El precio de ser «potencia»: China y desastre ambiental

1.380

Gonzalo Tarrués.

La sequía y la contaminación han destruido 20 reservas de agua dulce de superficie cada año en el último medio siglo. El cambio climático por la acción humana –depredación industrial descontrolada por parte de las empresas, con la complicidad estatal– no es un asunto a discutir, es una realidad que trae consigo la hecatombe planetaria.

El 1º de noviembre, adelantándose al invierno, nevó en Pekín; no fue un fenómeno natural, lo provocó la repartición gubernamental encargada de la adecuación meteorológica. La intensa nevada se produjo tras impregnar con yoduro de plata las pesadas nubes sobre la ciudad.

No es la primera vez que la ciencia acude a la cita para modificar el tiempo en China. La sequía es un mal endémico instalado en su gigantesco territorio. Viene azotando desde hace décadas el norte de China, y ahora se expande por las provincias agrícolas del interior y del sur por efecto del cambio climático.

Es un problema de proyecciones difíciles de calcular, pero no es el único que agrava la falta de agua en el país. En cuanto fenómeno natural, la sequía pede combatirse con reservas acuíferas de superficie o subterráneas. Pero el desarrollo económico, voraz y desenfrenado de las últimas décadas, ha multiplicado fuera de todo cálculo el consumo de agua; sobre ello la contaminación contribuye con lo suyo, provocando una situación del todo dramática.

En los últimos 50 años China ha visto evaporarse medio centenar de lagos y, en las áreas de mayor desarrollo industrial la falta de controles y tecnología contaminó las napas subterráneas.

Deterioro incontrolable

Wuhan, a orillas del majestuoso Yang-tse, es la capital de la provincia de Hubei, la tierra de los mil lagos. O era, porque desde el inicio de la industrializción, la provincia perdió en medio siglo no menos de un tercio de aquellos; de los que quedan, el 80% está contaminado por deshechos industriales o vertidos de productos químicos –al extremo que sus aguas son peligrosas para la vida e inútiles para el riego. La contaminación sigue el curso del río hasta el delta de la desembocadura.

"El deterioro de la calidad del agua aún no está bajo control", reconoció el ministro de Recursos Acuíferos, Chen Lei, en la última conferencia climática en la que el salvamento de los lagos fue un asunto prioritario. Chen señaló que la mayoría de lagos del sureste de China sufre eutrofización, un exceso de nutrientes por vertidos industriales que provoca plagas de algas y la muerte de especies autóctonas.

Según Greenpeace, el 70% de los ríos, lagos y reservas acuíferas chinas no son seguras para uso humano o directamente ya no potables.

El gobierno ha destinando recursos millonarios para limpiar las aguas en riesgo, pero el manejo industrial hace imposible un resultado positivo ni siquiera en el breve plazo. "No depende de cuánto se gaste en limpiar, sino de evitar que las empresas sigan vertiendo", apunta Yu Hui, de la Academia de Ciencias Medioambientales.

Desde 2008 existe en China una ley que obliga a las empresas contaminantes a notificar sus vertidos a los medios de comunicación en un plazo de 30 días de realizados –una ley queno se cumple–: lo importante es el "desarrollo". La mayor parte de las empresas responsables –locales y extranjeras, incluyendo gigantes como Shell, Samsung, Nestlé, LG, Kraft, Motorola, Denso y Bridgestone– sencillamente no publican los vertidos que realizan ni informan sobre las sustancias descargadas.

Convertir el ambiente –aguas, tierra, aire– en veneno con terribles consecuencias para la vida vegetal, fungífera y animal, incluyendo al ser humano, no es, desde luego, un fenómeno nuevo. En América Latina los casos de São Paulo –con su carga de malformaciones genéticas– y el desastre del Riachuelo en Buenos Aires, advertido ya en la década de 1931/40 y todavía sin remedio, transcurren como invisibles a gobernantes y gobernados.

Y, se sabe, las víctimas –porque son pobres– terminan calladas. Para siempre.

 

También podría gustarte
Deja una respuesta

Su dirección de correo electrónico no será publicada.


El periodo de verificación de reCAPTCHA ha caducado. Por favor, recarga la página.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.