EEUU: Bush, hipótesis de campaña para la recta final

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

El gran interrogante es: ¿que hará George Bush para ganar en noviembre? Claro, porque tal como están las cosas (el fantasma de) su derrota nos incumbe a todos. Y, si se tiene en cuenta que ganó la presidencia merced a un fraude en el 2000, corre el riesgo de pasar a la historia no sólo como un presidente mentiroso -que mató miles de personas inocentes construyendo una guerra sobre falsedades, incluyendo un millar (hasta ahora) de sus propios conciudadanos caídos en Iraq- sino también como el que comenzó y terminó su carrera sin nunca haber tenido el consentimiento de los electores. Tampoco de aquellos que lo van a votar en los Estados Unidos de América.

Hay de inventar algo. Ya se pueden contar por decenas los comentaristas occidentales que -como quien escribe- están lucubrando hipótesis sobre algún incipiente golpe de efecto. Y, puesto que se siente en el aire, se percibe que grandes maniobras están en curso debajo de la alfombra en muchas regiones del planeta. Así que especular es un ejercicio útil, hasta en términos políticos. O sea: sirve para evitar que el público distraído sea sorprendido por el prestidigitador.

Hipótesis número uno: la captura de Osama ben Laden.
La pongo en el primer lugar no porque la estime muy acertada -considero lo más probable que Osama haya fallecido hace tiempo y se lo mantenga, para decirlo de algún modo, en vida artificialmente: como el «cuco» capaz de despertar alarma en la opinión pública mundial- aunque sólo sea porque pesa en los pensamientos de mucha gente.

En otro orden, es posible -pero con menor eficacia mediática- anunciar, en la recta final de las elecciones, la «prueba» de su muerte. Muchos torcerían la boca, pocos lo creerían. El golpe de efecto serviría para simplificar esta idea: «Vieron, he capturado Osama y Saddam. He cumplido las promesas. He derrotado los demonios terroristas». Algunos puntitos arrimaría. Y, en una situación tan incierta, podría resultar decisivo.

Hipótesis numero dos: Un colosal atentado terrorista en alguna parte del mundo.

No sería obra de George Bush, naturalmente, pero sí de su aliado natural: Al Qaeda. Veo un arquear de cejas y la pregunta consiguiente: ¿cómo es eso? ¿Al Qaeda aliado natural de Bush?

Nada de estupor. Todos saben que George Bush juega la carta del terrorismo para ganar las elecciones. Desde hace meses la administración saliente viene lanzando alarmas hacia todas las direcciones. Sin importar qué informaciones llegan a sus manos, es evidente que Bush saca ventajas de la inquietud generalizada. Ha sido el presidente de la guerra en contra del terrorismo -y su adversario, Kerry, no dice cosas más sensatas que él-.

Es verdad que fracasó en el objetivo de hacer disminuir el terrorismo -que aumenta a la par del miedo que suscita-, pero también es verdad que millones de estadounidenses aun creen las mentiras que les contaron desde 11 de septiembre hasta hoy. Por lo que es inútil que Bush continúe pulsando alarmas. La gente piensa que es mejor uno que tenga los huesos ya formados antes que un novato que -repito- no parece más hábil que su competidor.

Y, luego, resulta evidente que Al Qaeda es una hipótesis un tanto vaga; algo así como un holding del cual sólo muy pocos conocen la composición de su consejo de administración. Si algún miembro del «súper clan» que manda en el planeta no había elegido a sus representantes antes del 11 septiembre, sería un hecho extraordinario que no lo haya hecho después.

Al final, cualquiera que fuesen los miembros del consejo de administración del holding terrorista, no son ciertamente unos débiles mentales. Les es más conveniente un presidente como George Bush -que multiplica los aliados del terrorismo- que uno como Kerry, que tal vez busque el dialogo con alguno de ellos. Entonces, ¿por qué no imaginar que intenten ayudarlo?

En el frente militar el desfile de los muertos en Iraq continúa. La revuelta chiíta ya duplica aquella de los sunitas. No tan sólo no habrá tregua hasta noviembre; al contrario, todo hace prever que la guerra entrará en un plano todavía más «explicito». Las tropas anglo-americanas no están capacitadas para contener la ofensiva de la lucha popular contra la ocupación, y menos para frenar las acciones terroristas.

En el frente político las cosas no andan mejor. Después de la resolución del Consejo de Seguridad, votada por unanimidad, Francia, Rusia, Alemania y casi todos los otros países confirmaron que no enviarán un solo soldado en auxilio de los estadounidenses. Tampoco la ONU puede hacer algo porque no tienen fuerzas disponibles para poner bajo el mando de EEUU, al que debería obedecer en todo sentido.

Así las cosas Kofi Annan contemporiza, pero no mandará ningún funcionario a morir gratis en Bagdad. EEUU está más solo que nunca y la alianza con Berlusconi y Kwazniewski no es suficiente para armar la fiesta.

Lo único que Allawi puede esperar es salvar el pellejo, pero las probabilidades que termine como Kadyrov -el presidente chechenio instalado en el poder por Vladimiro Putín- son muy elevadas.

