EEUU: En memoria de todo lo que se perdió
Amy Goodman*
La ira se puede sentir en todo el Delta del Mississippi. Mientras el géiser de petróleo de la plataforma Deepwater Horizon, casi un kilómetro y medio bajo el agua, continúa intacto, la peor parte de esta catástrofe ambiental, la mayor en la historia de Estados Unidos, se expande hacia la costa, con impactos sobre el medio ambiente, la economía y todas las formas de vida.
Recorrí los pantanos y las ciudades de la costa de Luisiana para conocer a la gente que se encuentra directamente afectada por la llegada de la marea negra de BP. Están enfadados, sin trabajo y leen en los periódicos acerca de personas que se están enfermando.
Una persona que mantiene su trabajo—al menos por ahora—es el Presidente Ejecutivo de BP, Tony Hayward. Hayward, que ganó un sueldo de más de 4,5 millones de dólares en 2009, el domingo dijo lo siguiente: “Nadie quiere más que yo que esto se termine. Me gustaría recuperar mi vida”. Con cada una de sus nuevas declaraciones, que claramente pretenden minimizar la percepción del impacto del desastre de BP, Tony Hayward resulta más desprestigiado. Probablemente sea cada vez más cauto en sus comentarios, ya que el Fiscal General de Estados Unidos, Eric Holder, acaba de recorrer el área y en una declaración pública, dijo: “Hemos iniciado tanto una investigación penal como civil, ya que es nuestra obligación por ley. Nuestras leyes ambientales están muy claras, y tenemos la responsabilidad de cumplirlas, y lo haremos”.
En Grand Isle, Louisiana, conocimos a Dean Blanchard, propietario del mayor negocio de camarones de la zona. Nos llevó en su bote, donde dijo lo que pensaba sobre el Presidente Barack Obama, alguien a quien en un momento apoyó: “El Presidente debería estar avergonzado. Él es, lo responsabilizo en este momento. El Presidente, yo voté por él. Fue uno de los peores errores que cometí. Pensé que era un hombre y que iba a traer cambio. Pero si esto es cambio, no es cambio para mejor. El Presidente debería estar avergonzado”. Los padres y abuelos de Blanchard eran pescadores de camarón. Con su fuerte acento Cajún, explicó el efecto de las mareas sobre el derrame de petróleo:
“Me gané la vida observando las mareas. Nosotros capturamos camarones. No es posible ver a los camarones. ¿Ud. sabe cómo nos enteramos de donde está el camarón? Por las mareas. Cuando la marea se aleja, cuanto más baja es la marea, más agua regresa y cuando el agua regresa trae todo consigo. Generalmente trae el camarón, pero esta vez va a traer el petróleo”.
Dean Blanchard dice que los pescadores son como los agricultores: “Es preciso entender como funciona nuestro negocio. Ellos no solo nos dejaron sin negocio en medio de una semana. Somos como agricultores. Perdemos dinero en enero, febrero, marzo y abril, y nos preparamos para sembrar nuestro cultivo en mayo, junio y julio. De manera que gastamos mucho dinero preparándonos para tener todo listo en mayo, y cuando llegó mayo estábamos totalmente clausurados, de manera que ni siquiera llegamos a empezar”. Le pregunté cuánto dinero perdió: “Casi un millón y medio de dólares”, me dijo.
Muchos propietarios de botes camaroneros fueron contratados por BP para trabajar en la limpieza del derrame. Un pescador local, John Wunstell Jr., fue llevado de apuro al hospital con problemas respiratorios que atribuyó al medio ambiente nocivo.
Él y otros afirman que BP les prohibió utilizar máscaras, y presentó un pedido de actuación judicial para obligar a BP a que proporcione máscaras y otros equipos de protección para los trabajadores de la limpieza. ¿Cuál fue la respuesta de Hayward, de BP? “Estoy seguro de que realmente están enfermos, pero no se sabe si eso está relacionado con los dispersantes y el petróleo, o si se trató de intoxicación por alimentos o hubo otro motivo para que se enfermaran. La intoxicación por alimentos es claramente un gran problema cuando tienes una concentración de este número de personas en campos de trabajo temporario, en alojamientos temporarios. Es algo que tenemos que tener muy en cuenta. Es uno de los grandes problemas de mantener a un ejército funcionando. Los ejércitos marchan en base a sus estómagos”.
Dean Blanchard estaba furioso. ¿Por qué, preguntó, BP confiscó la ropa que vestían los trabajadores luego de que se pusieran las batas que les dio el hospital? Y se respondió: “Simplemente está buscando una excusa. Si le preocupaba tanto la comida, ¿por qué confiscó la ropa de la gente que fue trasladada al hospital? Una vez que les pusieron las batas del hospital, BP se llevó su ropa, eso es lo que tengo entendido. Así que no creo que se necesite verificar las prendas de la gente para examinar la intoxicación por alimentos. La vestimenta de alguien se necesitaría sólo en caso de tener que examinar una intoxicación por químicos”.
Dean Blanchard nos llevó hacia el Golfo para ver las operaciones de limpieza. Los dueños de las embarcaciones se negaron a hablar con nosotros. Blanchard dijo que tenían motivos, “Temen hablar y temen ser vistos, porque BP los amenazó de que si hablaban con los medios, serían despedidos”.
Otro pescador, Glenn Swift, a quien conocimos en Buras, Louisiana, confirmó que firmó un contrato que contiene una cláusula que afirma que hablar con los medios es motivo de rescición del contrato. Cuando le pregunté por qué estaba hablando conmigo, dijo: “No creo que sea correcto callar a las personas solo porque trabajas para ellos. Se supone que vivimos en Estados Unidos y se supone que hay libertad de expresión”.
Muy cerca de donde vive Blanchard y de Grand Isle, una familia levantó 101 cruces en el frente de su casa, cada una en conmemoración de algo que aman, como los “pelícanos marrones”, los “atardeceres en la playa” y la “arena entre los dedos de los pies”. El cartel apostado junto al cementerio de los sueños dice: “En memoria de todo lo que se perdió, cortesía de BP y de nuestro gobierno federal”.
*Presentadora de Democracy Now!