Acaso sea bueno recorrer el pasado de la era mecánica; ayuda a mirar–quizá con melancolía– el final de una civilización que se llenó de tecnicismos olvidando en el camino lo que la «libérima razón» le dispensaba.
Son apenas tres minutos con treinta y dos segundos. Filmados cuando todavía se creía que el futuro era un infinito de gloria. Es una producción de 1920.
Constituye, en cierta forma, una mirada a uno de los mitos que –crisis tras crisis– quizá tengan difícil explicación en el mañana de esta Tierra desolada.
¡Buen viaje al pasado!
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