Binoy Kampmark*

El fútbol no forma parte de la agenda de reuniones, estos días, en ese augusto organismo. Es política, pura y m]”
Si el tsunami predicho por Warner produce un impulso de reestructuración de la FIFA será bienvenido por muchos y temido por pocos. El COI estuvo en un lío parecido después de que salió a la luz el affaire de Salt Lake City. Varios gobiernos tomaron la iniciativa de amenazar al organismo con una reforma.
Las organizaciones británicas decidieron tomar la iniciativa de irritar a Blatter. El presidente de la Asociación Inglesa de Fútbol, David Bernstein, fue particularmente elocuente: “Una coronación sin un oponente crea un mandato deficiente”. La reacción del dirigente reelegido ha sido descartar todas las afirmaciones de corrupción como “mentiras inglesas”. Costakis Koutsokoumnis de la Asociación de Fútbol de Chipre fue escéptico: “Qué hermosa palabra inglesa, afirmaciones”. Una condena semejante es difícilmente útil, considerando que los propios patrocinadores de la FIFA como Adidas, Coca-Cola, Emirates y Visa han expresado su preocupación en diversos grados.
Blatter también se ha presentado como un hombre del humor más negro, al sugerir que uno de los mayores mentirosos políticos de la historia, el ex secretario de Estado de EE.UU. Henry Kissinger, tome un puesto en un escuadrón contra la corrupción, un autoproclamado “equipo de ensueño” de personalidades del fútbol con escobas supuestamente inmensas para el esfuerzo de limpieza.
“Será una comisión de sabios”, proclama Blatter. “A Kissinger le encanta el fútbol: formará parte”. Sabio no es probablemente el término adecuado, pero uno se pregunta a qué se parecerá la institución después de su reestructuración en las manos nefastas de Henry. Blatter se ha dado cuatro años. La podredumbre, sin embargo, continuará.
*Erudito del Commonwealth en Selwyn College, Cambridge. Actualmente enseña en la Universidad RMIT, Melbourne. Publicado por CounterPunch, traducido por Rebelión
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