EL POETA ESTAFADO: ¿DE QUIÉN ES CANTALAO?
Así como Pablo Neruda legó su casa de Isla Negra al Partido Comunista (viéndolo como representante de los trabajadores de Chile), donó Punta de Tralca (abajo izq.) para “una entidad sin fines de lucro que tendrá como objetivo principal la difusión de las letras, las artes y las ciencias, objetivos que para cumplirlos hacen preciso habilitar dependencias donde se reunirán los escritores, artistas, científicos e investigadores. Se consulta también construir en el bien raíz que se dona locales para una exposición permanente, un acuario, un teatro y otra obras que permitan el mejor desarrollo de las finalidades numeradas”.
Hasta el sol de hoy, no se ha concretado esta donación a los escritores, artistas y sabios de América ni la Sociedad de Escritores ha puesto empeño en que el legado sea tangible.
Cabe poner énfasis en una cualidad del poeta que se traiciona al no cumplirse su voluntad: la escritora Eugenia Neves demostró la existencia de una unidad en la obra de Neruda que es su modo de militancia —definida por él mismo en su discurso de recepción del Premio Nobel—, como la busca de un camino para “obtener la armonía natural que podrá permitir la construcción de la sociedad que realice la utopía humana, de un mundo feliz que sería la tarea esencial del Hombre” .
Esta unidad en la obra es inseparable a la unidad en la acción, a la consecuencia de sus actos en la vida diaria. Es así como Pablo Neruda donó los terrenos de Punta de Tralca para crear una “Fundación de Beneficencia sin fines de lucro cuyo fin será la propagación de las letras, las artes y las ciencias, en especial en el litoral comprendido entre San Antonio y Valparaíso con un carácter que tienda a expandir su influencia y acción en el país y en el extranjero”.
Dicha voluntad expresa en el Testamento (II) se condice con el legado correspondiente a la Fundación Cantalao al que dio forma legal su abogado Sergio Insunza.
A mi partido (XXVII) no es testamento ni entrega de bienes materiales a esta colectividad política sino la formidable declaración de su condición y destino de militante que asumió una causa a plena conciencia y queda tácita su seguridad de que el partido será su mejor albacea y se encargará de cumplir su voluntad expresa en los testamentos.
Como lo señalamos en Neruda Memoria Crepitante, el 20 de junio de 1954, Neruda empezó a celebrar su quincuagésimo cumpleaños en Villa Michoacán colocando la primera piedra de la Fundación Pablo Neruda para el Desarrollo de la Poesía. Dicho acto se realizó, en solemne ceremonia a la cual asistieron don Juan Gómez Millas, rector de la Universidad de Chile, el parlamentario Astolfo Tapia, el poeta Mario Ferrero, la pintora Mireya Lafuente, profesora de dibujo del Liceo Nº 6 de Niñas, compañera de Gabriela Mistral cuando esta fundó dicho plantel, y por cierto, Jorge Sanhueza, secretario y bibliotecario de Neruda.
El vate deseaba que esta fundación se pusiera en marcha a través de la Universidad y nombró curador de su legado a Jorge Sanhueza, lamentablemente fallecido a temprana edad.
Fundación Cantalao
A principios de la década del 70 y cuando regresaba a Chile luego de su misión diplomática en Francia, el poeta expuso su voluntad de materializar la creación de una fundación a su abogado y amigo Sergio Insunza, quien de inmediato redactó y dio forma a esta voluntad. Esta sería la Fundación Cantalao que no llevaría el primitivo nombre de Fundación Pablo Nerud para el Desarrollo de la Poesía.
En entrevista a la famosa periodista Rita Guibert, que fue su huésped en Isla Negra durante las dos últimas semanas de su campaña presidencial, Neruda le habló de sus legados:
“Lo que tengo lo pongo a disposición de la lucha popular. Esta casa en que usted está pertenece desde hace 20 años al Partido Comunista de Chile, a quien se la he regalado por escritura pública. Yo estoy en esta casa simplemente por una decisión de mi partido, por la generosidad de mi partido. Estoy usufructuando de un bien que no me pertenece, puesto que lo di, así como todas las colecciones, y todos los libros, y todos los objetos que hay en esta casa. He regalado más de una biblioteca entera a la universidad de mi país. He regalado también la casa en que actualmente viven algunos de los dirigentes de mi partido”.
