EEUU: las elecciones y el lloriqueo por ganar en Iraq

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Saúl Landau*

En informaciones no frecuentes de Iraq ocasionalmente reconozco lugares que filmé. A fines de septiembre de 2002 observé a través del lente de la cámara a Bagdad, Kerbala, Najaf, Hamidaya y otras ciudades iraquíes. Saddam Hussein acababa de anunciar que permitiría el regreso a Iraq de los inspectores de armamentos de la ONU. Los políticos y expertos norteamericanos ignoraron las implicaciones de su decisión. Pero en Bagdad, los extranjeros de visita suspiraron de alivio. Si Saddam tenía armas, pensaron, las encontrarían los mejores expertos forenses del mundo con tecnología sofisticada.

Saddam lo sabía, así que eso significaba que no tenía armas de destrucción masiva. Tan pronto como los inspectores terminaron su búsqueda y no pudieron encontrar el supuesto alijo, Bush perdió su pretexto para ir a la guerra.

Bajo Saddam, el dominante Partido Ba’ath se aseguró de que los sunitas ocuparan puestos claves en el gobierno. Pero dieron espacios a los chiítases, kurdos, turcomanos e incluso cristianos, como el vice ministro del Exterior Tariq Aziz. Saddam mantuvo esta incomoda distribución con una represión brutal, pero incluso después de haber lanzado tontas y costosas guerras (con Irán y Kuwait), continuaba recibiendo ingresos por el petróleo, suficientes para dar a muchos iraquíes acceso al agua, alcantarillado, escuelas y hospitales.

Los iraquíes sufrieron dificultades por 12 años de atroces sanciones impuestas por EEUU y el Reino Unido como castigo por la invasión de Saddam a Kuwait.

Durante aquella semana de filmaciones, ningún iraquí se me presentó como chiíta o suníta, a pesar de la antipatía hacia Saddam –que expresaban fuera de cámara–. Muchos pedían: “Por favor, no vengan. Saddam está viejo y morirá pronto. Sus hijos son demasiado estúpidos para gobernar”.

Mientras tanto, Hans Blix y los inspctores de la ONU comenzaron su búsqueda. Después de varios meses de no encontrar nada, Bush se impacientó y les dijo que se marcharan, invadió Iraq en marzo y en mayo de 2003 declaró la victoria: “Misión cumplida”.

Cinco años después, los candidatos republicanos gritan triunfalmente: “Estamos ganando la guerra en Iraq”, una guerra que Bush declaró que estaba ganada. ¿Quieren decir que ahora matan y hieren a menos soldados? Debe ser eso. McCain caminó por las calles de Bagdad –una cuadra con una enorme protección militar– y obtuvo una experiencia en bloque. “Gracias al general David Petraeus, y a estos valientes jóvenes norteamericanos, estamos ganando en Iraq y regresaremos a casa con honor”, dijo.

Tal retórica de campaña –reportada por "Ruidos Fox" como si fuera noticia– se contradice dolorosamente con la realidad. Nadie cuestiona la pertinencia del honor en el contexto de la muerte la tortura y la humillación de un pueblo. ¿Qué significa el “honor” después de someter a Iraq a más de cinco años de ocupación? Nadie nos invitó, por cierto.

Los medios y los principales demócratas no confrontan a McCain cuando manipula los hechos y la historia. Ellos también fueron cómplices de Bush en sus mentiras y guerrerismo al continuar financiándolo; luego se arrepintieron de su comportamiento, pero continuaron financiando la guerra. Bueno, nadie es perfecto.

“Es solo retórica de campaña”, comentan los cínicos que supuestamente pertenecen al Cuarto Poder. “Nadie presta atención en realidad”. Si es así, ¿para qué decirlo entonces? Al menos Obama critica a McCain en los debates por haber apoyado la guerra desde el principio. Pero Biden también… bueno, no mencionemos recuerdos desagradables (votos).

