El fútbol brasileño y su catecismo evangélico: Iglesias electrónicas apuestan al deporte más popular
Pastores como Edir Macedo fueron determinantes para que Bolsonaro llegara a la presidencia. El obispo compró un club en Río, lo abandonó y volvió a financiar otro en Bahía. Tienen parvas de dinero y la fuerza evangelizadora de las iglesias electrónicas. Su irrupción en el fútbol coincidió con la despedida del siglo XX. La Iglesia Universal del Reino de Dios (IURD) –omnipresente en Brasil– compró un club en Río de Janeiro allá por 1999. El obispo Edir Macedo se cansó y lo abandonó, pero su semilla germinó años después. En 2018 nació el Canaán Esporte Clube en el nordestino Estado de Bahía que es la nueva versión futbolera de su emporio religioso.
Hoy se percibe en muchas canchas brasileñas el efecto multiplicador de ese catecismo milagroso. Las mismas que el pastor de la IURD, Marcelo Crivella, colmaba de feligreses en los años ’90, incluido el Maracaná, un templo del juego y la oración multitudinaria. En el país con más católicos del mundo se volvió familiar el ritual del gol festejado con los brazos en alto y mirando al cielo. Una entre tantas postales de la fe que, en la vida cotidiana de los equipos, fueron tomadas como intromisiones evangélicas. Dunga cuando era técnico de la Selección, y Leao en el club San Pablo, denunciaron la negativa influencia de estos predicadores sobre sus jugadores.
El club Internacional de la Segunda división carioca nació en 1993 en el barrio de Jacarepaguá. Macedo, un líder evangélico multimillonario –según Forbes su fortuna asciende a 1.100 millones de dólares– lo transformó en el Universal Fútbol Club y evitó con el cambio de nombre que descendiera a la Tercera División estadual. Era un apéndice deportivo de la IURD fundada en 1977 durante la extensa dictadura brasileña (1964-1985). “Los boletos para los juegos se vendían durante las celebraciones en los templos y la gente respondía. Record TV transmitía todos sus partidos, algo que no sucedía con clubes que estaban en el máximo circuito”, escribió en 2019 el periodista Sebastián Alarcón en el sitio el9ymedio.com.
El autor describía en su trabajo cómo la liturgia evangélica modificó los hábitos futboleros en cada cancha donde jugaba el Universal: cuando el árbitro marcaba algún fallo polémico, la gente gritaba “Arbitro, ladrón, Jesús es la solución”.
Macedo comprendió las necesidades materiales y espirituales de jóvenes que no tenían lugar en clubes como Flamengo, Fluminense, Vasco da Gama y Botafogo, los más populares de Río. Les dio cabida en su proyecto fubolístico, unos cuantos se convirtieron en pastores que difundieron su credo evangélico y neopentecostal, pero se cansó muy rápido. Los resultados no lo acompañaron cómo esperaba. Decidió discontinuar su inversión y en un año el Universal que lucía los mismos colores de la IURD –azul y blanco– paró de sufrir, como predica su iglesia.
El pastor y cantante de góspel Crivella es hijo de Eris Bezerra, la hermana de Macedo. Como sobrino del obispo se ganó su confianza y consiguió la licencia para misionar. Primero como emisario de la IURD en Sudáfrica, donde amplió los límites de la iglesia en los años ’90. No en vano, el presidente Jair Bolsonaro lo propuso este mes como embajador en Pretoria.
El militar ultraderechista es socio político de su tío que le vio aptitudes para predicar en grandes estadios de fútbol. En 1999 la iglesia llenó el Maracaná con Crivella como principal protagonista del culto. Fue senador, ministro de pesca de Dilma Rousseff y en 2016 ganó la alcaldía de Río de Janeiro. Un todoterreno de la política. Pero el año pasado salió eyectado del último cargo por denuncias de corrupción a nueve días de terminar su mandato y luego de intentar una reelección que perdió. Estuvo detenido unas horas y luego le concedieron la prisión domiciliaria.
