, una forma de subir los precios de los servicios y los alimentos. Esto necesariamente trae disturbios (leasé balas, gas lacrimógeno, etc.) , la nación entra en caída y desgracia y el FMI aprovecha para exprimir hasta la última gota de sangre.

4º paso: El FMI y el Banco Mundial aplican la "estrategia de reducción de la pobreza" el libre comercio a través de las reglas de la OMC y el Banco Mundial.

Usted forma parte de estas organizaciones, comparte sus ideas, sabe a qué me refiero. La deuda debería ser pagada por quien la contrajo, no fue el pueblo el que pidió prestado. Los generales, los dirigentes políticos y los bancos deben pagar la deuda que desde 1976, con la aplicación de políticas neoliberales no votadas por el pueblo, las contrajeron. Las mayorías no tienen ninguna deuda externa contraída, no deben pagar nada. Esto es un hecho. ¿Quién se hace cargo de la Argentina?

Un extenso artículo de M. Varsavsky, J Valdano y Felipe González. se dedica como otros tantos a enumerar los síntomas. De las causas no se habla. Es que para hablar de las causas es necesario comprometerse ideológicamente, imaginar desde los valores, un modelo de sociedad que no es justamente éste.

La Argentina sufre una crisis que tiene implicancias regionales y causas de tipo hegemónico en lo económico y político que provienen de los países centrales. "La política es la sombra que el gran capital arroja sobre la sociedad" decía John Dewey y mientras esto sea así "la atenuación de la sombra no cambiaría la sustancia."

Quiero transcribirle, para que me entienda mejor, un texto de R. Terragno que es el final del relato de la historia de un español, Julián Canorea.

Cuando una sociedad queda prisionera de la intolerancia, la misión de quienes pueden evadirse, como la de quienes quedan atrapados, consiste en impedir que la sinrazón gane la batalla final: la de los espíritus. Esa batalla se libra día a día dentro de cada uno, y en la cual se exponen principios, congruencia y honestidad. Julián Canorea conservó de, por vida, ese arsenal intacto. Cuando el murió, la "España negra" ya había muerto. El no se sentía parte de su liquidación: la obra, decía, era de los españoles que no habían tenido refugio. En cambio él podía exhibir una victoria personal: no habían logrado cambiarlo ni quebrarlo. Y eso, cambiar o quebrar, había sido el objetivo de aquellos a quienes él decidió oponerse cuando en 1922, en Africa, se sintió engranaje de una maquinaria injusta.

Hasta la próxima.

Carta III
Buenos Aires, 20 de enero de 2002.

"Sed realistas, demanden lo imposible". Este era el mensaje de la juventud francesa en mayo del 68. Hoy más que nunca recobra vigencia este apotegma en un mundo que razona por la negación. El pueblo argentino deberá tal vez pensar también en la negación como instrumento para defenderse y tratar de poner las cosas en claro.

Anne Krueger ha llegado a las primeras planas de la prensa. Es subdirectora primera del FMI y ha hablado del problema argentino y en general de la deuda de los países. Recientemente El País ha publicado un articulo suyo. Era de esperar que desde tal cargo se hiciera un análisis político de este problema que aqueja a no pocos países y no simplemente una reflexión contable y de normativa jurídica.

El endeudamiento de los países en vías de desarrollo no es ciertamente el producto de la torpeza, la corrupción de dirigentes o de un destino fatal inevitable. Estas evidencias son ciertas, pero son funcionales a un sistema. Es el producto de políticas claramente diseñadas para la transferencia de recursos desde estos a los países centrales. Este es un problema político. No considerarlo es el núcleo de la negación como método.

Krueger dice "Cuando nos planteamos la posibilidad de un nuevo enfoque, lo primero que hicimos es preguntarnos por qué algunos países esperan tanto tiempo para reestructurar las deudas insostenibles. La resistencia a enfrentarse a conflictos económicos y políticos es evidentemente parte de la respuesta, y ningún planteamiento nuevo puede ni debe descartarla por completo. Pero también son importantes las barreras logísticas y legales."

El FMI, el Banco Mundial y la OMC son los organismos de aplicación de las políticas económicas en el mundo globalizado. Vale recordar que el 51 % del Banco Mundial pertenece al Tesoro de los Estados Unidos. Aquí comienza la negación o el cinismo …Nos preguntamos porque algunos países…. Realmente no lo saben. Deberían leer a J. Stieglitz, premio Nobel de Economía y funcionario del Banco Mundial despedido en 1999 por sus opiniones. (Ver "Los Cuatro Pasos al Infierno del FMI" en El Observador de Londres, Abril de 2001).

