El fin de Boris Johnson como primer ministro parece inminente
Una verdadera ola de renuncias de ministros y altos funcionarios asestó otro golpe a la cada vez más frágil posición del primer ministro británico Boris Johnson, cuestionada incluso dentro de su propio partido, mientras las encuestan revelan que la ciudadanía está convencida que es el fin de su administración y quizá de la preminencia del Partido Conservador.
El Reino Unido vive una crisis de consecuencias imprevisibles, iniciada por el escándalo sexual en el que se vio involucrado Chris Pincher, un parlamentario conservador cercano al premier. Michael Gove, un veterano miembro del gabinete, pidió al primer ministro que dimita, y se espera que los principales ministros del gobierno, entre los que figuran sus aliados más estrechos, también se lo reclamen.
En medio de la oleada de renuncias, Johnson fue interrogado este miércoles en un comité de la Cámara de los Comunes, la cámara baja del Parlamento británico, y rechazó comentar sobre las renuncias a su gobierno. Ante la pregunta de uno de los diputados sobre si continuaría siendo primer ministro «mañana», Johnson respondió: «Por supuesto». Poco después le dijo al comité que estaba teniendo una semana «excelente» y descartó la convocatoria de elecciones anticipadas.
En teoría, tras haber sobrevivido a la moción de censura hace apenas un mes, Johnson está protegido de otra iniciativa semejante durante un año. Esto se debe a que así lo establecen las reglas actuales del Comité 1922, el grupo que agrupa a los legisladores del Partido Conservador británico. Sin embargo, los críticos de Johnson quieren aprovechar la convocatoria para renovar la directiva de ese comité para intentar tomar el control del mismo y cambiar la regla para posibilitar una nueva moción de censura.
El primer ministro insistió en que no dejará su puesto, apenas un mes después de que el primer ministro enfrentara una moción de censura en el Parlamento en la que 41% de los legisladores de su propio partido votaron contra él. Aquel intento de destituirlo tuvo lugar después de que salieron a la luz pública fotos y pruebas de encuentros y celebraciones en la sede del gobierno mientras el resto del país estaba confinado por las restricciones impuestas por el gobierno de Johnson por la pandemia.
Mientras el primer ministro respondía las preguntas de los diputados, la bancada conservadora estaba casi en silencio. El ruido provenía de la bancada opositora en lo que fue la sesión de control más dura para Boris Johnson desde que ganó las elecciones.
El final de Boris Johnson como primer ministro parece inminente, después que más de 35 funcionarios del gobierno renunciaran, entre ellos, el ministro de Economía, Rishi Sunak, y el ministro de Salud Sajid Javid, de origen paquistaní, dos pesos pesados del ejecutivo cuya dimisión debilita la posición de Johnson. Detrás de ellos se alinearon más de una treintena de viceministros y otros cargos ministeriales de menor rango.
Sunak argumentó que los ciudadanos esperan que el gobierno sea dirigido de una forma «apropiada, competente y seria»; mientras que Javid afirmó que el gobierno no estaba «actuando en el interés nacional». La renuncia de Sunak, de origen indio, tiene lugar en un contexto económico difícil, con el costo de la vida disparado y con acusaciones al ejecutivo de no hacer nada para ayudar a las familias que no logran llegar a fin de mes.
El secretario de Estado para la infancia y la familia, Will Quince, afirmó «no tener otra opción» tras haber transmitido en los medios informaciones proporcionadas por la oficina de Johnson «que eran inexactas». Y el secretario de Finanzas, John Glen, alegó una «total falta de confianza» en Johnson.
Cada vez más debilitado, pero aferrándose al puesto, el primer ministro compareció ante el denominado «comité de enlace», formado por los presidentes de las diferentes comisiones parlamentarias y encargado de examinar el trabajo del gobierno.
Johnson se disculpó por enésima vez, reconociendo que cometió un «error» al haber nombrado en un importante cargo parlamentario a Chris Pincher, responsable de haber toqueteado, en estado de ebriedad, a dos hombres, uno de ellos diputado. Tras haber afirmado lo contrario, su oficina reconoció que el primer ministro había sido informado en 2019 de anteriores acusaciones contra Pincher pero que las había «olvidado».
Partygate y mucho más
A mediados de abril, la Policía Metropolitana de Londres multó al primer ministro británico y a Sunak, por las fiestas celebradas en Downing Street las residencias oficiales del primer ministro del Reino Unido y del jefe de Hacienda, en plena pandemia. Ambos anunciaron que pagaron la multa por infringir las normas de confinamiento.
La ciudadanía quedó sin palabras ante las revelaciones sobre las fiestas en diversas sedes del gobierno británico durante la pandemia, escándalo que se conoce como partygate, escándalo por las fiestas organizadas en Downing Street que violaron las reglas anticovid en 2020 y 2021.
Pero también la irregular financiación de la lujosa reforma de su residencia oficial, pasando por acusaciones de amiguismo y designaciones a dedo, los escándalos no dejan de crecer en torno a Johnson, ganador de las legislativas de diciembre de 2019, cuando logró la más importante mayoría conservadora en décadas gracias a la promesa de realizar el Brexit (la salida de la Unión Europea). El primer ministro cae ahora en picado en las encuestas, donde la mayoría lo considera un «mentiroso».
Recientes reveses electorales, los últimos el 23 de junio en dos legislativas parciales, están convenciendo a un creciente número de rebeldes en el seno del Partido Conservador de que Johnson ya no puede liderarlos en las de 2024.
Aunque el primer ministro británico no es quien ha incurrido en conductas sexuales inapropiadas, el escándalo de Pincher lo coloca en una situación difícil debido a que se está cuestionando su buen juicio así como la transparencia con la que el gobierno ha manejado el caso.
Sin embargo, el 4 de julio, el portavoz del mandatario dijo que Johnson conocía sobre «acusaciones que fueron resueltas o no progresaron hasta la fase de queja formal» y que no se había considerado apropiado detener el nombramiento de Pincher debido a «acusaciones no sustentadas». Esa misma tarde, la BBC reveló que Johnson había sido informado sobre una queja formal sobre el «comportamiento inapropiado» de Pincher, mientras este trabajó en el Ministerio de Exteriores entre 2019-2020.
«Todo esto se trata de una cosa: la verdad», señala Chris Mason, editor de Política de la BBC al analizar la crisis en marcha en el gobierno británico. «Al margen de la marejada de detalles y acusaciones, todo se reduce a si la gente puede creer lo que dice el número 10 (como se llama coloquialmente al Ejecutivo británico)», agrega. Y es que la respuesta del Ejecutivo al escándalo de Pincher ha ido cambiando progresivamente.
Otro mecanismo que podría llevar a la salida de Johnson es que se convoque un voto de censura en el Parlamento, en el cual los legisladores de todos los partidos puedan participar, lo que ya ha sido propuesta por los Liberales Demócratas, pero para que pueda prosperar necesitaría ser presentada por el Partido Laborista y el gobierno tendría que estar de acuerdo en que se incluyera en la agenda del Legislativo.
Varios ministros ya han ratificado su confianza en Johnson, como la ministra de Cultura, Nadine Dorries; la de Interior, Priti Patel, y el ministro para la oportunidades del Brexit, Jacob Rees-Mogg.
Para los analistas políticos londinenses, el final de Boris Johnson como primer ministro parece inminente. Pero…
* Periodista chilena residenciada en Europa, analista asociada al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)