La influencia de predicadores como Crivella llegó al fútbol como una ola ingobernable. Modificó rutinas, permeó el espíritu de los jugadores y les complicó la dirección técnica a ciertos entrenadores. Emerson Leão, ex arquero de la selección brasileña, se quejó de ellos en 2011 cuando dirigía al San Pablo. En una entrevista para el diario Folha recordó: “Ya dirigí un equipo que, de veinte jugadores, dieciséis eran de una comunidad cristiana evangélica. Uno hablaba aquí y el pastor cambiaba allá”. En la misma nota dijo que se había cansado de escuchar a futbolistas que creían errar un penal por voluntad de Dios.
Su colega Dunga también se quejó de estos predicadores. Sostenía la teoría de que se arrimaban al fútbol para buscar “repercusión”. En 2015 señaló al pastor Guilherme Batista por armar un oficio religioso en el hotel donde se concentraba la Selección en Boston, antes de golear en un amistoso a Estados Unidos 4 a 1. Kaká y David Luiz promovieron el rezo con varios compañeros que fastidió al DT. Dunga incluso habló del tema en una conferencia de prensa. Batista, más descontracturado que sus pares de la IURD, hoy se transformó en un influencer evangélico que utiliza Tik Tok desde que empezó la pandemia para acercar los jóvenes a Dios. La mayoría, en cambio, sermonean a los gritos y recaudan por el diezmo millones de reales al año.
El rebaño que sigue al obispo Macedo suscribe la llamada teología de la prosperidad. Es aquella que pregona cómo la voluntad de Dios puede proveer riqueza material y bienestar económico. Su grey ha entregado propiedades y ahorros a su iglesia por la fe que profesa. Bienaventurados sus prelados que nadan como peces de colores en la abundancia. Los pastores que responden al dueño del imperio evangélico tienen cobertura política propia. El Partido Republicanos vinculado a la Iglesia Universal del Reino de Dios afilió a dos hijos del presidente, el senador Flavio Bolsonaro y su hermano Carlos, concejal por Río.
El Universal Fútbol Club fue un proyecto inconcluso que la IURD solo prohijó una temporada. Pero le salió un retoño al norte del país el 8 de agosto de 2018. En la ciudad de Irecé, Estado de Bahía, se fundó el Canaán Esporte Clube. Con un equipo en la Segunda División del campeonato estadual nordestino, nació de un emprendimiento productivo creado por Macedo en el 2000 donde asiste a la niñez carenciada y le transmite sus preceptos biblícos desde la llamada Hacienda Nueva Canaán. La armó sobre 500 hectáreas “con técnicas de irrigación inspiradas en los kibutz israelíes” como publicó el blog de la IURD en 2010.
Algunos de los juveniles que tiene fichados el club se probaron en Corinhians y Palmeiras, dos de los grandes de San Pablo. En el Canaán Esporte Clube cuentan que no se le impone a nadie el culto evangélico, aunque sí tienen sus reglas de convivencia que incluyen la prohibición de usar aritos o la de profesar el nombre de Dios en vano. No está permitido insultar, ni cometerles faltas graves a los rivales.
Este decálogo de los buenos modales convive con la poderosa fuerza evangélica que explica cómo llegó el militar ultraderechista a la presidencia. Macedo se cobró con creces el apoyo que le dio en sus sermones en vivo y por Record TV para que llegara al Planalto.
Hoy, en plena Copa América y cuando el negacionista es repudiado en las calles al grito de “Fora Bolsonaro”, el obispo recibe pautas millonarias de publicidad oficial en su cadena televisiva. Es la que utilizará a piacere el gobernante nostálgico de la dictadura para agitar la bandera del fraude. Sobre todo si Lula sigue aumentando su ventaja en los sondeos electorales.
*Periodista argentino. Publicado en Página 12