El futuro (de los estadounidenses)

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Varios estudios concluyen que la desigualdad de ingreso (y riqueza) en Estados Unidos ha llegado a niveles históricos, peor que en cualquier momento desde 1928. Como ha repetido el economista premio Nobel Joseph Stiglitz: aunque los economistas no están seguros de cómo explicar la creciente desigualdad de ingreso en este país, "una gran parte de la razón por la cual tenemos tanta desigualdad es que el uno por ciento más rico desea que así sea".

Resulta que la gran mayoría de los políticos federales son millonarios o dependen de la clase más rica de este país para obtener su chamba en Washington. Según el Center for Responsive Politics, entre 40 y 50 por ciento de los legisladores federales son millonarios (uno por ciento de la población total lo es); la riqueza personal en promedio de los 100 senadores es de 13.6 millones de dólares; la de un representante, de 3.4 millones. Ese uno por ciento no sólo determina las políticas económicas del país, sino forma parte de quienes elaboran e implementan esas políticas.

Frente a esto, no sorprende que Estados Unidos ocupe el número 39 (de 136) entre los países más desiguales en ingreso en el mundo (el uno, Namibia, el más desigual, en tanto los países escandinavos son los más iguales); en este listado está acompañado de cerca por países como Filipinas, Jamaica, Uganda, Costa de Marfil, Irán, Malasia y Nigeria, según cálculos del índice GINI compilados por la CIA y la ONU (México ocupa el lugar 27).

En un país donde prevalecen estas condiciones, cuyos líderes muestran que la violencia es la mejor respuesta para resolver la "agresión" (con sus guerras), que santifica las armas como "derecho fundamental" y enaltece la Bolsa de Valores como principal barómetro de la salud económica nacional, no sorprenden estadísticas sobre la vida de las nuevas generaciones.

El CDF, en su informe, enumera, entre otras cuestiones, que cada día en Estados Unidos 186 menores son arrestados por delitos violentos y 368 por delitos de drogas; 2.058 niños son confirmados como víctimas de abuso o negligencia; 2.573 nacen en pobreza, 3.312 menores abandonan la preparatoria, y 4.133 son arrestados.

El número de niños que viven en la pobreza se ha incrementado en 4 millones desde 2000; el número de infantes sin techo en escuelas públicas se incrementó 41 por ciento entre los años escolares de 2006 y 2009; una mayoría de menores de edad (y 79 por ciento o más de negros y latinos) en escuelas públicas no sabe leer o manejar las matemáticas al nivel apropiado en cuarto de primaria, en segundo de secundaria o el último grado de preparatoria.

Pero qué alivio es que los políticos reiteren que toda su labor es en beneficio de los niños. ¿Cómo estarían las cosas si no fuera así?

*Corresponsal de La Jornada en EEUU

 

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