EEUU, tecnología. – EL VALLE DEL SILICIO Y EL PARAÍSO PERDIDO
Si uno pudiera elegir entre comenzar una carrera en los más altos niveles de la tecnología, ¿elegiría Estados Unidos o India?
Rosen Sharma, emigró de India en 1993 para establecerse en el Valle del Silicio, y le ha ido muy bien; pero si fuera un recién egresado, hoy elegiría –dice– su país de origen. Dice que allí hay más oportunidades para los negocios, y que la calidad de vida es, como mínimo, tan buena: vivienda, colegios, seguridad en las calles. Y la posibilidad de prosperar a partir del sueldo de un joven ingeniero.
India, sostiene, soporta perfectamente la comparación con Estados Unidos.
Las afirmaciones de Sharma son preocupantes. Buena parte del despegue tecnológico estadounidense en los últimos 20 años se debe a haber podido atraer, año tras año, a los mejores y más brillantes de India, Taiwán y otros países asiáticos. Se dio por sentado que esa talentosa inmigración quería llegar a EEUU y que iba a contribuir para que las nuevas generaciones adquirieran maestría. La perspectiva de Sharma, empero, significa un toque de alerta.
En 1993, dice, tras graduarse con honores del Instituto Indio de Tecnología en Delhi, se dirigió de inmediato a Estados Unidos, tal como lo hicieron la mayor parte de sus compañeros de estudios. De 40 egresados, sólo tres no viajaron para radicarse en EEUU.
Fue una decisión inteligente para él y un excelente negocio para EEUU. Obtuvo un doctorado en la Universidad de Cornell y desde entonces a puesto las bases de más de media docena de empresas, desarrollado diversos productos, generado ganancias, recompensado a los inversores y creado puestos de trabajo. En la actualidad tiene un asiento en los directorios de cinco compañías y dirige su propio emprendimiento: SolidCore Systems, en Palo Alto, California.
Estados Unidos es el hogar de Sharma; solicitó la ciudadanía, crecen aquí sus tres hijos. Quiere que el país sea un motor de innovaciones, que las empresas estadounidenses fabriquen mejores productos y generen utilidades para sus accionistas y trabajadores.
No obstante –es el presidente de la asociación de ex alumnos del Tecnológico de Delhi– señala que la nueva generación de ingenieros indios difícilmente pensarán como él. El año pasado (2006) sólo 10 de los 45 egresados de la institución en la misma carrera que él cursó, dice, decidieron buscar trabajo en EEUU.
Si esto refleja una tendencia, tendrá consecuencias significativas para Estados Unidos. Anna Lee Saxenian, decana de la Escuela de Información de la Ujiversidad de California, sede Berkeley, se ha dedicado por años al seguimiento del impacto de los empresarios –entrepeneurs– que han inmigrado. Junto con investigadores de la Universidad de Duke (en Carolina del Norte) informó en Enero (2007) que los inmigrantes contribuyeron al inicio de una de cada cuatro empresas tecnológicas en el país en la década pasada.
En conjunto esas empresas dan trabajo a 450.000 personas y tuvieron ventas por US$ 52.000 millones en 2005, precisa el estudio.
Mientras EEUU e aproxima a la próxima elección presidencial, se escucharán muchas consignas acerca de hacer al país «más competitivo». Los candidatos debatirán acerca de política tributaria y prometerán solucionar los problemas de la educación pública, pero hay muchas probabilidades de que no se los escuche hablar sobre hacer a EEUU más receptivo ante las ambiciones de profesionales de otros países. Y deberían hacerlo.
Hay otro ángulo, lo señalado no sólo se aplica a los nacidos lejos. Si uno fuera un joven brillante nacido en EEUU, ¿dónde convendría iniciar una carrera, en EEUU o en el extranjero?
«En ultramar», dice Sharma, pero esta vez por buenas y positivas razones. Para que las empresas estadounidenses sean competitivas, sirvan a un gran número de clientes y produzcan los mejores productos para consumidores en todo el planeta, necesitarán ejecutivos con experiencia global.
Los estudiantes sienten la tendencia y el desafío: hace meses, hablando con estudiantes que visitaban Silicon Valley acerca de sus expectativas, muchos dijeron que consideraban seriamente buscar también oportunidades en el extranjero.
Parece una contradicción que EEUU pueda continuar intentando atraer los mejores y más brillantes del exterior mientras sus nacionales comienzan a buscar su fortuna más allá de sus fronteras. Pero en un mundo en el que la competencia es genuinamente global este tipo de intercambios tienen sentido, en especial si esos estadounidenses regresan a casa y contribuyen a montar mejores y más sólidas empresas.
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* Artículo publicado en Forbes, edición del tres de marzo de 2007.
El original en inglés se encuentra
Traducción de Gonzalo Tarrués.