Sarah Palin, que no puede hilvanar dos oraciones coherentes acerca de asuntos claves, lloriqueó con sus palabras “ganadoras” y luego exhibió desvergonzadamente a su hijo Track, a punto de ser enviado a Iraq. “John McCain se negó a abandonar la fe en las tropas que ahora nos acercan a la victoria”, chilló, “como madre de uno de esos soldados”.

Obama se niega “a reconocer que estamos ganando en Iraq”, berrea Palin. “Dijo que es un engaño. ¿Está engañando el general Petraeus al pueblo norteamericano (estadounidense)? No lo creo”. McCain intervino: “No vamos a permitir que los derroten. No vamos a hacer que se rindan. Y ellos van a ganar. Y lo juro, están ganando, amigos. Están ganando. Están ganando”. (MSNBC, 13/6/08).

¡Ganando! Espero que Obama use unos pocos minutos de lo que queda de campaña para denunciar el absurdo uso del lenguaje que sus oponentes han escogido para describir lo que la guerra ha infligido a Iraq y a su pueblo.

Los iraquíes sangran. Las tropas de EEUU ocupan su país sin razón legal o moral. Cientos de miles de iraquíes han muerto o han sido heridos en vano. Han sido testigos de la destrucción de su infraestructura y sus profesionales abandonan el país –o son asesinados–. Millones de ellos vieron sus hogares destruidos, cientos de miles fueron sometidos a prisión arbitraria, más de cuatro millones han huido, algunos a campos internos de refugiados, 2.2 millones de ellos a otros países.

McCain y Palin han dado a la palabra “marea” el significado de fe religiosa. ¡No hace falta explicarla! Es más, la reducción de la violencia en Iraq contra las tropas de EEUU ha sido el resultado del pago a antiguos enemigos para que dejen de pelear contra las fuerzas de EEUU y de alentar –no impedir– la limpieza étnica del país.

La violencia sigue siendo una ocurrencia diaria, pero las tropas estadounidenses son menos su blanco. Los iraquíes ahora soportan el peso de tácticas como el secuestro, algo que sucede con mucha frecuencia.

El 12 de octubre, Pamela Hess (Agencia AP) informó sobre “Una estadística sorprendente” brindada por la inteligencia norteamericana: “Un aumento del 500 por ciento de extranjeros tomados como rehenes en todo el mundo, a medida que militantes adoptan los métodos de las figuras más violentas de la insurgencia iraquí”.

En 2004, “342 extranjeros incluyendo a estadounidenses fueron tomados como rehenes por terroristas y organizaciones insurgentes. Para 2005, esa cifra había crecido a 501. Para 2007, había saltado más de 1.500, y parece que este año aumentará aún más, según Thomas Brown, director de la oficina que analiza información acerca de prisioneros de guerra y desaparecidos en acciones de guerra”.

Esta cifra no incluye el total de secuestros de los propios residentes en el país por parte de terroristas y grupos insurgentes –una práctica mucho más frecuente y de larga data–. Los militares estadounidenses rehenes –no incluidos en el escudo mágico de la “marea"– casi tienen garantizada su ejecución.

Pregunten a los residentes de Mosul acerca de la marea mágica. Durante las últimas semanas, miles de cristianos han huido de esta ciudad predominantemente sunita, ubicada a unas 225 millas al norte de Bagdad. Estos “casi ganadores” huyeron de los extremistas islámicos que declararon la guerra santa contra esta antigua comunidad cristiana.

La policía iraquí se dio prisa en llegar a Mosul para detener los asesinatos. Unos 5.000 cristianos huyeron durante las últimas semanas, según funcionarios iraquíes. El gobernador provincial de Mosul, Duraid Kashmula, calificó a la violencia como “la más feroz campaña contra los cristianos desde 2003”. (Patrick Cockburn, The Independent, 13 de octubre.)