Después le respondió a la pregunta:
¿No será otra de sus donaciones la Fundación Cantalao, una ciudad de escritores en Isla Negra?
”Ultimamente he logrado adquirir, pagándolo a plazos, un terreno grande al lado del mar para que los escritores en el futuro puedan pasar su veraneo y hacer su obra creadora en un ambiente de extraordinaria belleza, como lo será la Fundación Cantalao. Será dirigida por gente de la Universidad Católica, de la Universidad de Chile y de la Sociedad de Escritores. Será una fundación para que los escritores becados puedan vivir por un año con el producto de mis derechos de autor, disfrutando de una casa común para reuniones y actos además de cabañas individuales para trabajar”.
El 9 de mayo de 1973, habían comparecido ante la Secretaría del Tribunal de Casablanca los testigos Ignacio Mujica Araya y Roberto Ceppi de Lecco Infante para declarar que la donación del predio de Punta de Tralca “tiene fines exclusivamente benéficos y no reportará utilidad de ninguna especie al donante, toda vez que será beneficiaria de la antedicha donación una entidad sin fines de lucro que tendrá como objetivo principal la difusión de las letras, las artes y las ciencias, objetivos que para cumplirlos hacen preciso habilitar dependencias donde se reunirán los escritores, artistas, científicos e investigadores. Se consulta también construir en el bien raíz que se dona locales para una exposición permanente, un acuario, un teatro y otra obras que permitan el mejor desarrollo de las finalidades numeradas”.
Justo un mes después, el 11 de junio de 1973, compareció Neruda ante la Secretaría del Tribunal de Casablanca, como señala la escritura, autorizado por su cónyuge Matilde Urrutia, para donar la Fundación Cantalao en formación. Para erigirla, dona, a título gratuito, a fin de que se cumplan los fines que se contienen en los Estatutos de dicha Corporación, el inmueble ubicado en Punta de Tralca, comuna de El Quisco, departamento de Casablanca de la provincia de Valparaíso, que compró al Seminario Pontificio de Santiago.
El pintor Julio Escámez recuerda que Neruda ya había empezado a proyectar la construcción de Cantalao hasta en ciertos detalles:
“En Isla Negra, cuando Neruda comenzaba a planear la construcción de una casa para escritores que se llamaría Cantalao, nombre tomado de su libro El habitante y su esperanza, ya tenía preparada la inscripción del frontis dedicada a dos personas: a don Carlos Nascimento y a Gonzalo Losada” .
El proyecto Centro Cultural Cantalao, patrocinado por la Fundación Cantalao –Universidad de Chile, Universidad Católica, Universidad Técnica Pablo Neruda– y propuesto por los arquitectos Carlos Martner, Raúl Bulnes y Virginia Plubins a la Corporación de Mejoramiento Urbano (CORMU) el 1 de junio de 1973, abarca toda la idea de Neruda en un programa que contempla: casa de la cultura, acuario (inclusive sección dedicada a la conquiliología con exposición de conchas de moluscos), anfiteatro al aire libre, equipamiento deportivo y áreas verdes (parque de uso público).
Años más tarde, Matilde Urrutia —quien se unió al poeta en 1955 y contrajo matrimonio con él doce años más tarde—, testamentó sus bienes el 15 de enero de 1982, según los deseos de Pablo Neruda. Pero en su testamento, Matilde establece la creación no de la Fundación Cantalao, sino de la Fundación Pablo Neruda, hecho comprensible porque ella intenta perpetuar el nombre del poeta.
