EE.UU. Y EL ATAQUE A SIRIA: LO QUE NO SE DICE
Los Estados Unidos dispararon 59 misiles contra una base aérea siria, provocando 7 muertos civiles y 9 heridos. El argumento del gobierno fue que se trató de una represalia por un ataque con armas químicas sobre población civil que atribuyen al gobierno de ese país. Ese ataque químico había producido 84 muertes -entre ellos 27 niños- y 546 heridos. El gobierno estadounidense dijo oficialmente: “Nuestro Ejército destruyó la base aérea desde la que se llevó a cabo el ataque químico de esta semana. Estábamos totalmente justificados para hacerlo”. Pero…¿qué hay de cierto en todo esto y cuáles serían los objetivos reales de este ataque?
No son pocos los observadores internacionales que desconfían del comunicado norteamericano. Creen que el ataque con armas químicas fue un hecho de “falsa bandera”. Es decir producir un hecho y atribuirlo a otro Estado. Es una práctica que se ha usado más de una vez en la historia de la humanidad. Estados Unidos es el campeón en la utilización de ese método.
En varios conflictos o guerras el ataque de “falsa bandera” fue llevado a la realidad. Sería muy largo enumerar esos hechos, pero van algunos ejemplos para entender la envergadura de esa metodología utilizada recurrentemente por los Estados Unidos. Corría el año 1964 y el mundo vivía la guerra fría entre Estados y la Unión Soviética, mientras en China se consolidaba el comunismo y los patriotas vietnamitas querían unificar su territorio, dividido luego de la invasión francesa. Los norteamericanos simularon un ataque a un barco por parte de tropas de Viet Nam del Norte, en el Golfo de Tonkin. Con ese argumento profundizó su aventura en ese país, que debieron abandonar luego de 10 años de gigantescas tropelías. A partir de ese incidente, que nunca ocurrió, los Estados Unidos perdieron 50 mil soldados y los vietnamitas tuvieron 2 millones de muertos.
Los Estados Unidos justificaron su invasión a Irak, en el año 2003, en el hecho que Saddam Hussein “poseía armas de destrucción masiva”. Dichas armas nunca fueron encontradas y luego se comprobó que todo aquello fue una burda mentira. Pero esa guerra que llegó hasta el 2011 dejo un tendal de medio millón de muertos y un país destruido.
Lo anterior constituyen solo dos ejemplos aleccionadores sobre un modo de proceder. En el caso que nos ocupa parece demasiado tonto e imbécil atacar a su propia población civil con armas que se supone que habían sido destruidas y cuyo control estaba a cargo de los rusos. El reciente ataque con misiles tendría otros objetivos, entre ellos cabe considerar: Deteriorar la presencia rusa en Siria, recordemos que Rusia debía controlar que no quedaran armas químicas en ese país; dar un golpe publicitario a la debilidad de Trump acosado por variadas derrotas internas y por las denuncias sobre cierta colaboración de Vladímir Putin en su campaña electoral; demostrar al mundo que Estados Unidos sigue siendo capaz de cometer ese tipo de atropellos sin preocuparlos el derecho internacional, sus instituciones, y la opinión pública mundial. Por último, es probable que este ataque forme parte del objetivo de dejar sentado que todo aquello que interesa estratégicamente a los Estados Unidos y que no puedan controlar puede sufrir este tipo de ataques. Ellos apuntan a destruir la industria y logística de ese país o reducirlas a la mínima expresión. Su actual intervención en Siria donde, diciendo perseguir a los extremistas del ISIS, bombardeó la mayor parte de la infraestructura de ese país es una rotunda prueba de ello. En el mismo sentido ya actúo y dejó en ruinas en Libia, Irak y Afganistán.
Argentina, junto a los gobiernos de Chile, Colombia, México, Paraguay, Perú y Uruguay condenó el llamado “ataque sirio con armas químicas” pero ni siquiera hizo lo mismo respecto al efectuado con misiles por los Estados Unidos.
Juan Guahán