Chile: El clamor ecológico

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Llamó mucho la atención que en uno de los últimos debates entre los candidatos presidenciales el abanderado de la derecha chilena se mostrará dispuesto a prohibir las actividades industriales en el desierto de Atacama si estas podían enrarecer la atmósfera donde se levantan nuestros observatorios astronómicos. Por el contrario, fue la abanderada de la centroizquierda la que dijo que era mejor permitir estos emprendimientos si ellos significaban posibilidades de trabajo y recursos para el país.

Una extraña situación si se considera que, por lo general, son las posiciones vanguardistas las que tienen mayor celo por la conservación del medio ambiente. El hoy Presidente Electo señaló que la transparencia de nuestros cielos nortinos podía ofrecernos inversiones y fuentes de trabajo mayores que la de una industria que amenace con la contaminación del aire y que pudiera llevar a la comunidad científica a instalarse en otros lugares del Planeta que ofrezcan mejores posibilidades para observar el universo.

Paranal Observatory | ESO Chile
Observatorio Paranal

Se trata de dos pronunciamientos diametralmente distintos a propósito de la decisión que tendrá que tomar el país respecto del proyecto INAA, un complejo industrial a solo a unos 11 kilómetros del observatorio Paranal que amenaza con contaminación lumínica, polvo y turbulencia atmosférica en una zona crucial para la práctica de la astronomía.

Pensamos que la posición adoptada por Jeannette Jara fue desacertada o precipitada, porque en nada se condice con las posiciones habituales de los conservacionistas del medio ambiente que, por lo habitual, se trata de personas comprometidas con los valores ecológicos y cuyas posiciones chocan generalmente con los partidarios de la libre empresa y de los intereses de los inversionistas nacionales y extranjeros.

Instalado en unos meses más en La Moneda tendrá el Presidente Electo Kast la posibilidad de reiterar o contradecir lo afirmado en su campaña electoral, así como estamos prácticamente seguros que la oposición de izquierda va a coincidir con él para atajar uno de los despropósitos empresariales que perfectamente podrían materializarse lejos de esta zona de excepción y que también pudiera dificultar el trabajo del Observatorio Alma, ese enorme complejo de 66 antenas que se está constituyendo, junto con Paranal, en uno de los más poderosos esfuerzos científicos del mundo para estudiar el universo.

Más allá de este curioso desacuerdo, lo cierto es que la comunidad científica en general teme la acción de un gobierno de derecha que pueda privilegiar los intereses empresariales por sobre la salud de nuestros campos, mares, ríos y en general contra toda nuestra rica biodiversidad. En este sentido, pensamos que lo que más le conviene a Chile es resguardarse de que el llamado “progreso” signifique atentar severamente contra el medio ambiente, afectar la salud de nuestras ciudades y pueblos, así como agotar nuestros recursos renovables del suelo, del subsuelo y las fuentes hídricas superficiales y subterráneas.

Suponemos que José Antonio Kast, conforme a su fe católica de la cual presumió en toda su competencia electoral, pueda haberse impactado con la lectura de Laudato Si, la carta encíclica del papa Francisco sobre el cuidado de la casa común. Un contundente documento vaticano escrito a la luz de las advertencias de la ciencia respecto de fenómenos como el calentamiento global y el enorme, y posiblemente irreversible, perjuicio cometido por el consumismo insensato en desmedro de nuestra naturaleza y la vida de los pueblos, especialmente de los más pobres.

Un mensaje papal donde el extinto Pontífice determina como un pecado mortal atentar contra el medio ambiente y seguir tolerando las disfunciones de la economía mundial, la concentración de la riqueza y la marginación de millones de seres humanos.

Más allá de la posible conversión ideológica de nuestro próximo gobernante, lo cierto es que los que se declaran partidarios de los Derechos Humanos tienen la posibilidad de acoger esta Encíclica, pero, sobre todo, las numerosas advertencias de los científicos del mundo para proponerse abogar por un crecimiento a escala humana que respete los equilibrios medioambientales y se asuma que lo que hay sobre la Tierra pertenece a todas las especies vivas y también a las generaciones venideras.

Una propuesta difícil de poner en práctica cuando gran parte de las reservas de petróleo están en los territorios gobernados por regímenes de izquierda que producen y venden millones de barriles diarios a las naciones más desarrolladas. Un cometido difícil de propiciar si se acepta la justa demanda de los países pobres por alcanzar el estándar social de las naciones ricas y que, de igualarse con ellas, la vida del planeta podría extinguirse muy rápidamente por la contaminación, los desechos industriales que van a parar a los océanos e, incluso, sobre las reservas de agua dulce y limpia. De allí que haya admoniciones morales y científicas que nos hablan de la necesidad de repartir mejor lo que se produce, prohibir la extrema riqueza, el consumismo y la acumulación de bienes que definitivamente son dañinos para la vida.

Una imperiosa necesidad de mayor igualdad que sería muy difícil de alcanzarse si consideramos la naturaleza humana y los acendrados intereses de los poderosos. Por lo que muchos temen un fatal desenlace, sobre todo si se consideran las guerras, las armas de destrucción masivas y el hegemonismo de algunos regímenes políticos.

Sin embargo, son de nuevo la ciencia y la investigación con fines pacíficos y humanitarios los que nos están advirtiendo de lo que podría regalarnos la nanotecnología (la manipulación de la materia a escala atómica), para crear estructuras, nano partículas, que podrían depositarse en los océanos, las cumbres y la propia atmósfera a objeto de enfriar la Tierra y neutralizar las energías tóxicas. Un cometido quizás tardío pero que abre esperanzas para la conservación de “nuestra casa de todos”. Un propósito que bien podría incorporarse, además, al ideario de los amantes de la vida, de la justicia social y del auténtico progresismo.

 

* Periodista y profesor universitario chileno. En el 2005 recibió en premio nacional de Periodismo y, antes, la Pluma de Oro de la Libertad, otorgada por la Federación Mundial de la Prensa.

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