El mundo respira (por ahora)

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Cuando negros nubarrones oscurecían el futuro de la humanidad, los principales protagonistas de un formidable y suicida enfrentamiento militar parecen dispuestos a darse una tregua.
El Secretario de Estado de los Estados Unidos, John Kerry, “tiró al aire” la cuestión que le daba 7 días a Siria para que se desprenda de los gases tóxicos acumulados en sus depósitos militares. Rusia tomó la iniciativa y le “pidió” a Siria que entregue ese armamento, a lo cual Siria “accedió”. El Presidente Barack Obama pidió al Congreso que suspenda la discusión sobre el ataque hasta ver los resultados de esta gestión. Ahora los cancilleres de Estados Unidos y Rusia están debatiendo acerca de las condiciones para hacer efectivo ese acuerdo. Es posible que nunca trascienda si esto constituye una serie de sucesos que se fueron concatenando o en “algún sitio” (tal vez la cumbre en el G-20) los máximos protagonista acordaron los ejes de un acuerdo que luego se fue desplegando y tomando estado público.
Desgraciadamente, nadie pude llamarse a engaño e imaginar que los riesgos se han disuelto. La estrategia imperial, que pasa por sembrar caos y violencia en Siria e Irán, se mantiene intacta. La pregunta más lógica y natural que surge es ¿entonces porque no se producirá ahora el ataque?
Esta precaria paz estará signada por complejas negociaciones, en las cuales seguirán apareciendo plazos y amenazas.
Dos de sus mayores protagonistas (Estados Unidos y Siria) ganan y pierden algo. Rusia es el único ganador que –prácticamente- no paga costos. Estados Unidos pierde la “oportunidad” del proclamado ataque, ganando una “salida decorosa” ante el inesperado desaire del parlamento inglés que se negó a darle apoyo y la debilidad de la alianza que había logrado reunir. Rusia posterga el riesgo de una guerra, de resultado imprevisible, y sigue siendo el gran actor en la zona. Siria no tiene que afrontar la inminencia del ataque armado, lo que le permite concentrar sus fuerzas en el combate a los mercenarios y rebeldes internos. Pero, al mismo tiempo, pierde las reservas de armas químicas que son el mayor poder disuasivo que tienen los países que no cuentan con armamento nuclear.
Quienes se opusieron firmemente a la guerra, la política vaticana, los miembros del UNASUR, entre otros, tienen la oportunidad de colocar sus mayores esfuerzos para desnudar lo que esconden estos ataques armados. Es posible que, en ese camino, se desplieguen las fuerzas de la opinión pública mundial que hagan inaplicables los sueños imperiales.

Juan Guahán

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