EL MAR SALVA, PERO ESTÁ EN RIESGO DE MORIR

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

El aumento de las exportaciones de pescado tiene un efecto positivo sobre la seguridad alimentaria en el mundo en desarrollo, pero es esencial que estos países gestionen bien sus recursos pesqueros si quieren seguir disfrutando de ellos a largo plazo, informó la FAO.

El comercio internacional de productos pesqueros, con un valor que bordea los US$ 71.000 millones anuales, no influye negativamente en la cantidad de pescado disponible para el consumo en los países pobres, se desprende de un informe de la FAO presentado en la 10ª reunión del Subcomité de comercio pesquero, que tuvo lugar en Santiago de Compostela, Galicia, entre el 30 de mayo y el 2 de junio de 2006. A la reunión acudieron delegados de 60 países.

Según esta oficina de la ONU, los ingresos crecientes procedentes de las exportaciones han hecho aumentar el empleo, los ingresos y mejorar los servicios públicos en los países en desarrollo.

Cerca del 77 por ciento del pescado para el consumo humano a nivel mundial procede de los países en desarrollo. Los países ricos, por su parte, importan el 81 por ciento del pescado y productos derivados disponibles en el mercado internacional. Japón es el mayor importador, con cerca del 18 por ciento de las compras, que alcanzan US$ 14.600 millones, seguido por Estados Unidos –unos US$12.000 millones–.

España, país pesquero, adquiere en el mercado internacional alrededor de US$ 5.200 millones, ubicándose como el tercer importador del mundo, seguido de Francia (4.200 millones), Italia (3.900 millones), Alemania (2.800 millones) y el Reino Unido (2.800 millones de dólares).

El valor del comercio internacional de pescado se ha incrementado de manera explosiva: desde US$ 15.500 millones de dólares en 1980 hasta 71.000 millones en 2004, siempre según datos de la FAO.

Una multitud de países en desarrollo se han beneficiado –señala la FAO– de este crecimiento, con ganancias netas que crecieron de 3.400 millones de dólares hasta 20.000 millones en el mismo período. Esta cifra supera a la de los ingresos netos por divisas que obtienen por cualquier otro producto alimentario, incluyendo café y te.

Pesca, valor agregado y destrucción asegurada

No menos de cincuenta millones de personas participan directamente en la captura y elaboración de productos pesqueros marinos. De esos 50 millones, aproximadamente el 95% se encuentra en países en desarrollo. En muchos
países ribereños en desarrollo, el sector de la pesca es un componente significativo de la economía, ya que puede representar hasta el 5%-10% del PIB en países como Viet Nam o Mauritania.

El pescado es la principal fuente de alimentos o ingresos para casi 1.000 millones de personas en todo el mundo. El Banco Mundial estima que pesca y pobreza conforman un nudo que no se ha podido desatar.
De hecho –sostiene un informe– el libre acceso a las pesquerías hace que un gran número de personas opten por la pesca como ocupación de último recurso cuando se deteriora la situación en otros sectores, como la agricultura. En consecuencia, los pescadores y sus familias con frecuencia son considerados los más pobres entre los pobres.

Los visitantes de muchas comunidades pesqueras ribereñas, en China e Indonesia, en Perú y Argentina o Mauritania y Senegal, quedan muchas veces
fuertemente impresionados por el deterioro de las viviendas y la ausencia de servicios sociales básicos. En Tailandia, por ejemplo, los 47.000 hogares de los pescadores artesanales tienen un ingreso anual medio de menos de US$ 1.930, el 80% de los cuales procede de la pesca.

El Banco Mundial –ni, en general, otros organismos financieros mundiales– mencionan el rol de las flotas pesqueras de los países con mayor desarrollo económico en la dramática disminución de las especies marinas.

Los informes de laFAO y recientes estudios científicos indican que los resultados de la pesca de captura pasó de 18 millones de toneladas en 1950 a 56 millones de
toneladas en 1969. Este aumento de la producción no pudo mantenerse, y en el deceno de 1971/80 comenzó a disminuir para estancarse en la década de 1991/2000 en aproximadamente 90 millones de toneladas anuales, que amenazan con disminuir brutalmente en los próximos años.

Informes de carácter científico concluyen de que se está ante una crisis de sobreexplotación de consecuenncias catastróficas. Los especialistas han confirmado que la biomasa de los grandes peces depredadores de los
océanos ha disminuido alrededor de un 90% desde el comienzo de la pesca industrial.

