El país que naufraga en sus costas

1.141

Lagos Nilsson.

La Comisión Regional del Medioambiente de Coquimbo, al norte de Santiago, aprobó por 14 votos contra cuatro la construcción de una central termoeléctrica (a carbón) en el corazón de un santuario de vida marina y futuro polo turístico de la región por la multinacional franco-belga Suez Energy. Como corresponde en una democracia que se precie, ni los habitantes del área ni las entidades ambientalistas fueron oídos: Barrancones va es la consigna de los dueños de Chile. La ciudadanía protesta.

Punta de Choros es una caleta de pescadores; se denominan aquí caletas a pequeños poblados a orillas de la mar; sus habitantes son pescadores artesanales, personas retiradas de su actividad, uno que otro ecologista, si hay escuela sus profesores, funcionarios públicos y poco más. Muy cerca hacia el sur de Punta de Choros se encuentra Chungungo, otra caleta, distante unos 450 kilómetros de Santiago.

En el área, declarada Reserva Nacional, mora el 85% de los pingüinos Humboldt que habitan el mundo; la diversidad de la fauna marina y de aves, además, la hacen un lugar único en el país —y en el planeta—. Sus playas son de arena blanca y fina, el clima, estable a lo largo del año, oscila entre la primavera benéfica y el otoño iluminado.

Hacia el este, lejos, la Cordillera de Los Andes eleva sus macizos sobre los cinco kilómetros de altura, mismos que —metafóricamente hablando— lloran: se construye, y para ello aceleradamente se destruye la naturaleza, un emprendimiento minero: Pascua Lama; un glaciar allí ya partió tras sus antepasados de hielo, otros dos aguardan también desaparecer; en la vertiente occidental de Los Andes la destrucción ambiental es digna del cine catástrofe.

¿Por qué recordar Pascua Lama? Pues porque ¿por qué en un territorio prácticamente deshabitado se busca poner en marcha una central termoeléctrica capaz de generar 540 megavatios de potencia? Debe haber un comprador —la Suez Energy no tiene fama de filántropa—. Pascua Lama explotará oro, cobre, algo de hierro y otros metales estratégicos, y para hacerlo necesita mucha energía.

No es la única termoeléctrica que preocupa a los chilenos. Una se encuentra, por ejemplo, en el sur lluvioso: en la ciudad de Coronel. Y alrededor de una veintena esperan el úkase gubernamental, de ellas una docena, o más, en la región de Valparaíso. Y, dato extra, el país no produce carbón para ponerlas en marcha, habrá que importarlo.

Los 15 votos de la COREMA coquimbana a favor de Barrancones, casualmente, pertenecen a otros tantos funcionarios de gobierno; los cuatro votos en contra fueron de ambientalistas y representantes de la ciudadanía. La casualidad se convierte en curiosidad —o en escándalo— al recordar que el actual Presidente de la República, ayer no más, cuando era solo el candidato Piñera, se mostraba horrorizado por esos monstruos energéticos que carcomen el ambiente y matan.

Entonces prometía su concurso —en caso de ser elegido— para el desarrollo de fuentes de energía limpias, renovables y no agresivas. Esas declaraciones —es muy pronto para olvidarlas— se diría que ponen al primer mandatario chileno entre la espada y la pared.

Que no cunda el pánico, sin embargo: ya soterradamente se afila una vertiente argumental salvadora: se ha cumplido la ley, y si los pasos del permiso de la autoridad ambiental se dieron en cumplimiento de la ley —si ésta no es adecuada que la sangre caiga sobre otras cabezas—, y si la Suez llenó adecuadamente los tinteros funcionarios ¿qué pueden hacer las altas autoridades? ¿Ir en contra la "normativa legal vigente"?

Por lo demás, se dice, los datos del universo eco-ambientalista son erróneos, quizá interesados, por ejemplo eso de que la central necesitará 180 libtos cúbicos de agua cada hora —sagradamente extraídos de las aguas costeras—, ¿de dónde lo han obtenido?; y que la devolverá como agua muerta a la mar, y a ocho o diez grados por encima de la temperatura del océano, ¿de dónde salió?; o eso de que la directora nacional del Ambiente antes fue del "staff" directivo empresa que calificó los informes técnicos de la Suez Energy y "lobbió" por el proyecto, ¿puede ser otra cosa más que malintencionada exageración?

Cuando se despacha este artículo se producen en distintas ciudades del país actos ciudadanos angustiados ante la nueva de Barrancones. La fuerza policial se moviliza. Mañana volverá la calma.

¿Y el país qué hará si no hay salvavidas para este naufragio? Pues que espere.
 

También podría gustarte

Los comentarios están cerrados.