Como toda respuesta el FMI dijo que el premio Nobel era un chismoso. Gran trabajo el de la posmodernidad para ayudar a engañar a la gente. Autonomía económica, autonomía simbólica como promesa y pérdida de identidad como resultado. Fin del relato, fin de la cultura, fin de la Historia, nacimiento del Imperio. "Prestarás a muchos pueblos y no tendrás que tomar prestado de nadie; dominarás muchas naciones y ellas no te dominarán a ti". Bendición de Dios al pueblo de Moisés.

¿Porqué le escribo todo esto, amigo español? Porque ustedes siguen en la lista, no crean que están del otro lado. Antón Costas ha escrito un interesante artículo al respecto en este diario el 10-01-2002, así se empieza. Recuerda a Bertold Brecht: "Hoy vinieron por mi y no sé por qué". Desde nuestra negación, desde nuestro pedido de lo imposible recrearemos nuestras esperanzas.

Ojalá usted nos acompañe.

Carta IV
Buenos Aires, 22 de enero de 2002.

Quiero despedirme de usted. Tal vez volvamos a encontrarnos. Tal vez no. Pero después de todo lo que le he dicho en las anteriores cartas, siento la necesidad de acercarme a usted con afecto, Quiero contarle algo íntimo de nosotros y tratar, por fin, de que nos comprenda. Reciba por favor mi confidencia.

En un viaje por las provincias argentinas, donde convergen muchas veces distintas culturas —nativas y foráneas—, se puede percibir esa suerte de realismo mágico que caracteriza a toda América Latina. La gente y el paisaje está lleno de metáforas, de sabiduría silenciosa. Cómo no recordar a Macondo y los Cien Años de Soledad de García Márquez.

Allí en ese paisaje cada tanto se filtra un gringo, sobre todo cuando su expresión es universal, profunda y simple. "Tener que renunciar a una realidad no es nada, lo realmente triste es tener que renunciar a un sueño": Herbert Read. Esta frase la leí en un muro de la Peña El Fogón de los Arrieros, en la ciudad de Resistencia, Provincia de Chaco. Que paradoja. Resistencia y sueño.

Esas eran las expresiones del movimiento obrero de fines del siglo XIX  y  principios del  XX,  representadas por las Sociedades de Resistencia Obrera de la F.O.R.A., época en que inmigración europea trajo las ideas libertarias a la Argentina.

No conozco otra perspectiva que la humana y por lo tanto creo que los sueños son la contracara de la realidad, pero como visión humana se informan de la realidad. Son lo no dado pero posible . Lo deseado. La Utopía. La Revolución es un sueño eterno, novela donde Andrés Rivera evoca la independencia y la fundación de nuestra patria, refleja nuestras grandezas y nuestras miserias pasadas.

La decadencia y la crisis argentina actual, después de una larga borrachera de globalización, mercado y primer mundo de segunda categoría, nos remite hoy a los argentinos a los sueños. Los de Moreno, Castelli, Belgrano. Y a los nuestros de hoy. A los que en nuestras idas y venidas permitieron surgir, a los Premio Nobel: Saavedra Lamas, Houssey, Leloir, Milstein, Pérez Esquivel. A nuestros Borges y Sábato. Y tantos otros.

Estos no son una imagen falsa, son por el contrario una permanente creación de hechos, formas y relaciones que instituyen una distinta realidad, que no será idéntica a la de los sueños y que generará nuevos sueños y nuevas creaciones. No se trata solo de resistir sino también de reorganizarlas permanentemente en función de las ideas de libertad y auténtica democracia como objetivo de nuestro destino de sociedad. Tal vez tengamos que comenzar todo de nuevo, tal vez no lo hagamos tan pronto como nuestras necesidades lo exigen. Pero empezaremos por ellas.

En medio de tanta desesperación es necesario recrear la esperanza. Siento que se acaban las palabras. Solo espero el grito de una sociedad, semejante al de una madre que está pariendo. Esta frase de Noam Chomsky representa cabalmente nuestros sentimientos: "Si asumes que no hay esperanza, garantizas que no habrá esperanza. Si asumes que hay un instinto hacia la libertad, que hay oportunidades para cambiar las cosas, entonces hay una posibilidad de que puedas contribuir a hacer un mundo mejor. Esa es tu alternativa."

Desde Argentina, quiere ser su amigo
 

Edgardo Filloy es fotógrafo y restaurador, colabora en diversas publicaciones no comerciales.
www.edgardofilloy.com.ar
http://edgardofilloyfotoseideas-edgardo.blogspot.com

Las cuatro cartas fueron publicadas en la sección Testimonios de la Argentina del Diario El País de España.

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