EL ORO DE LA EDUCACIÓN ES DE LOS DUEÑOS DEL ORO

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

“Educad a los niños y no será necesario castigar a los hombres”

Recorrer los pasillos históricos de la educación chilena, sería entrar en pasadizos medianamente símiles y de un mismo trasfondo político e ideológico, a excepción del gobierno de la Unidad Popular y su inversión histórica del 7,2 % del PIB en educación.

Corría el año 1981, cuando como una venganza, cayó la reforma educacional auspiciada sustentada y creada por la dictadura. Dígase de paso, modelo que está incólume y bien cuidado por los Gobiernos de la Concertación. La educación es un privilegio y no un derecho. Indague.

La distinción entre ricos y pobres se acentúo con sangre. Tal vez basado en viejas enseñanzas de que la letra con sangre entra. Así fue. Entre protestas, muertos, paros y sangre, se impuso la ley educacional de la selva. Y de nuevo, el círculo eterno que nos han impuesto.

El pobre, como pobre recibe una educación amarga, el rico recibe una educación mimada. Ellos serán los nuevos patrones, los nuevos juristas que amañen la ley a su antojo, aquellos que tendrán las riendas del país sobre sus manos.

Los pobres recibirán un adiestramiento que les permita ser mano de obra barata o a lo sumo tener alguna especialidad como técnico en alguna área de poca importancia.

El trabajo sucio lo harán por generaciones los pobres, su pecado es ese, simplemente ser pobres.

El 60% de los jóvenes pertenecientes a las escuelas municipales –escuelas de cuarta categoría– tendrá cero opción de entrar a la universidad por ejemplo. El otro porcentaje restante sé ira decantando producto de las exigencias que la propia universidad presenta, tanto en lo académico, como en lo monetario.

El rol social, el papel que el estado tenía sobre la educación ha sido cercenado paulatinamente hasta convertirse en algunos casos, ni siquiera en mero espectador, sino en un completo extraño. Lo tragicómico de todo esto es que las instituciones “privadas” –enemigas número uno del “deficiente” Estado– son meros parásitos de ese mismo Estado que critican.

No contentas con eso, muestran su insigne accionar estafa tras estafa.

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Y el Estado sigue subvencionando con dinero de todos a grupos de particulares que se hacen más y más ricos a costa del sufrimiento y la ignorancia de la gran mayoría. Que no se escandalice nadie si algunos trabajan en el gobierno y al mismo tiempo tienen acciones e intereses económicos instalados en esos establecimientos privados. No debería ser ninguna sorpresa.

Cientos de niños no son aceptados en colegios privados simplemente por no tener dinero para cancelar los honorarios que la escuela en cuestión exige. Un atraso en la matrícula o en la mensualidad se paga con la cárcel de la ignorancia y el destierro cultural por parte de estos mercenarios que poco o nada entienden de educación.

Cientos de padres, alumnos y maestros se organizan para “pedirle” al establecimiento en cuestión que condone sus deudas o las prorrogue o las reacomode en algún plan ad hoc para los deudores. El gobierno por supuesto apoya las “conversaciones” entre las partes y hará todo lo posible para darle una justa salida al “conflicto” entre ambos segmentos.

¿No se supone que, uno no tendría porque estar suplicando que le dejen estudiar al hijo en un colegio? ¿No se supone que existe una declaración de los derechos del niño que asegura la educación gratis para todos los niños de un país? Declaración de la cual Chile, como siempre es signatario y como siempre no respeta.

Ergo, ante los ojos del mundo la educación en Chile es pésima, de un total de 38 países encuestados por el organismo internacional de medición TIMMS sacamos el lugar número 36, agregándole a esto que la educación recibida en octavo básico incluye materias que habían debido estar aprendidas en cuarto básico. Y volviendo a poner el dedo en la llaga, la UNESCO advirtió que los alumnos de cuarto básico no entienden lo que leen.

A pesar de todos los efugios usados por el gobierno para modificar los resultados, los mismos, no fueron sorpresa para nadie. Simplemente aciagos. ¿Para qué mejorar la educación de futuros obreros, de mano de obra barata en ciernes de maldición vitalicia?

En un país con premios Nóbel, resulta vergonzoso que la cultura chatarra viva su apogeo en él. La insistencia de la televisión en transformarnos en simples mirones y compradores… Los diarios y su denodada política de desinformación y manipulación…

El retroceso histórico intelectual por el que pasa nuestra nación, no es coincidencia. Adueñados los señores del acceso a la educación han reemplazado ideales por resultados monetarios; todo aquello que haga a un individuo reflexionar es obsoleto, todo aquello que de resultados económicos rentables –sólo para ellos por supuesto– es lo que debe estudiarse con afán. Es asi como existen carreras inútiles según el criterio de estos mercaderes. La antropología o la arquelogía no debiesen impartirse más. No generan ganancias he ahí su desperfecto.

Donde hay educación no hay distinción de clases, decía Confucio. Y ese es el quid del asunto, existen seres humanos que no quieren y no desean eso por ningún motivo.

Sentarse a la mesa o al escritorio junto a uno que no provenga de la alcurnia es o sería un disparate. ¿Perder los privilegios que una educación amañada otorga a unos pocos y ponerla al servicio del que quiera? Nunca.

Debemos entender que a esos, que a aquellos que nos gobiernan no les importa el desarrollo del país, en lo más mínimo. Una nación llena de profesionales que aporten a la ciencia, al desarrollo intelectual al desarrollo cultural de un país y del planeta les preocupa.

Eso, eso es una pesadilla horrible, miles de niños y jóvenes aprendiendo, analizando, desarrollándose, preparándose en los colegios, en las Universidades, conociendo las causas y las razones de la intríngulis social, no es un sueño para ellos, es la más espantosa historia que pudiesen soñar.

No quieren que pensemos. No quieren que aprendamos. No quieren ni siquiera a su propio país. Sólo les interesa conservar su sitial en la sociedad.

Nosotros los ignorantes, ellos los ilustrados que nos dirán cómo se hacen las cosas.

Antiguamente cuando un niño no obedecía los mandatos del profesor, éste a punta de regla azotada contra sus pequeñas manos le enseñaba quién era la autoridad. Esa era la manera de enseñar a obedecer. Ahora que los tiempos han cambiado y se han unido profesores y estudiantes para reclamar por una educación digna, que han marchado pacíficamente, el Gobierno sustituye esa regla por un laque policial.

Elija un político o representante del estado actual y averigüe dónde estudian sus hijos, si es que los tiene. A ver cuántos de ellos estudian en colegios municipales. También averigüe en qué consultorio de la periferia se atienden.

Después sabrá quién es quién y cuánto valen los discursos ciudadanos.

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* Poeta. Este artículo ha sido publicado por distintos medios digitales y grupos de intercambio y opinión de la red.

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