¿Cómo responderán los iraquíes que huyeron al llamado del primer ministro Nouri al-Maliki de que pueden regresar ya a sus hogares? Hasta ahora, solo 20.000 familias (120.000 individuos) han regresado, según Abdul-Khaliq Zanqana, miembro del comité parlamentario de desplazamiento y migración. Dos millones de refugiados aún viven en Iraq; de los demás la mayoría reside en Siria y Jordania.

En 2006-2007, unos 3.000 iraquíes murieron cada mes debido a la violencia sectaria. Esta cifra ha disminuido, pero no porque hayan arribado más tropas de EEUU. Más bien la limpieza étnica significa que los sunitas o los chiítas dominan vecindarios o ciudades completas. Un sunita que trate de reclamar su casa en un vecindario chií o viceversa seguramente no tendrá una cálida bienvenida –a no ser con fuego–. Bagdad se ha llenado de paredes de concreto contra explosiones y de puntos de chequeo. Esto significa mayor seguridad, pero no un mejor estilo de vida.

Las tropas norteamericanas entrenaron al ejército iraquí y a las fuerza de policía para que puedan desarrollar su política, lo cual hicieron. Pero altos miembros del gobierno de Iraq tienden a vivir en la Zona Verde, protegidos por tropas estadounidenses y con suministro regular de electricidad y agua potable. Otras partes de Iraq sufren el cólera debido al agua contaminada.

Los líderes iraquíes todavía viajan en convoyes blindados y dependen de enormes barreras de concreto. El asesinato ha sustituido a la muerte política. Gracias a los cinco años de guerra Iraq se ha convertido en campo de entrenamiento para asesinos profesionales.

En esta atmósfera, ¿quién está ganando? ¿Y quién lloriquea acerca de la victoria? El primer ministro Malik, a quien la Casa Blanca seleccionó como "líder" de Iraq, se inclina por Irán. Ha apoyado tácitamente la posición de Obama acerca de la retirada en un plazo de dieciséis meses. También abrazó al presidente iraní Ajmadinejad cuando este visitó Iraq en marzo, sin el vasto despliegue de guardaespaldas y protección militar que recibió John McCain.

¡Qué ingratitud! Durante cuatro años, las políticas de Bush apoyaron a los chiítas pro-iraníes y los ayudaron a consolidar el poder político. Una vez que las fuerzas militares de EEUU se hayan marchado, Maliki puede ordenar que el ejército de Iraq entrenado por EEUU ataque a los sunitas –y pueden contar con Irán para hacerlo. Los sectarios chiítas de Maliki y sus aliados en Teherán han emergido de un estado antiguamente dirigido por sunitas, gracias a la ayuda de EEUU.

McCain y Palin se refieren a esta lóbrega situación cuando lloriquean que Obama no acepta “ganar”. ¿Cómo definirían la “derrota”? Obama podría responder: “Dejen de lloriquear acerca de ganar y expliquen ¡cómo van a reconstruir a Babilonia!”

Filmé este lugar bíblico en 2002. Seis meses después, los miembros del vencedor ejército de EEUU presenciaron cómo los saqueadores robaban y destruían los tesoros de Iraq mientras ellos protegían los campos petroleros –el comportamiento de los “vencedores”.

* El filme de Saúl Landau Iraq: voces de la calle está disponible en DVD en ingles y español (roundworldproductions@gmail.com).


Addenda

1. Las últimas novedades en el plano político respecto de la situación en ese país, pueden leerse en una información de Prensa Latina –que reproduce fuentes estadounidenses–: Presiona EE.UU. a Iraq para extender su presencia militar, la que encontrará en este portal aquí .

2. Cuando se habla de tropas estadounidenses se olvida que parte del contingente lo conforman soldados de origen extranjero –muchos latinoamericanos– que permutaron su participación en la guerra por permisos de residencia, por una parte, hombres de distintas procedencias –por ejemplo salvadoreños– que obedecen al mando de oficiales y estrategas de EEUU, por otra y finalmente las fuerzas mercenarias reclutadas en América Latina y el mundo.

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