El cine argentino vive una crisis de película
Daniel Cholakian
El cine argentino atraviesa una crisis profunda como resultado de una serie de políticas específicas del organismo rector del cine –el INCAA- y de las políticas generales de cultura del gobierno de Mauricio Macri.
A pesar de que por la ley el INCAA es autárquico y autónomo y su tarea es administrar los fondos que provinen de impuestos y tasas destinadas a la actividad, la actual conducción, en cabeza de su presidente Ralph Haiek y el gerente general Juan García Aramburu, ha bloqueado el uso de los fondos destinados al fomento, ha reducido el aporte para la producción de películas y en esta semana canceló el apoyo a la distribución de cine nacional, lo que paralizaría de hecho el estreno una importante cantidad de películas argentinas.
O limitaría su exhibición a las escasas salas públicas, en horarios reducidos y con solo una semana de funciones.
Hace apenas 3 semanas, en la entrega de los Premios Cóndor a la producción audiovisual, el secretario de la Asociación de Cronistas Cinematográficos, Juan Pablo Russo, decía en su discurso “Desde la Asociación, notamos que la industria audiovisual atraviesa una crisis que se agudiza cada vez más”… “vemos con suma preocupación los fuertes recortes que se aplican sobre el sector audiovisual, los medios públicos y la cultura en general. El cine se está haciendo como se puede y no como se debe”. Esa noche el discurso de Russo fue largamente aplaudido por la comunidad del cine.
La semana pasada el Colectivo de cineastas denunció “un gran debilitamiento y estancamiento del fomento a la producción de cine nacional, única función esencial del INCAA, que con una irresponsable política cinematográfica ha desfinanciando la producción argentina”. Lo hizo a través de un documento que fue presentado públicamente en la puerta del cine Gaumont, sala emblemática dedicada a películas argentinas, propiedad del Instituto de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA).
Ese comunicado estuvo impulsado por la Mesa de Directorxs, espacio que nuclea a las asociaciones de directorxs (ADN, CdC, DIC, DOCA, PCI, RAD y RDI) y se sumaron las adhesiones de todas las asociaciones de técnicxs nucleadas en la Federación Audiovisual (AADA, ADF, ASA, SAE Y EDA) como así también las asociaciones de productorxs como APIMA, APRICINE y la Cámara de Productores de Tucumán, y las asociaciones integrantes del Frente Audiovisual Feminista (La Mujer y el Cine, ACCION y MUA mujeres audiovisuales). También sumaron su apoyo organizaciones provinciales como FAVA Federación Audiovisual Argentina, Tucumán Audiovisual, ACCOR de Córdoba, Colectivo de Cineastas de Córdoba, la Red de Realizadores de Misiones y la Asociación Jujeña de Realizadores Audiovisuales, entre otras.
En el documento, este amplio espacio de cineastas de Argentina afirma que se ha sub ejecutado desde 2017 el presupuesto destinado al fomento del cine nacional; se han suspendido los créditos; no se han abierto las convocatorias correspondientes para nuevas producciones; se ha vulnerado el marco regulatorio de la actividad modificando por decreto normas de un modo arbitrario y se canceló de facto el funcionamiento de los órganos de cogobierno como el Consejo Asesor y la Asamblea Federal. El presupuesto 2019 se definió sin haber pasado por el Consejo Asesor como lo indica la ley.
En el día de hoy, 12 de septiembre, la Cámara Argentina de Distribuidores Independientes cinematográficos (CADICine) publicó un comunicado con el título No habrá más estrenos de cine nacional independiente.
La cámara reúne empresas de distintas dimensiones encargadas de la circulación de cine que no está en manos de las grandes compañías estadounidenses ni aquellas distribuidas por sus propios realizadores. Sus miembros son responsables de cerca de 200 estrenos al año, entre las que se cuenta casi el 90% de las películas argentinas.
En el comunicado, CADICine expresa que “La derogación de la Resolución INCAA 981/2013, y su reemplazo por un nuevo mecanismo de apoyo al estreno de películas nacionales, hace inviable la continuidad de las empresas independientes de distribución cinematográfica, y en consecuencia también, el estreno de la mayor parte del cine nacional”.
Según explican, la resolución aludida regulaba el apoyo del INCAA a la distribución de cine independiente. Al cortarse el apoyo oficial, la distribución de un cine diferente al promovido por las grandes corporaciones globales queda a merced de una competencia desigual, y por lo tanto imposible de sostener. Así no solo se limita el acceso de las producciones independientes y de calidad a las salas sino que, lo que es peor, se restringe el acceso del público a una producción audiovisual que contraste con la que hegemoniza las pantallas mundiales.
“La falta de medidas concretas para equilibrar el mercado de la exhibición hace imposible la continuidad de las empresas dedicadas exclusivamente a la distribución de cine nacional independiente”, afirman los distribuidores, quienes terminan exhortando a las autoridades a revisar la medida adoptada.
Hace menos de dos meses, en ocasión del cierre de la sala BAMA de cine arte escribimos “El cierre de una sala como el Bama, ubicada en pleno centro de la ciudad, a metros del obelisco, no es solo el fracaso de un proyecto comercial. Es el resultado de un conjunto de políticas públicas. El desarrollo de las políticas neoliberales alteran el campo simbólico y los modos de los consumos culturales. Este cierre es resultado de la suma de políticas públicas desarrolladas por los gobiernos neoliberales, destruir la capacidad económica del pueblo y borrar cualquier política cultural que promueva espacios de diversidad. Así se facilita que la industria audiovisual global termine de cooptar todas las pantallas del país”
La unanimidad de la comunidad cinematográfica respecto de las políticas del actual gobierno argentino es contundente. Mientras en las calles argentinas los movimientos sociales reclaman por la decisión de decretar la emergencia alimentaria, en un país que produce alimentos para 400 millones de personas, el mismo gobierno que produjo el aumento de la pobreza económica empobrece el campo simbólico al tiempo que asegura el negocio de las grandes compañías globales de creación de contenidos.
El cine independiente argentino corre riesgo de desaparecer y la cuestión es urgente. Más allá de que se está haciendo mal y poco, con un marco institucional pobre y sin control de los organismos competentes, hay al menos 40 películas programadas para estrenarse en el último cuatrimestre del año que están en riesgo de no llegar a las salas. Por ese motivo todas las organizaciones están en alerta, reclamando a las autoridades decisiones inmediatas para modificar las políticas liberales que favorecen la concentración y a los proyectos comerciales sobre un cine de calidad.
El neoliberalismo no es zonzo, pero quiere que nosotros lo seamos.
*Editor de Nodal-Cultura