También la iniciativa de Colin Powell para convencer a los países árabes y musulmanes de enviar tropas, en lo formal bajo el mando de la ONU, pero sustancialmente bajo el comando estadounidense, fracasó antes de comenzar. Era necesario el consentimiento de Mubarak, que fue el primero en decir no, seguido de Kadaffi. Hasta los sauditas, que pontificaron sobre un contingente árabe-musulmán para llevar orden a Iraq, lo hicieron precisando que no podían enviar un contingente propio: Demasiado peligroso para los equilibrios internos de Rijadh.

Los únicos que han dicho sí enseguida -pero con escaso entusiasmo- son Pakistán, Túnez, Marruecos, Argelia y Yemén. Demasiado pocos para cambiar el destino de un conflicto que tampoco la súper potencia americana consigue contener. Colin Powell -que esperaba más provechosos resultados en Jedda, después del encuentro con los sauditas y Allawi- tuvo que replegarse. En todos los casos su esfuerzo no fue nada extraordinario: dejará el equipo de Bush en noviembre y se puede entender por qué no se comprometió a fondo.

En resumen: la bitácora de marcha del presidente saliente no permite prever nada positivo sobre estos frentes político-militares. Si se saca Osama ben Laden no queda mucho. A menos de impedir otra vez el voto, anticipadamente, un ardid que fue utilizado en el año del Señor de 2000.

Esta es la tercera hipótesis, tal vez la más interesante, que podríamos titular: Prueba aún una vez más, Jeb.
Las noticias que llegan de la Florida, estado del sur donde el hermano Jeb continúa siendo el dueño, dicen que está en curso una fuerte tentativa para repetir, con otros medios, el mismo operativo de 2000, que consistió en privar del derecho a voto a algunas decenas de miles de electores con la piel negra.

En ese entonces la operación fue hecha con una ley que excluía del sufragio a todos aquellos que hubieran sido condenados por delitos menores -conducir sin licencia, haber sido detenido por embriaguez y cosas así-, faltas habituales de los estratos sociales donde prevalecen las personas de color, que en la Florida votan preferentemente por los demócratas.

He ahí revelado el secreto del ardid. Como puntualmente documentó Michael Moore, George Bush y Jeb Bush, con la buena voluntad de la Corte Superior de Justicia, complotaron anticipadamente por largo tiempo.

Ahora el departamento de policía de Florida, que depende directamente del gobernador Jeb, ha promovido un censo judiciario por crímenes electorales, ¡oh, casualidad!, justamente en contra de las organizaciones de la gente de color -como la Liga de Orlando por el voto- que por decenios se esfuerzan para efectivizar el derecho a votar, es decir: inscribir en los registros electorales, e inducirlos a votar, a las personas de piel negra que mayoritariamente no lo hacen.

El objetivo evidente es intimidar con métodos policiales a todos aquellos que respaldan la participación al voto de la gente de color en la Florida. Es la historia del lobo y del corderito que se repite: a aquellos que fueron estafados se los acusó de estafadores (una fábula clásica, n. del t.).

A fuerza de intimidaciones algunas decenas de miles de electores de color se verán obligados -por las amenazas- a quedarse en casa.

La Florida de Jeb fue decisiva en el 2000, podría serlo, también, en 2004. Pero -se puede suponer parafraseando un conocido proverbio- un estado no hace primavera. Podría no ser suficiente una Florida con «ardid». Realmente en el 2000 sin la intervención tramposa de la Corte Suprema de EEUU, que interrumpió la cuenta de los votos para impedir que George Bush fuera derrotado por Al Gore, el «gran golpe» no hubiese funcionado.

Sin nada de miedo el intrépido George Bush, aquel de la «mission accomplished», de la misión cumplida, tiene reservada una cuarta hipótesis, que se puede titular panamericana: el voto electrónico. Diebold, del estado de Ohio, es la empresa líder en la venta de maquinas para el voto electrónico. Sus conexiones con el partido republicano son conocidas de siempre.

Las sospechas son fuertísimas: será suficiente una simple conexión con un módem entre la computadora de un distrito, o de un estado, y el cuartel general de la Diebold, para cambiar, de ser necesario, el total de los votos sin tener necesidad de ir al lugar para manejar las cifras locales. La reciente DEFCOM (convención de los hackerrs) en Las Vegas analizó las posibilidades de una estafa electoral electrónica, llegando a la conclusión unánime que las posibilidades técnicas de manipulación son muy elevadas.

Concluyendo, si no alcanza con Ben Laden vivo o muerto, si no alcanza con el hermano Jeb, siempre habrá una última chance: aquella de los «revisores» electorales de la Diebold.

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Artículo anterior: http://noticias.arcoiris.tv/modules.php?name=News&file=article&sid=287

*Giulietto Chiesa, periodista y escritor italiano; su ensayo La guerra infinita, el mundo después de la invasión a Afganistán, está disponible en castellano publicado por Ediciones del Leopardo (www.pieldeleopardo.com) y la revista El Periodista (www.elperiodista.cl).

La obra se puede consultar si costo alguno en: (www.wordtheque.com/pls/wordtc/new_wordtheque.w6_start.doc?code=70636&lang=es.

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