El negocio de la guerra tecnológica

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Cuatro altos ejecutivos de empresas tecnológicas –Meta (dueña de Facebook, Instagram, Whatsapp), OpenAI (dueña de ChatGPT) y Palantir– se unieron al ejército estadounidense en junio de 2025, ya no como contratistas o colaboradores, sino como miembros de reserva del propio cuerpo militar. A todos se les dio el grado de teniente coronel.

Son los primeros integrantes del llamado Destacamento 201, nuevo Cuerpo Ejecutivo de Innovación del Ejército de Estados Unidos. Según comunicación oficial, se trata de un cuerpo para guiar soluciones tecnológicas rápidas y escalables en problemas complejos, en cumplimiento del objetivo de transformación del ejército en una fuerza más efectiva, inteligente y letal (https://tinyurl.com/nywph79f).

Los ejecutivos que se integraron al Ejército estadunidense son Shyam Sankar, director de tecnología de Palantir –que es quien tomó la iniciativa–; Adam Bosworth, director de tecnología de Meta; Kevin Weil, director de productos de OpenAI, y Bob McGrew, ex directivo de OpenAI.

Palantir es una empresa que desarrolla programas y análisis de datos, cuyo nicho son las aplicaciones militares y de vigilancia. El mayor cliente de Palantir es el Departamento de Defensa de Estados Unidos. Según informa el portal Investigate, entre 2008 y 2024, Palantir recibió contratos de ese departamento por mil 200 millones de dólares. Palantir provee servicios y equipamiento usados para el genocidio en Gaza y para la vigilancia de migrantes en Estados Unidos (https://investigate.info/company/palantir-technologies).

La colaboración activa de las grandes tecnológicas en el complejo militar industrial no es nueva, pero a partir de las guerras en Ucrania y el genocidio de Israel en Palestina, se ha intensificado, ensanchado y profundizado. La integración directa de altos directores como miembros del ejército estadounidense tiene un contenido tanto simbólico como práctico.

Expone el vínculo cada vez más estrecho entre la gran industria tecnológica y el complejo militar industrial, su rol crucial en las guerras y ataques con nuevas armas digitales, como programas, drones y robots autónomos letales; el desarrollo de amplios sistemas de vigilancia, y control tanto en situaciones bélicas como en población civil.

Las empresas tecnológicas tenían cierto pudor en aceptar públicamente que están en el negocio y al servicio de la guerra –aunque colaboran por medio de contratos desde hace años–, pero pese a las protestas de sus trabajadores y de organizaciones, desde 2024 una tras otra han ido cambiando sus propias normas éticas para entrar en contratos de cientos de millones de dólares con gobiernos y sus dependencias militares, especialmente con Estados Unidos e Israel (https://tinyurl.com/yxu7w2pn). Ahora han conseguido estar dentro del ejército, lo cual, además, es un claro conflicto de interés en la disputa por obtener fondos públicos.

How Microsoft's AI Helped Israeli Military In Its War Against Gaza

El 6 de agosto de 2025, el periódico The Guardian publicó un nuevo reportaje de investigación en conjunto con la publicación israelí-palestina Magazine +972 y la agencia en hebreo Local Call, en el que revelan que Microsoft colabora desde 2021 con la Unidad 8200 del sistema de defensa israelí, para intervenir todas las llamadas telefónicas y mensajería en Gaza y Cisjordania, cerca de un millón por hora. Microsoft aceptó que el gobierno de Israel usara servicios ilimitados de la nube Azure para alojar miles de millones de audios y mensajes, que debían colocarse en un espacio de acceso codificado y restringido. (https://tinyurl.com/mw5fevw9)

Microsoft declaró desconocer el uso que Israel daba a esta información, como ha hecho anteriormente. Sin embargo, el manejo de tales cantidades de información sólo es posible con programas y algoritmos de alta tecnología que proporcionan a la Unidad 8200 varias de las grandes tecnológicas, como revelaron los mismos reporteros en 2024 (https://tinyurl.com/y5ukmved).

Según tres fuentes de la Unidad 8200, la plataforma de almacenamiento basada en la nube facilitó la preparación de ataques aéreos mortíferos y ha sido clave en dar forma a las operaciones militares en Gaza y Cisjordania.

No son temas menores. Las megaempresas tecnológicas –varias de las arriba nombradas y otras como Amazon, Microsoft, Google, Amazon, Apple, Nvidia, Tesla– están entre las firmas mayores del mundo en ingresos, y el valor de mercado de cada una de las 10 más grandes supera el PIB de la vasta mayoría de los países del mundo, lo cual les da enorme poder de acción e influencia. Controlan no sólo los programas y equipos digitales, también la mayoría de los cables submarinos que habilitan la comunicación de Internet, así como la mayoría de comunicaciones satelitales, satélites y transportes en la órbita terrestre baja.

Por si fuera poco, controlan gran porción de las redes sociales y de medios de comunicación mediante éstas, lo que abona a la guerra mediática y la emisión de noticias falsas y sesgadas sobre guerras, conflictos sociales y en general todo tipo de actividades y situaciones, incluso salud, educación y gestión gubernamental. El experimento de intervenir todas las llamadas y mensajes de poblaciones enteras, así como los programas para usar esa información, nos afecta potencialmente a todas y todos, y es sin duda codiciado por otros gobiernos y actores.

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