Frente a esta situación –evidente a simple vista si por la noche se observan en el límite de los mares territoriales suramericanos las luces de las verdaderas ciudades-factorías flotantes, que no responden a armadores locales– llama la atención que la FAO en Galicia sólo haya «alertado» que la gestión correcta de los recursos pesqueros en los países en desarrollo es esencial si quieren seguir disfrutando de esa riqueza a largo plazo, sin referirse al rol que juegan los países desarrollados. Aunque éste si queda explícitamente mencionado:

“El comercio de pescado ayuda a los países pobres a consolidar su seguridad alimentaria”, aseguró Grimur Valdimarsson, Director de la División de Industrias Pesqueras de la FAO. “Pero la creciente demanda internacional puede llevar en ocasiones a una excesiva presión sobre la pesca, con el riesgo de sobrepesca y de perjudicar a las reservas ícticolas.

Resulta evidente que la sobrepesca no es consecuencia de la pesca artesanal costera, como ha quedado en evidencia en los casos chileno y peruano, en el Pacíficio Sur y argentino, en el Atlántico Sur.

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* Fuentes:
artículos publicados en
www.agricultura.org
http://web.worldbank.org.

VÍCTIMAS DE LA PESCA IRRESPONSABLE
foto

Juan José Valenzuela*

Un país, una civilización se puede juzgar por la forma en que trata a sus animales.
Mahatma Gandhi

Muchas artes de pesca tienen efectos perjudiciales directos sobre poblaciones de especies que no constituyen recursos pesqueros, desde las aparentemente inofensivas redes, en que quedan enmalladas numerosas especies (incluso grandes cetáceos); el palangre, con efectos directos sobre poblaciones de tortugas marinas (sólo en el Mediterráneo existen estimaciones de cerca de 20.000 tortugas marinas anuales capturadas accidentalmente) y el arrastre, devastadora modalidad de pesca que atenta directamente contra un sinnúmero de especies que son capturadas incidentalmente, como fauna acompañante.

En la Octava Región de Chile, por ejemplo, 25 pingüinos murieron atrapados en las redes de una lancha pesquera, mientras que otros 5 ejemplares quedaron heridos. Aunque estas aves no constituyen recursos pesqueros, las operaciones de pesca tienen una incidencia directa en el estado de conservación de estos fascinantes ejemplares.

La pesca industrial consume importantes volúmenes de alimento de los pingüinos, mientras que el uso de redes ocasiona su detrimento y muerte. Existen además otras alteraciones del ambiente por acción antrópica que inciden directamente en las poblaciones de aves marinas, como son la contaminación con hidrocarburos de petróleo y las descargas de desechos tóxicos en los ambientes costeros, estas secuelas quedan de manifiesto en una sugerente frase popular: esto del medioambiente ¿será porque ya destruimos la mitad?

El bien conocido lobo de mar es otra especie cuyas poblaciones también pueden ser diezmadas sin constituir un recurso pesquero. En este caso, la presencia de esta especie tiene repercusiones directas sobre la actividad de los pescadores artesanales e industriales, ya que eventualmente puede romper las redes de la flota artesanal en procura de los peces capturados, o ingresar a las redes de las embarcaciones industriales; a su vez, el lobo común también puede ingerir o morder los peces retenidos en los anzuelos de los espineles.

Frente a este escenario, pescadores artesanales de la I y II Regiones, en conjunto con el Servicio Nacional de Pesca (SERNAPESCA) van a proponer al gobierno que se implemente la caza de estos mamíferos marinos. Nos parece que esta medida, lejos de solucionar el problema, se traduce en una inconciencia ambiental por parte de la autoridad. Debemos considerar que si los lobos están predando sobre las capturas de las embarcaciones pesqueras, es debido al agotamiento de las presas que habitualmente constituyen parte de su dieta, lo que en definitiva es una consecuencia de una deficiente política de administración pesquera.

Por otra parte, antes de la implementación de cualquier programa orientado a disminuir las poblaciones de lobo común, parece más prudente en términos ambientales y de conservación, propiciar la investigación tendiente a descubrir e implementar dispositivos que alejen a estos pinnipedios de las flotas pesqueras, algo similar a los mecanismos utilizados en algunos centros de cultivo.

Sernapesca –ente estatal– debería aprender de iniciativas como la de la WWF, que organizó un concurso para buscar soluciones prácticas que permitan pescar de una manera “inteligente” mediante una mejor selectividad de la especie objetivo. El resultado de este concurso fueron originales, prometedoras y viables propuestas para beneficio de la pesca responsable, como son el uso de una reja flexible y más liviana para redes de arrastre que permite a ciertos peces escapar y la utilización de un “espantapájaros volador” para alejar a las aves víctimas de la pesca incidental.

El primer lugar se lo adjudicó el investigador Michael M. Herrmann, con una original propuesta para evitar que los tiburones sean capturados accidentalmente en los anzuelos de las pesquerías comerciales, consistente en el uso de imanes que repelerían a estos condrictios ya que algunos tiburones son capaces de detectar campos magnéticos.

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* Biólogo Marino. Océana, Oficina para América del Sur y Antártica.

Artículo publicado en www.chasquis.cl.

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