El Neruda de Barcelona

Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

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Una fotografía de Pablo Neruda -de la colección Sara Facio- es toda la sobrecubierta; el diseño y armado de Emie, Comunicación Gráfica. El esfuerzo pertenece al área de cultura del Consulado de Chile en Barcelona y -según tenemos entendido- no costó un centavo al erario nacional. Sería injusto no mencionar el patrocinio de la Fundación del Grupo Aguas de Barcelona.

Por esas razones propias de América Latina, en general, y de Chile, en particular, Pablo Neruda -Residencia en España- no ha tenido la difusión que merece el esfuerzo realizado; del que no es, ni mucho menos, ajeno Julio Jung.

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Podrá señalarse -y sería correcto hacerlo- que las distintas festividades programadas en el año del centenario del nacimiento de Neruda no consideraron el pensamiento social del poeta; se echa de menos, por ejemplo, la publicación masiva y a precios asequibles de la obra nerudiana. Al fin y al cabo un homenaje carece de sentido si no se ciñe ni permite reencontrarse con lo esencial del homenajeado.

Existe en Chile un ejemplo de que ello pudo ser posible, y ese ejemplo se llamó Quimantú, la editorial del Estado que durante el gobierno de Salvador Allende distribuyó -y vendió- millones de libros. Era, cierto, otro tiempo; uno en que la expresión cultura popular tuvo sentido y fue objeto de una búsqueda.

Desde luego lo dicho no se aplica -no puede aplicarse- al trabajo del encargado de cultura del consulado en Barcelona; la difusión de la obra del poeta que debieron cumplir los diplomáticos chilenos en el exterior (incidentalmente: sería bueno hacer pública una relación del trabajo cumplido), en el caso de España, queda más que satisfecha con este valioso volumen.

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¡Pero en el país de Neruda! Tal vez sea comprensible que las autoridades de gobierno, y en especial la Fundación Neruda, hayan elegido convertir al vate en un Olimpo por sí mismo -Olimpo al que ojalá, podría penarse estiman, no todas sus obras accedan-.

Durante muchos, demasiados años el sistema educativo, la prensa, las editoriales, el recuerdo mismo del poeta ha sido emasculado al ponerse el énfasis en una vertiente de su obra en desmedro de otras. Eso no debe extrañar -algo peor ocurre, por ejemplo, con el trabajo de Gabriela Mistral-.Y de la Fundación Neruda puede decirse -entre muchas otras cosas- que su labor es insuficiente, que sus directivos no comprenden o no comparten la totalidad de la obra nerudiana. O que no están por completo a la altura de la tarea.

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Por eso es valioso este recordatorio de la residencia en España del Nobel: permite una buena, ecléctica, aproximación a su obra en un período clave de una de sus transmutaciones, sea a través de su lectura, sea al oír los ocho textos que recita Julio Jung.

La sobria y excelente edición barcelonesa -en el supuesto que se distribuya en términos comerciales- es de un costo inalcanzable para la mayor parte de la población -chilena y latinoamericana-. Sugerir que se publique en Chile, en una tirada masiva y popular, es probablemente un despropósito. Así nos va.

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Nota

Las ilustraciones corresponden a distintos fragmentos de las ilustraciones hechas por Tito Calderón para el libro materia de este artículo.

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