El diálogo de América: Fidel y Allende
En noviembre de 1971 Fidel Castro realiza una visita oficial al Chile de la Unidad Popular que se extiende durante tres semanas, en las cuales recorre el país de sur a norte, hablando sobre todo con trabajadores y pobladores. En esa vista se produjo el diálogo que muestra este premiado documental.
El presentador de la televisión pública argentina se permite muchas libertades, como la de decir que el periodista y amigo de Allende Augusto Olivares (que conduce el diálogo en el documental) «se suicidó también» en La Moneda el 11 de septiembre de 1973, cuando es bien sabido que ambos fueron asesinados por los militares.
Lamentablemente Allende no hizo caso a Fidel cuando este le sugirió que le entregue armas a los obreros:»No olvides por un segundo la formidable fuerza de la clase obrera chilena y el respaldo enérgico que te ha brindado en todos los momentos difíciles; ella puede, a tu llamado ante la Revolución en peligro, paralizar los golpistas, mantener la adhesión de los vacilantes, imponer sus condiciones y decidir de una vez, si es preciso, el destino de Chile» (Carta de Fidel Castro a Salvador Allende del 29 julio de 1973, http://www.lahaine.org/index.php?p=8907 )
Conociendo más tarde la muerte de Allende, Fidel señala: “Salvador Allende demostró más dignidad, más honor, más valor y más heroísmo que todos los militares fascistas juntos. Los fascistas han sacado a relucir el fusil con que combatió Allende, el fusil automático que nosotros le obsequiamos, tratando de hacer propaganda burda y ridícula con eso. ¡Pero los hechos han demostrado que ningún obsequio mejor al presidente Allende que ese fusil automático para defender al gobierno de la Unidad Popular! Fue mucha la razón y la premonición que tuvimos al obsequiarle ese fusil al presidente. ¡Y si cada trabajador y cada campesino hubiesen tenido un fusil como ése en sus manos, no habría habido golpe fascista! Esa es la gran lección que se desprende para los revolucionarios de los acontecimientos chilenos” Fidel Castro: Discurso del 28 de septiembre de 1973.
Nunca ha dejado de asombrarme la enorme capacidad premonitora de Fidel. Concuerdo con él en que si Allende hubiese entregado armas al pueblo, tal como le aconsejó, otro gallo hubiese cantado, la historia habría sido muy, pero muy distinta. Si Allende no quiso hacerlo para evitar un baño de sangre, al final, ese baño de sangre sucedió de todas formas, pero en condiciones mucho más desventajosas, humillantes e indignas para el pueblo. Menos mal que Chávez no hizo lo mismo, él entregó a la población esos cien mil rifles rusos, que han sido una especie de salvaguarda, la que Allende no supo vaticinar.
Hoy el poder mediático sataniza por medio de la TV a los jóvenes porque se defienden de los asaltos de carabineros, de sus allanamientos en poblaciones, de las agresiones injustificables a niños y mujeres. También sataniza a los mapuches por defender sus tierras, por repeler sus ataques, hasta con simples hondas artesanales, pero yo creo que aún así no han sido lo suficientemente tenaces ni temerarios, no creo estar errado en suponer en que si ellos se armaran verdaderamente, probablemente serían mirados con un poco más de respeto, ya no entrarían tan libremente a sus comunidades, ya no golpearían con tanta impunidad a los comuneros.
Si un carabinero se apresta a golpearme, y si yo me defiendo con mis manos, y si devuelvo sus golpes, ¿estoy cometiendo un delito de agresión a la autoridad?
La respuesta es muy clara y obvia. Todo ser humano tiene el legítimo derecho a defenderse.