El No Alineamiento Activo en un mundo en cambio
En este atribulado mundo, la mejor estrategia es no alinearse tras ninguna de las grandes potencias. La política exterior del Presidente Lula es una demostración palpable de cómo hacerlo.
Poca duda cabe que 2023 fue el año en que el Sur Global irrumpió con especial fuerza. La expansión de los BRICS que fue anunciada en la cumbre del grupo en Johannesburgo en agosto; la cumbre del G-20 celebrada en Nueva Delhi en septiembre, considerada un logro diplomático de la India; la cumbre del G-77 + China celebrada en La Habana a finales de ese mes; y la fuerte reacción de gran parte de África, Asia y América Latina a la guerra en Gaza en los últimos meses –reflejada en el caso presentado por Sudáfrica en contra de Israel ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya– apuntan en esa dirección.
Todo ello subraya el grado al cual el principal clivaje en el mundo actual no es entre democracia y autoritarismo, como algunos sostienen, sino que más bien entre el Norte y el Sur Global, entre Occidente y el resto. ¿Cuáles son las implicaciones de esto para el mundo en desarrollo y para India?
De ahí lo oportuno del artículo de Kajal Basu en este diario: «¿Se niega la India a liderar el No Alineamiento Activo?» (10 de enero). Basu aborda el tema del No Alineamiento Activo (NAA), un concepto que mis colegas Carlos Fortin y Carlos Ominami y yo acuñamos y exponemos en un libro reciente, Latin American Foreign Policies in the New World Order: The Active Non-Alignment Option ( Anthem Press), cuya edición en rústica acaba de ser publicada en Londres.
Inspirándose en las mejores tradiciones de la política exterior india, el NAA plantea que en la era actual de competencia entre grandes potencias, lo peor que pueden hacer las naciones en desarrollo es alinearse con una u otra de éstas. Por el contrario, lo que deben hacer es poner su propio interés nacional por delante, evaluar cada cuestión según sus méritos y actuar en consecuencia. Ésta es, por supuesto, una tarea diplomática exigente, ya que requiere un análisis detallado y sofisticado de lo que está en juego. Al mismo tiempo, si bien se inspira en las tradiciones del Movimiento de Países No Alineados (NOAL), el NAA las adapta a las realidades del nuevo siglo.
Un factor clave aquí es lo que se ha llamado el «giro de la riqueza» del Atlántico Norte al Asia-Pacífico.
Las economías de más rápido crecimiento en la actualidad, incluida la India, se encuentran en Asia, y ahí es donde está la acción. Las nuevas instituciones financieras multilaterales, como el Banco Asiático de Inversión e Infraestructura (BAII), y el Nuevo Banco de Desarrollo (el llamado ‘Banco BRICS’) han significado que la “diplomacia financiera colectiva» y la cooperación Sur-Sur hayan reemplazado a la “ diplomatie des cahiers. des doléances” del Tercer Mundo de antaño. Esto coloca a los países del Sur Global en una posición mucho más sólida.
Si bien surgió originalmente en América Latina en respuesta a las crecientes tensiones entre Estados Unidos y China en esa parte del mundo, el NAA se ha extendido a otras regiones.
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En África, la negativa de muchos países de alinearse con Occidente en sus posiciones sobre la invasión rusa de Ucrania, y su oposición a las sanciones occidentales impuestas a Moscú demostraron que los días en que Washington y Bruselas imponían sin más sus puntos de vista al resto del mundo ya quedaron atrás. En el Sudeste asiático, la «diplomacia de bambú» de Vietnam, que equilibra las buenas relaciones que mantiene Hanoi con Washington y Beijing, es otro ejemplo de ello. Lo mismo puede decirse de Indonesia, que era número puesto para ingresar a los BRICS, pero que tuvo dudas de último minuto, y aún lo está pensando.Y aunque Basu capta bien lo que es el NAA, se equivoca cuando dice que se trata de un “Eje casi exclusivamente antioccidental y, de hecho, favorece a China”. Eso no es correcto. La base misma del NAA radica en mantener una distancia similar de ambas potencias y en no inclinarse a favor de ninguna de ellas. El mejor ejemplo de esto es la política seguida por el Presidente Luiz Inácio ‘Lula’ da Silva de Brasil, quien, después de asumir el cargo en su tercer mandato, visitó Washington antes de ir a Beijing y que disfruta de una buena relación tanto con el presidente Joe Biden como con el presidente Xi Jinping. El NAA es una guía para la acción en un mundo cambiante. Es un enfoque pragmático y no ideológico.
De hecho, uno de los defectos del movimiento de los países no alineados ( NOAL), incluyendo a los latinoamericanos, fue que en un momento dado dio la impresión que se inclinaba demasiado hacia la Unión Soviética. Ello socavó gran parte de su credibilidad. Esto nos lleva al papel de la India en este momento turbulento de los asuntos mundiales. Es cierto que India en estos años se ha negado deliberadamente a utilizar el término no alineamiento ( no digamos ya el de NAA), prefiriendo referirse a multi-alineación. Sin embargo, en última instancia, no se trata de una cuestión de nomenclatura.
En uno de los grandes temas de nuestro tiempo, la guerra en Ucrania, y a pesar de su membresía en el Diálogo Cuadrilátero de Seguridad ,el “Quad” (a veces denominado la “OTAN asiática”), India se negó a condenar a Rusia, como se ha negado a respaldar las sanciones unilaterales occidentales contra Moscú. Con todo, India mantiene excelentes relaciones con Estados Unidos. El que en 2022-2023 India presidiera el G-20 y celebrara una cumbre de este grupo con gran éxito, a pesar de las tensiones que lo afectan, demuestra que es perfectamente posible mantener buenas relaciones con Washington y Moscú, y al mismo tiempo aspirar a liderar el Sur Global.
* Profesor de Relaciones Internacionales en la Escuela Pardee de Estudios Globales de la Universidad de Boston, y ex embajador de Chile en la India. Publicado en The New Indian Express