Matilde Urrutia instituye a la Fundación Pablo Neruda como «heredera universal» de gran parte de su patrimonio. Antes de su muerte el 5 de enero de 1985, en sus Estatutos, junto con declarar a la corporación «una fundación de beneficencia» cuyo objetivo es «el cultivo y la propagación de las letras y las artes», se encarga de designar, a los cinco miembros que del directorio. Estos fueron Flavián Levine, Raúl Bulnes, Juan Agustín Figueroa, el escritor Jorge Edwards y el actor Roberto Parada, quienes debían cumplir el “triple carácter de albaceas, herederos modales y directores de la Fundación”.
Esta designación contraviene el expreso mandato de Neruda quien señaló en los Estatutos de la Fundación Cantalao (por él inscritos en el Juzgado de Casablanca), en su artículo quinto:
“La Fundación será dirigida por un Consejo Directivo y Ejecutivo que se compondrá de siete miembros a saber: a) dos representantes de don Pablo Neruda; b) los rectores de las universidades de Chile, Católica de Chile y Técnica del Estado o las personas que en su representación designen; c) un representante de la Central Única de Trabajadores, y d) un representante de la Sociedad de Escritores de Chile”.
Pero Matilde prevé en el Título Cuarto, art, 15°:
“En caso de disolución de la Fundación, los bienes que constituyan su patrimonio pasarán a la Sociedad de Escritores de Chile”.
Llama la atención que Matilde en el título quinto del Artículo Décimo Quinto del artículo 15° demanda que al no operar la disposición testamentaria contenida en la cláusula tercera, Flavián Levine, Raúl Bulnes, Juan Agustín Figueroa, Jorge Edwards y Roberto Parada deben erigir un museo que recuerde la persona, vida y obra de Pablo Neruda en la propiedad que ocupó en vida el poeta, “pero siempre y cuando dicho inmueble sea transferido con ese objeto, sin condición o limitación alguna y sin que el gobierno tenga injerencia alguna en su administración o en la administración de su personal. Si la condición anteriormente señalada no fuera cumplida, es mi voluntad que el museo se levante en otro lugar y preferentemente en Punta de Tralca”.
No queda claro si Matilde Urrutia omite que la casa de Isla Negra fue legada por Neruda, por testamento al Partido Comunista o si considera que este partido va a transferir el inmueble para que ahí se levante el museo.
Tal como se puede advertir, a Juan Agustín Figueroa, hoy presidente de la Fundación Neruda, le correspondería la tarea de volver al Estatuto que se escribió bajo el dictado de Pablo Neruda, construir el andamiaje jurídico para retornar el patrimonio nerudiano a sus herederos legítimos haciendo cumplir la voluntad de Pablo Neruda claramente expresada en su testamento. Esta responsabilidad también le cabe al partido Comunista que debía velar por el cumplimiento de la voluntad del poeta, más aún cuando se le entregaba la casa de Isla Negra.
El PC tiene que explicar por qué y a quién se la vendió con todo cuanto contenía en trescientos millones de pesos. Juan Agustín Figueroa debiera dar cuenta pública de lo que la empresa casa Isla Negra vale hoy.
Queda pendiente la materialización de la Fundación Cantalao: “entidad sin fines de lucro que tendrá como objetivo principal la difusión de las letras, las artes y las ciencias, objetivos que para cumplirlos hacen preciso habilitar dependencias donde se reunirán los escritores, artistas, científicos e investigadores”.
La palabra de Neruda no puede ser acallada. Palabra de poeta, palabra de hombre, palabra de honor, tampoco lo dicho por él a Rita Guibert: “Estoy usufructuando de un bien que no me pertenece puesto que lo di, así como todas las colecciones, y todos los libros, y todos los objetos que hay en esta casa”.
Parece ser destino de los trabajadores, escritores y creadores recibir legados que no pueden gozar. Es de esperar que no ocurra lo mismo con la propiedad de Reñaca, donada por la escritora Teresa Hamel a la Sociedad de Escritores de Chile para que se construya un refugio de los escritores. Pero la SECh antes de recibirla ya está pensando en venderla para instituir un premio que será pan para hoy hambre para mañana.
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* Periodista y escritora.