EL 2016 EN EL MUNDO

Es bueno comenzar estas reflexiones, sobre lo que nos dejó –en el mundo- el año que está terminando, con unos pocos datos de la realidad que obligan a pensar que la situación está encaminada en una dirección insostenible. Estos datos reflejan una tendencia concentradora que se ha ido acentuando: 85 personas tienen igual riqueza que 3.500 millones de habitantes del planeta, es decir la mitad de la humanidad; el 1% más rico tiene los mismos bienes que el 99% de los restantes 7.000 millones de personas que están poblando la tierra; unos 2.000 millones de personas viven en la extrema pobreza, en una situación que las deja a merced de la muerte, por hambre o enfermedades curables y de una perspectiva de vida miserable e indigna.

De ello se deduce que la fuerza concentradora del actual sistema es incontenible y que la continuidad de esa tendencia conduce a una situación donde el poder quedaría limitado a un pequeño núcleo de personas, sin descartar la perspectiva de una previsible implosión.

Este proceso, centrado en la concentración financiera, tiene en su cúspide a un pequeño grupo de familias (Morgan, Warburg, Lazard, Seif, Kuhn-Loeb, Lehman Brothers, Goldman) que están encabezadas por los Rothschild y Rockefeller quienes conviven, en una alianza no exenta de conflictos, aunque los Rothschild – a partir de su inserción en el sistema chino- parecen ir ocupando los espacios con mayor proyección. Se trata de auténticas dinastías que tienen un poder semejante a la de los emperadores o faraones de siglos pasados, con la diferencia que ese poder lo ejercen a nivel global o universal.

Estos sectores, que vienen dominando al sistema financiero desde su origen, dieron un salto importante, con la posibilidad de construir un orden mundial a su disposición, a partir del fin de la Segunda Guerra Mundial (1945). El Pacto o Acuerdo de Yalta, con su reparto del poder mundial es el símbolo de esa situación que ahora va adoptando nuevas formas. Allí vieron la luz las estructuras institucionales, nacionales e internacionales, que hoy conocemos. Esa tendencia se fortaleció con la implosión de la Unión Soviética (1991).

Da la impresión que los acontecimientos más impactantes de este año: La crisis de la Unión Europea, con motivo de la salida del Reino Unido –Brexit mediante- y el triunfo de Donald Trump en los Estados Unidos abren la puerta a variados cambios. Ellos están fundados en broncas existentes ante los durísimos datos que inauguran esta nota. De todas maneras es posible pensar que estos cambios hayan sido promovidos o pueden ser aprovechados por las mismas familias que hoy están al frente del poder financiero mundial y ahora tratan de mantener su rol impulsando cambios donde ellos mantengan su protagonismo. Es por eso que estamos ante situaciones nuevas que anuncian la clausura del ciclo iniciado en 1945, sin que se sepan exactamente las características de un mundo remodelado. Estamos transcurriendo una transición en la que nada se puede descartar y donde la amenaza de la guerra andará merodeando sobre nuestras cabezas. Si bien los cambios actuales tiene a viejos poderes como sus principales protagonistas, no se puede descartar que la energía de los pueblos pueda desplegarse en medio de esta nueva situación.

Juan Guahán

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