EL PAPEL DEL DICCIONARIO

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Un diccionario bien hecho es una herramienta valiosa en el desarrollo de nuestra capacidad de comunicación verbal. Pero puede ser más eficiente cuando se la utiliza de un modo apropiado y si no se le exige lo que no le es dable brindar. ¿De qué manera puede sernos útil?

Nos da la ortografía más usual de una expresión. Presenta también en cada palabra una o más de las formas frecuentes de su pronunciación. Tanto la ortografía como la pronunciación, particularmente esta última, varían de acuerdo con las distintas regiones del país. El diccionario no puede, emitir leyes sobre ortografía y prosodia; no es un árbitro, si no un informante con una gran cantidad de novedades, que no siempre puede registrar.

Como informante, no le es posible ocuparse de todos los casos o estar siempre al día, indicando las más recientes novedades lingüísticas. No tiene la oportunidad de un periódico, el enfoque individual del diario de una gran ciudad. Puede, si quiere, intentar la reproducción de los usos más frecuentes. Pero, en lugar de esto, tiende a reproducir los empleos selectivamente y así, en forma inevitable, introduce la parcialidad de su punto de vista.

El diccionario, es una gran publicación, editada con poca frecuencia y que siempre resulta: 1) pasada de moda, 2) superficial, y 3) no tan apropiada para un problema particular como pueden serlo otras fuentes, incluyendo nuestra propia experiencia. La mejor fuente de pronunciación, de significados, de ortografía, la constituyen los mismos individuos.

¿Qué otro cometido tiene el diccionario? Nos puede dar una idea fascinante de la historia del lenguaje, las relaciones entre diversos idiomas, diferentes culturas y varios pueblos. El estudio atento de la etimología de las palabras es en sí y por si mismo una actividad que vale la pena llevar a cabo; resulta incluso estimulante. ¿Cuál es el origen de las palabras? ¿Cómo se hallan relacionadas con otras voces, con términos milenarios? El diccionario puede ayudar al investigador a interiorizarse en estas cosas.

La etimología es útil también porque nos proporciona indicios de los significados que se poseen para las palabras, basados en los de otros individuos para términos similares. La permanencia del significado a través del tiempo y el espacio es testimonio de la continuidad de los juicios y las creencias del ser humano. Posiblemente son más interesantes la asombrosa inconsecuencia del significado a través del tiempo y el espacio, los cambios radicales que han tenido lugar en las acepciones de las palabras. Todo este caudal de conocimiento y especulación es accesible mediante el diccionario. En este sentido, podemos afirmar con Lloyd y Warfel que «los diccionarios fueron considerados durante mucho tiempo como el medio más delicado y sencillo de cultivar la mente».

¿Qué podemos afirmar de las definiciones? En cierto aspecto, el diccionario no las contiene. Por cierto que a veces puede proveer de alguna, por género y diferencia, para un término determinado, pero rara vez lo hace con precisión. Es también cierto que a veces proporciona una definición operacional para un término que es usado en pocos contextos, acudiendo incluso a las ilustraciones. En general, sin embargo, no presenta ni definiciones formales ni operacionales. El diccionario registra una larga serie de palabras interesantes, útiles. Para cada una, da otra serie de palabras. Si no tenemos ningún significado para una palabra, podemos obtener algún dato del diccionario. En esencia, nos indica: «Si usted no tiene significado para esta palabra, pruebe con otra».

Nos orienta en las relaciones entre palabras, las formas en que se utilizan dentro de las oraciones, los diferentes contextos en que son empleadas. Todo esto nos provee de indicios tanto para los significados que queremos expresar con una palabra como para los que una palabra puede extraer de otras. Ni la verdad ni la certeza, sino solo indicios, pero muy valiosos.

Al registrar pronunciación, ortografía, etimología, palabras relacionadas y contextos, los lexicógrafos ingleses han realizado grandes progresos desde la aparición del An Universal Etymological Dictionary de Bailey, en 1721, que constituyó uno de los primeros intentos para lograr un diccionario del idioma. Muchos diccionarios modernos han abandonado el fin de prescribir y arbitrar respecto del significado y los usos y han aceptado el papel lingüísticamente conveniente de informar y examinar. El diccionario moderno es más cauto, cuidadoso y completo de lo que los antiguos admitían corno posible o ventajoso.

Desgraciadamente, muchos de los que consultan el diccionario no han realizado todavía el progreso análogo para estar al mismo nivel.

Los peligros del diccionario radican en un posible uso erróneo por parte de los que lo consultan, confiados en lo que creen que expresa. Es un medio que puede compararse a una pala, pues, como ella, ayuda a descubrir terrenos fértiles y abrir nuevos campos y surcos para el cultivo intelectual. No puede reemplazar a todos los otros instrumentos y experiencias, ni menos al ingenio del que lo consulta. No puede usarse para mantener las creencias erróneas de ayer contra lo moderno, eficiente y efectivo del cultivo intelectual de hoy, reflejado por el desarrollo revolucionario de la lingüística y de la teoría de la comunicación.

Los educadores deploran que los niños, en general, no sean iniciados en la escuela en los conceptos matemáticos desarrollados a partir del siglo XX.

Igualmente, la información y la teoría sobre la naturaleza del uso de los lenguajes impartidos en las escuelas con frecuencia están pasadas de moda. Uno de los planes de los que investigan el lenguaje y la comunicación es rectificar las deficiencias, con el desarrollo del conocimiento más sistemático del lenguaje y el consiguiente perfeccionamiento de los métodos de transmisión, para que pueda ser comprendido y asimilado. Es probable que la aceptación de tal conocimiento en muchos sectores requiera el uso aún más intensivo de la que Aristóteles llamaba «todos los recursos existentes de la persuasión».

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* Reproducido de su libro El proceso de la Comunicación, teoría y práctica, publicado en castellano en 1969 por la editorial de la Universidad de Buenos Aires.

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